Una estrategia com¨²n europea
Necesitamos una hidra benigna que impulse la causa de la democracia moderna y liberal en el exterior de las fronteras del Viejo Continente
Berlusconi vuelve a ganar. Zapatero barre a los conservadores. ?Qui¨¦n ser¨¢ alcalde de Londres, Boris o Ken? Europa, donde se invent¨® la democracia hace 25 siglos, es en la actualidad un aut¨¦ntico hervidero. Una democracia confusa, a menudo corrupta, distorsionada por la propiedad de los medios, a veces desconcertante en sus resultados -?Berlusconi!-, pero decididamente democracia; un sistema en el que la gente puede cambiar el Gobierno. No pasa un mes sin que haya unas elecciones en alg¨²n lugar de Europa. Y nunca se sabe qui¨¦n va a ganar.
Puede que el concepto de lo que los antiguos atenienses llamaban demokratia sea viejo, pero para la mayor¨ªa de los europeos la realidad es nueva: la mitad de los Estados europeos actuales disfrutan de una democracia liberal consolidada desde hace menos de una generaci¨®n. Y desde Portugal hasta Croacia, la perspectiva y el proceso de entrar en la UE han reforzado la democracia en todos los pa¨ªses. ?se ha sido -y, para algunos pa¨ªses candidatos, sigue siendo- el poder transformador de Europa, m¨¢s eficaz que ning¨²n ej¨¦rcito para lograr un cambio de r¨¦gimen.
No se trata de imponer por medios militares un modelo de democracia, sino de apoyarla por medios pac¨ªficos
Todo el mundo habla de democracia: los chinos, Putin, Mugabe. Cada uno quiere decir una cosa diferente
Ahora empieza a recorrer los pasillos de Europa una gran idea. Se trata de que los europeos nos decidamos a promover una versi¨®n moderna y liberal de la demokratia en pa¨ªses de fuera de nuestras fronteras; por nuestro propio inter¨¦s y por el suyo. Y ¨¦se deber¨ªa ser un objetivo fundamental del proyecto europeo durante los pr¨®ximos 50 a?os. No imponer un modelo ¨²nico de democracia por medios militares ni exportar democracia, sino apoyarla mediante medios pac¨ªficos. "Mostrar el camino no quiere decir imponer el camino", como dijo esta semana el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, con ocasi¨®n del lanzamiento de una nueva instituci¨®n no gubernamental, la Fundaci¨®n Europea para la Democracia Mediante la Asociaci¨®n.
Para que ello sea posible, antes tenemos que ponernos de acuerdo en que eso es lo que queremos. Puede parecer una cosa obvia, pero no lo es. Mucha gente, sobre todo en la izquierda europea, tiene cierta sensaci¨®n de que la idea de "promover la democracia" est¨¢ contaminada por su asociaci¨®n con George W. Bush y la visi¨®n neoconservadora de la transformaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, empezando por Irak. Hasta hace poco, los socialistas franceses, espa?oles y alemanes hablaban muy poco de promover la democracia. Las cosas est¨¢n cambiando, sobre todo en la medida en que el debate sobre el desarrollo se centra cada vez m¨¢s en el buen gobierno, pero todav¨ªa hace falta que asumamos un compromiso expl¨ªcito por parte de todos.
Despu¨¦s tendremos que explicar qu¨¦ queremos decir con el t¨¦rmino. Al fin y al cabo, todo el mundo habla de democracia: los egipcios, los chinos, Vlad¨ªmir Putin, Robert Mugabe. Pero cada uno de ellos quiere decir una cosa diferente. Esto no significa que debamos tener un modelo ¨²nico y r¨ªgido. Europa est¨¢ inmunizada contra lo que podr¨ªamos llamar la tentaci¨®n estadounidense por el mero hecho de que las democracias europeas son muy distintas entre s¨ª: monarqu¨ªas constitucionales y rep¨²blicas, unicamerales y bicamerales, centralizadas y descentralizadas, con un gobierno m¨¢s fuerte y una legislatura m¨¢s d¨¦bil, o viceversa. No vamos a propagar un modelo ¨²nico cuando nosotros no disponemos de ¨¦l. Ahora bien, ¨¦se es a¨²n m¨¢s motivo para especificar los principios esenciales comunes sin los que no puede haber democracia digna de tal nombre. No me refiero s¨®lo a unas elecciones peri¨®dicas, libres y limpias. La nueva definici¨®n europea de democracia ser¨¢ multidimensional, e incluir¨¢ el imperio de la ley, unos medios de comunicaci¨®n independientes, el respeto a los derechos humanos individuales y los derechos de las minor¨ªas, una Administraci¨®n p¨²blica s¨®lida, el control civil sobre el ej¨¦rcito y una sociedad civil fuerte (s¨ª, ya s¨¦ que no todos los pa¨ªses miembros de la UE salen muy bien parados en estos aspectos, un tema sobre el que volver¨¦ despu¨¦s).
