Berlusconi, otra vez
La canci¨®n no dice la verdad. El Caim¨¢n no se va. El Caim¨¢n ha vuelto. Ah¨ª est¨¢, ocupando de nuevo las portadas de los peri¨®dicos del mundo entero. A sus 71 a?os, con su inimitable r¨¦cord de 93 procesos judiciales abiertos y cero condenas firmes a la espalda, el se?or Berlusca, Il Cavaliere, Silvio, ha regresado, tras dos a?os de breve ausencia, al ¨²nico poder que le faltaba, el poder pol¨ªtico.
Ha vuelto audaz como siempre, un poco menos rico -ya s¨®lo es la tercera fortuna italiana y la 90? del mundo, con 9.400 millones de d¨®lares, seg¨²n Forbes-, pero ahora, si cabe, m¨¢s inmune y poderoso. Y m¨¢s institucional tambi¨¦n, seg¨²n subraya su viejo amigo Bruno Vespa, presentador del incombustible programa Porta a porta, en RAI-1: "Esta vez lo veo distinto. M¨¢s serio, m¨¢s responsable, m¨¢s prudente. Ya no promete milagros. Esta vez ha llegado al poder para dejar su sello. Tiene 71 a?os, 20 casas, barcos maravillosos, y no le basta con ser el primer ministro m¨¢s duradero de la historia italiana. No quiere protegerse ni gobernar. Quiere realmente cambiar el pa¨ªs".
"Le veo distinto", dice su amigo Bruno Vespa. "M¨¢s serio, m¨¢s responsable. Realmente quiere cambiar el pa¨ªs"
Tampoco esta vez ha reprimido sus bravatas mis¨®ginas, sus palabras xen¨®fobas. Es cuesti¨®n de car¨¢cter
Ezio Mauro: "No tiene que responder a una verdadera opini¨®n p¨²blica, ni en el partido ni en el pa¨ªs"
Ha prometido nombrar cuatro ministras. Sus favoritas son Michela Brambilla, Mara Carfagna y Stefania Prestigiacomo
Le anima una energ¨ªa indomable. Vean ese aspecto lustroso, siempre sonriente. Recuerda a la caricatura de un ni?o: los dientes blanqu¨ªsimos, la piel bien estirada, el implante de pelo marr¨®n sombreando all¨¢ atr¨¢s. Y siempre los reflejos despiertos y una bala en la rec¨¢mara para soltar un chascarrillo o piropear a una dama, sobre todo si es joven y voluptuosa. No. Tampoco esta vez ha reprimido sus bravatas mis¨®ginas, sus palabras xen¨®fobas, los anuncios de obras fara¨®nicas como el puente de Messina... "No lo puede reprimir, es una cuesti¨®n de car¨¢cter. Pero ahora se arrepiente y antes no lo hac¨ªa", dice Vespa.
Berlusconi fue primer ministro en 1994, apenas ocho meses, y volvi¨® a serlo entre 2001 y 2006. Tras cinco a?os de delirios incumplidos, broncas partidistas, escas¨ªsimo crecimiento econ¨®mico y permanente conflicto de intereses, pas¨® a la oposici¨®n. Ahora, su en¨¦simo regreso, y su sorprendente forma de conseguirlo -con el apoyo democr¨¢tico de 17 millones de italianos-, supone un misterio insondable para mucha gente.
Algunos llevan mal su car¨¢cter, ese buen humor perpetuo; otros desconf¨ªan de su ret¨®rica de vendedor de alfombras; los m¨¢s cr¨ªticos dicen que su demagogia populista (Popolo della Libert¨¤) apenas esconde un ramalazo fascistoide, edulcorado con cifras, bromas, encanto y sonrisas.
Pero las cifras mandan en democracia. Y seg¨²n muestra el examen poselectoral del analista Ilvo Diamanti, el triunfo de Berlusconi por nueve puntos de diferencia globales ha sido arrasador en muchas zonas del pa¨ªs: el PDL se ha impuesto al Partido Democr¨¢tico de Walter Veltroni por 17 puntos en el noroeste, 19 en el noreste, 15 en el sur y las islas. El PDL es el primer partido en 67 provincias, el PD gana en 35 y la Liga Norte en 6.
