'Kalean uso, etxean otso'
(Palomo en la calle, lobo en casa).
Hay veces que tienes un plan, un trabajo o una propuesta que a priori te parece impresionante y luego ves que tus expectativas se van desinflando, plof. Otras, en cambio, lo que en principio son proyectos peque?os en los que te metes por coraz¨®n, por convicci¨®n, o por lo que sea, se convierten de repente en una historia que te atrapa, que es mucho m¨¢s importante de lo que nadie podr¨ªa imaginar y va cogiendo vida propia. Vamos, que te arrastra.
Esto es aplicable a todos los ¨¢mbitos de la vida en general, a trabajo, amigos, a parrandas. Suele ser bastante normal que hayas quedado un viernes y no tienes la cabeza para muchos ruidos; en realidad sue?as con tirarte en el sof¨¢. Pero no, tienes que ir. Y vas. Al principio te encuentras perdida pregunt¨¢ndote ?qu¨¦ pinto yo en esa cena? Pero luego, por caprichos de la vida, va y resulta que te lo pasas de ol¨¦ y que es una de esas noches que te alegran el mes.
A m¨ª me ha pasado algo parecido con un proyecto en principio abstracto y cuyo objetivo era tan vago como el querer hacer algo contra la violencia de g¨¦nero. Arrastradas por una mujer que ha sufrido en primera persona y en propias carnes la violencia de g¨¦nero, un grupo cada vez m¨¢s numeroso de personas nos fuimos tirando de cabeza a la piscina. Y hemos montado un espect¨¢culo... distinto. El objetivo es claro: intentar cambiar algo, ayudar aunque sea a alguien, prevenir, plantear una mirada diferente, reflexionar y hablar del asunto (pero no de la noticia, sino del problema).
No sab¨ªamos hacia d¨®nde ¨ªbamos, ni el resultado que busc¨¢bamos, pero desde luego hab¨ªa ganas, impulso, intuici¨®n y necesidad de hablar de algo que, aun siendo anormal, forma parte de las noticias del d¨ªa. Est¨¢ siendo un proceso que todos los que estamos participando en ¨¦l dif¨ªcilmente olvidaremos. Ha sido desgarrador o¨ªr durante horas los testimonios de estas mujeres, que tan generosamente han abierto sus heridas para contar sus vivencias y lo que sienten, con la intenci¨®n de cambiar h¨¢bitos o que no pase esto entre los j¨®venes, o que las mujeres que los sufren puedan recuperar la personalidad que les robaron. Algunas siguen enamoradas de los hombres que las golpearon con sa?a, con rabia, o que estuvieron a punto de matarlas. A otras todav¨ªa se les nota en el cuerpo, en esos hombros agachados o en la tristeza de sus miradas, todos los insultos que han recibido.
Y es terrible pensar que nadie est¨¢ lejos de esa realidad que, aunque se d¨¦ en el ¨¢mbito de lo privado, es un problema que nos salpica a todos. Las confesiones de estas mujeres que han sido capaces de salir del infierno es una mano tendida a las que todav¨ªa siguen all¨ª.
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