Dentro de la Uni¨®n Europea, la mejor forma de hacer estas dos cosas -decir lo que queremos, y qu¨¦ queremos decir con ello- es promulgar un Consenso Europeo sobre la Democracia, como el Consenso Europeo sobre el Desarrollo que se aprob¨® hace unos a?os. En aquel documento pionero, los Estados miembros, el Parlamento Europeo, la Comisi¨®n Europea y el Consejo de Ministros acordaron, con cierto detalle, a qu¨¦ nos refer¨ªamos al hablar de desarrollo y cu¨¢l era la mejor forma de trabajar para fomentarlo.
Ahora se ha presentado al Parlamento Europeo una propuesta que sugiere que hagamos lo mismo con la democracia. Varios Gobiernos apoyan la idea, y las tres pr¨®ximas presidencias semestrales deber¨ªan estar interesadas: los franceses, sobre todo con el veterano activista de derechos humanos Bernard Kouchner como ministro de Exteriores; los suecos, que trabajan mucho en este campo, y los checos, que tienen un recuerdo vivo y reciente de cu¨¢nto influye el hecho de recibir ayuda en la lucha por la democracia. Y la propuesta encontrar¨¢ amigos incondicionales en Javier Solana y Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, dos pol¨ªticos que participaron activamente en la transici¨®n de sus respectivos pa¨ªses a la democracia.
Los problemas surgir¨¢n, como siempre, en los detalles. El texto tiene que evitar a toda costa los caracter¨ªsticos males de la UE: la palabrer¨ªa y los rodeos. Pero ya hay alg¨²n lenguaje curiosamente claro y en¨¦rgico en documentos europeos existentes, incluidos los relacionados con la ayuda al desarrollo, en la que Europa gasta m¨¢s dinero que nadie. De lo que se trata ahora es de llevar a la pr¨¢ctica lo que predicamos. ?Qui¨¦n va a hacerlo y c¨®mo? Sabemos la respuesta para los pa¨ªses que han sido aceptados como candidatos a la integraci¨®n. Estamos empezando a desentra?ar c¨®mo podemos ayudar eficazmente a los que no lo son.
Hay una cosa clara: habr¨¢ muchos actores, y cada uno de ellos exige un escrutinio minucioso. Una operaci¨®n de la Comisi¨®n Europea llamada (con aire algo misterioso) Instrumento Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos cuenta con 1.100 millones de euros asignados para los siete a?os entre 2007 y 2013. Ahora bien, ?son sus procedimientos burocr¨¢ticos, lentos, reglamentados y sobreprecavidos, la mejor forma de hacer llegar el dinero a quienes verdaderamente pueden influir sobre el terreno en pa¨ªses como Egipto o Pakist¨¢n? Las experiencias pasadas no son alentadoras. Las fundaciones de los partidos pol¨ªticos alemanes son actores importantes con presupuestos totales que superan a los de organismos estadounidenses como el Instituto Nacional Republicano y el Instituto Nacional Dem¨®crata. Las fundaciones alemanas hicieron una labor enorme en pa¨ªses como Espa?a y Chile hace 30 a?os, pero ?es posible que se hayan vuelto desmesuradas y autocomplacientes?
Cada uno de los 27 Estados miembros hace las cosas a su manera. En Gran Breta?a, por ejemplo, existe la Fundaci¨®n Westminster para la Democracia, pero tambi¨¦n hay cosas que hacen directamente el Foreign Office (Ministerio de Exteriores) y el Departamento de Desarrollo Internacional. Y est¨¢ esa nueva Fundaci¨®n Europea para la Democracia Mediante la Asociaci¨®n, que pretende ser un "centro de conocimiento" y grupo de presi¨®n, adem¨¢s de conceder ciertas subvenciones propias. En vez del superestado monol¨ªtico controlado por Bruselas que llena las pesadillas de los euroesc¨¦pticos, lo que tenemos es m¨¢s parecido a una colonia de gatos.
Lo m¨¢ximo a lo que podemos aspirar es que haya una estrategia com¨²n, no una pol¨ªtica ¨²nica. Pero si podemos lograr esa estrategia com¨²n, nuestra diversidad ser¨¢ una ventaja. Imaginemos que, en un pa¨ªs como Egipto o Marruecos, todos los actores europeos se pusieran de acuerdo en una serie de prioridades para la promoci¨®n de la democracia en cada caso concreto. Tal vez en un pa¨ªs determinado, lo m¨¢s prometedor son los derechos de la mujer y los medios independientes, y en otro son el sistema judicial y las ONG. Entonces, los cien actores europeos empiezan a trabajar discretamente, cada uno seg¨²n sus m¨¦todos. Los gobernantes locales antidemocr¨¢ticos lo odiar¨ªan, por supuesto, pero en sus acuerdos con la UE ya se habr¨ªan comprometido a cumplir los principios de derecho a la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley. ?Y qu¨¦ iban a hacer? Si cortaran tres cabezas, todav¨ªa quedar¨ªan 97. En otras palabras, necesitamos una hidra europea benigna que luche por la democracia, una versi¨®n actual del antiguo monstruo mitol¨®gico griego que promueva una versi¨®n actual de la mejor creaci¨®n de Grecia. ?sa es una idea que debe ya convertirse en realidad.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.