Mauro Calise ha escrito en Il Mattino que Italia "no se ha dado en estas elecciones un l¨ªder pol¨ªtico, se ha dado Il Capo".
Berlusconi, eso es indiscutible, es el jefe de Italia desde hace muchos a?os. Su habilidad para el marketing es innata: siendo un ni?o, cuando vend¨ªa apuntes escolares a sus compa?eros de clase. A los 18 a?os gan¨® su primer capital como animador musical en cruceros por el Mediterr¨¢neo. Luego forj¨® su imperio con la ayuda de la Banca Rasini, donde trabajaba su padre, y una lluvia de dinero procedente de cuentas suizas. A principios de los sesenta, mientras estudiaba en la universidad, mont¨® su primera firma constructora, Cantieri Riuniti Milanesi, con la que construy¨® ciudades dormitorio inspiradas en la utop¨ªa perfecta de Tom¨¢s Moro. En los setenta dirigi¨® sus pasos hacia la comunicaci¨®n. Fund¨® Mediaset, compr¨® peri¨®dicos como Il Giornale, se hizo con tres canales de televisi¨®n privada y logr¨® que su amigo Bettino Craxi, l¨ªder socialista con contactos hasta en el infierno, hiciera oficial el duopolio RAI-Mediaset...
En aquel tiempo, Berlusconi se inscribi¨® en la poderos¨ªsima logia mas¨®nica P-2 y comenz¨® a tener problemas con la justicia. ?l y, sobre todo, sus colaboradores m¨¢s cercanos; especialmente su mano derecha, el siciliano Marcello Dell'Utri, senador y cofundador de Forza Italia, que ha sido condenado por asociaci¨®n mafiosa y est¨¢ todav¨ªa pendiente de recurso. Tambi¨¦n Berlusconi ha afrontado diversos procesos y condenas (por fraude, cohecho, corrupci¨®n, financiaci¨®n ilegal del PSI...), aunque siempre acus¨® a los jueces de conspirar contra ¨¦l, y unas veces por prescripci¨®n, otras por indultos, alguna por absoluci¨®n y otras por inmunidad, siempre se libr¨® de ir a la c¨¢rcel.
Hoy es el ¨²nico pol¨ªtico italiano, quiz¨¢ desde Mussolini, capaz de manejar las voluntades del vol¨¢til y esc¨¦ptico p¨²blico-votante a su antojo. No por nada es un ejemplar italian¨ªsimo, un producto puramente made in Italy: simp¨¢tico, campechano, elegante, ocurrente. S¨®lo un pa¨ªs tan fascinante, contradictorio y c¨ªnico como Italia puede inventar un pol¨ªtico as¨ª: antisistema y a la vez especializado en poner el entero sistema pol¨ªtico a su servicio.
"?En qu¨¦ consiste esa capacidad de hacer presa en el fondo del pa¨ªs y tenerlo en un pu?o?", se preguntaba esta semana el director de La Repubblica, Ezio Mauro. Y respond¨ªa: "En una Italia que ni siquiera se ha revelado nunca a s¨ª misma su alma de derechas y la ha ocultado siempre bajo la ambigua complejidad democristiana, Il Cavaliere ha creado un sentimiento com¨²n de rebeli¨®n y orden que ¨¦l impulsa y agita en funci¨®n de las etapas y las conveniencias, con total libertad, porque no tiene que responder a una verdadera opini¨®n p¨²blica ni en el partido ni en el pa¨ªs, sino que le bastan una adhesi¨®n, un aplauso, una vibraci¨®n de consenso, como cuando la pol¨ªtica se celebra a base de grandes acontecimientos, los ciudadanos se vuelven espectadores y los l¨ªderes se convierten en ¨ªdolos modernos, para utilizar la definici¨®n de Bauman. Unos ¨ªdolos tallados a medida de la nueva demanda, que ya no cree en formas eficaces de acci¨®n colectiva; unos ¨ªdolos 'que no indican el camino, sino que se ofrecen como ejemplos".
