Cosa de dos Malvados
Los brit¨¢nicos ven la mejor televisi¨®n del mundo. Los dem¨¢s vemos subproductos, ideas nacidas en las islas y adaptadas con mayor o menor fortuna. Fueron ellos, los brit¨¢nicos, quienes pensaron, en el ¨²ltimo a?o del siglo XX, que si un buen malvado pod¨ªa suponer el ¨¦xito de una serie, tambi¨¦n pod¨ªa ser clave en un concurso o un reality, o en el h¨ªbrido de ambos, el concureality.
En cierta forma, dieron la vuelta a un curioso fen¨®meno: entre 1989, cuando dejaron de hablar con acento ruso, y 2001, cuando empezaron a hablar con acento ¨¢rabe, casi todos los malvados de Hollywood se expresaron con acento ingl¨¦s.
En 2000, la BBC produjo The weakest link -El rival m¨¢s d¨¦bil en Espa?a-, un concurso en el que la presentadora despreciaba a los participantes; ITV, por su parte, lanz¨® Pop idol, un proyecto que introduc¨ªa en los cl¨¢sicos concursos de artistas noveles una generosa dosis de mala leche. La Fox estadounidense compr¨® de inmediato la franquicia y la rebautiz¨® como American idol. Ah¨ª acab¨® de concretarse la f¨®rmula. Un pu?ado de j¨®venes cantantes eran juzgados por tres personas del negocio que interpretaban a otros tantos personajes: un hombre simp¨¢tico (Randy Jackson), una mujer comprensiva (Paula Abdul) y un hombre despiadado (Simon Cowell). El despiadado Cowell, obviamente ingl¨¦s, se convirti¨® en un fen¨®meno.
La cosa lleg¨® a Espa?a como franquicia (Operaci¨®n Triunfo) o como imitaci¨®n (otros programas similares). Ya saben c¨®mo funcionan las franquicias: la hamburguesa ha de ser casi id¨¦ntica al original. Ignoro cu¨¢ntas veces habr¨¢ tenido que tragarse el pobre Risto Mejide las grabaciones de Simon Cowell. Muchas, supongo. En cualquier caso, ¨¦l tuvo que sufrir un casting antes que cualquiera de los concursantes, y se limita a cumplir un contrato. Es s¨®lo un personaje de la televisi¨®n, como los teletubbies o el cad¨¢ver de CSI. No nos confundamos.
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