Tibur¨®n de las finanzas vocacional, Berlusconi ha conocido muy de cerca los barrizales del dinero, la corrupci¨®n, la mafia y la censura, y, sin embargo, ah¨ª est¨¢, presumiendo de un expediente judicial inmaculado, convertido en un modelo, en un l¨ªder social. Aunque de vez en cuando se olvida. El ¨²ltimo d¨ªa de la campa?a electoral, por ejemplo, tras haber calificado de "h¨¦roe" al difunto capo siciliano Vittorio Mangano, condenado tres veces por homicidio y narcotr¨¢fico a cadena perpetua, y que trabaj¨® dos a?os, entre 1974 y 1976, en la villa milanesa del magnate (por eso se le conoc¨ªa como el Guard¨¦s de Arcore), Berlusconi sostuvo, en directo, ante las c¨¢maras de Tele 5, que Mangano, fallecido en 2000 bajo arresto domiciliario, nunca fue condenado en firme.
?Fue esa frase palmaria un ¨²ltimo mensaje electoral? ?Iba dirigido a las familias? ?Era una manera de asegurar los votos del sur, donde hac¨ªa s¨®lo unos d¨ªas los ni?os de un colegio napolitano aplaudieron en clase espont¨¢neamente al o¨ªr el nombre de otro h¨¦roe, el mafioso m¨¢s sanguinario de la historia de Italia, Tot¨° Riina? Quiz¨¢ todos preferimos, por pura higiene mental, quedarnos en la superficie, con el Berlusconi m¨¢s cercano y bromista. Hacer como la escritora estadouniense Erica Jong, que el martes, durante una visita a Roma, dijo lo siguiente: "Berlusconi es un payaso como George W. Bush. No entiendo c¨®mo los italianos le han votado. Lo mismo hubiera dado que eligieran a Tom Cruise o a Paris Hilton".
Pero, como dijo el cl¨¢sico, hay gente pa't¨®. Y otros estadounidenses, en cambio, se rifan a Berlusconi. El propio Bush, por ejemplo, se ha congratulado de poder volver a trabajar con "ese gran aliado de Am¨¦rica" -por suerte para el mundo no coincidir¨¢n por mucho tiempo-, y no ha tardado ni 24 horas en invitarle a cenar en la Casa Blanca.
Claro que Bush y Berlusconi tienen una relaci¨®n especial. Socios fundadores de la invasi¨®n ilegal de Irak, sus destinos est¨¢n unidos por un nombre: Abu Omar. El 17 de febrero de 2003, a plena luz del d¨ªa, este presunto terrorista egipcio, residente legal en Italia, fue secuestrado en Mil¨¢n cuando se dirig¨ªa a una mezquita. Dos personas vestidas de polic¨ªas que hablaban italiano le cerraron el paso, y otras le obligaban a entrar en un veh¨ªculo blanco. Fue conducido a la base militar estadounidense de Aviano, en el norte de Italia. De all¨ª lo trasladaron en un avi¨®n Learjet LJ-35 con el indicativo SPAR-92 a la base estadounidense de Ramstein, en Alemania, y posteriormente a El Cairo, donde fue torturado, seg¨²n su defensa.
Esta semana, el abogado defensor del ex responsable de los servicios secretos italianos (Sismi), Nicola Pollari, acusado del secuestro de Omar junto a otros tres altos cargos italianos y 26 ciudadanos estadounidenses, ex agentes de la CIA, ha pedido que el primer ministro saliente, Romano Prodi, y el primer ministro a cargo del Gobierno cuando sucedieron los hechos, Berlusconi, sean citados para declarar como testigos. El proceso es el primero que se realiza en Europa contra la actividad antiterrorista emprendida por los servicios secretos de Estados Unidos despu¨¦s de los atentados del 11-S.
Nunca sabremos si Bush y Berlusconi hablaron el otro d¨ªa de Abu Omar. Lo que es seguro es que Berlusconi ha entrado con todos los honores en la alta pol¨ªtica internacional. Probablemente, Bush estaba un poco celoso del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, que se apresur¨® a modificar su agenda para hacer el jueves una escala en Cerde?a en su viaje procedente de Libia y reabrir as¨ª, antes incluso de que su amigo haya tomado posesi¨®n del cargo, el eje Roma-Mosc¨², una amistad que parece mucho m¨¢s prometedora (medi¨¢tica y sobre todo econ¨®micamente) que aquel viejo y ya difunto eje de camarader¨ªa italo-rusa que uni¨® a los respectivos comit¨¦s centrales del PC durante gran parte de la posguerra mundial.
Los rumores de una hipot¨¦tica venta de Alitalia a Aeroflot, descartada hace tiempo, han resurgido con fuerza nada m¨¢s producirse la victoria electoral de un Cavaliere que parece haber perdido de repente el irrefrenable deseo patri¨®tico de encontrar una soluci¨®n italiana para la arruinada compa?¨ªa de bandera. S¨®lo 48 horas antes del encuentro Berlusconi-Putin, la compa?¨ªa rusa declar¨® desde Mosc¨² estar "lista" para lanzarse de nuevo a la conquista de Alitalia, "si existiera voluntad pol¨ªtica" por parte del Gobierno italiano.
A esas horas, Mosc¨² hab¨ªa recibido ya el mensaje de Berlusconi, que en su primera rueda de prensa tras el triunfo electoral habl¨® de la importancia de "potenciar los flujos de turistas chinos y rusos con vistas a la Expo 2015", que se celebrar¨¢ en Mil¨¢n.
La relaci¨®n con Rusia ser¨¢, sin duda, una de las estrellas del mandato de Berlusconi. Atendiendo a la extrema dependencia que Italia tiene de la energ¨ªa que importa del exterior, muchos y rentables negocios asoman en el horizonte. Oficiales y menos, una vez se ha certificado la creciente capacidad de penetraci¨®n global de la mafia rusa y de la 'Ndrangheta calabresa.
Pero la cumbre de Cerde?a tiene otro inter¨¦s. ?Ser¨¢ el primer s¨ªntoma de la putinizaci¨®n de Italia que, seg¨²n el intelectual Paolo Flores d'Arcais, est¨¢ en la base de la agenda oculta de Berlusconi? Seg¨²n el director de la prestigiosa revista Micromega, Berlusconi aspira a ser como Putin: impune, todopoderoso y eterno, aunque el camino suponga convertir a Italia, por decirlo as¨ª, en una dacha. El plan de Berlusconi consiste en imitar, pero al rev¨¦s, la estrategia del hoy presidente y ma?ana primer ministro ruso: "La putinizaci¨®n de Italia supondr¨¢ cambiar la Constituci¨®n, poner la justicia completamente de su parte, gobernar para defender mejor sus intereses, y despu¨¦s llegar a la presidencia de la Rep¨²blica con poderes reforzados: los medios, a su disposici¨®n; control absoluto de los servicios secretos, la polic¨ªa, los Carabinieri... As¨ª destruir¨¢ la democracia parlamentaria y edificar¨¢ una democracia presidencialista".
La primera conclusi¨®n del triunfo electoral es que Berlusconi tiene manos libres. Como ha se?alado el presidente de Confindustria, Luca Cordero di Montezemolo, consejero delegado de Fiat y presidente de Ferrari, "de los resultados electorales emergen tres elementos significativos: el primero -y m¨¢s importante- es que hay una mayor¨ªa clara y neta, que permite una plena gobernabilidad; el segundo es que finalmente hay una fuerte simplificaci¨®n de los grupos parlamentarios; el tercer elemento es la clara derrota de las fuerzas pol¨ªticas portadoras de una cultura antiempresa, antimercado y antidesarrollo".
La simplificaci¨®n -s¨®lo seis partidos en el Parlamento- debe contribuir a que, cualesquiera que sean los planes que Il Cavaliere tenga, los cumpla. Esta vez no tendr¨¢ a su tradicional enemigo, la izquierda radical, en el Parlamento. La traves¨ªa hist¨®rica del comunismo italiano ha terminado, como ha se?alado estos d¨ªas, con su malicia habitual, el l¨ªder leghista Roberto Maroni, "veinte a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn".
La antinatural coalici¨®n de nueve partidos reunida en torno al ¨²ltimo Gobierno de Romano Prodi, y el deseo de gobernabilidad y estabilidad de un electorado cansado de politiqueo y navajazos entre supuestos colegas de coalici¨®n, ha desembocado en la salida del Parlamento de las dos fuerzas hist¨®ricas, con la Democracia Cristiana, del pa¨ªs: comunistas y socialistas. En ese contexto, si las cosas van razonablemente bien y la extempor¨¢nea Liga Norte y la salud o el tiempo no lo impiden -un galeno romano con buenos contactos en Mil¨¢n cuenta que Berlusconi "no obecede ni a sus propios m¨¦dicos"-, no ser¨ªa raro que Il Cavaliere coronara su ¨²ltimo reinado con siete a?os m¨¢s como presidente de la Rep¨²blica.
Su ¨¦xito ha supuesto, adem¨¢s, el triunfo de la periferia industriosa y asustada sobre la Roma canalla, la Roma ladrona, la casta pol¨ªtica. Hasta los votantes de izquierda han votado Berlusconi y Liga. Diamanti: "De cada 10 electores de los partidos de izquierda radical, menos de tres han sido fieles y otros dos han votado al PD o a IdV, siguiendo el reclamo del voto ¨²til. La otra mitad se ha dividido a partes iguales entre la abstenci¨®n y otras formaciones. Por Berlusconi, en el sur. Por la Liga, en muchas zonas del norte".
Al otro lado, como jefe de la oposici¨®n y del gobierno en la sombra, estar¨¢ Walter Veltroni, el hombre inteligente y tranquilo que ha perdido la guerra, pero ha revolucionado el panorama pol¨ªtico con su simple decisi¨®n de presentarse a las elecciones sin coaligarse a la izquierda maximalista. Seg¨²n todos los indicios, le ha faltado tiempo para hacer llegar su proyecto de renovaci¨®n real a los ciudadanos suficientes. En todo caso, Berlusconi no tendr¨¢ por delante un camino de rosas. Su Gobierno tiene por delante una tarea herc¨²lea. La estabilidad debe permitirle cuadrar el c¨ªrculo: liberalizar sin dejar por el camino a los millones de familias que pasan grav¨ªsimas dificultades econ¨®micas, modernizar las infraestructuras y reformar las instituciones para poner al d¨ªa el pa¨ªs y mejorar la deteriorada imagen internacional, ofrecer salidas a millones de j¨®venes mileuristas. Y adem¨¢s de todo eso, tendr¨¢ que controlar unas cuentas p¨²blicas desbocadas (105% de deuda p¨²blica) y reducir el gasto de la Administraci¨®n menos eficiente y m¨¢s cara de Europa (un 50% m¨¢s de coste que la media).
Algunas voces han empezado a advertir de que la mayor¨ªa absoluta ser¨¢ movida. Si no en el Parlamento, en las plazas. Lo ha dicho, por ejemplo, el ex presidente de la Rep¨²blica Francesco Cossiga: "Berlusconi tendr¨¢ que escuchar y acoger las preocupaciones de todos los antiberlusconianos, es decir, de todos los que hasta ayer estaban representados por Refundaci¨®n Comunista y que ahora se ha quedado sin representaci¨®n parlamentaria. Tendr¨¢ que hacerlo para impedir que se creen las condiciones para que vuelva el terrorismo brigadista...".
Cossiga prev¨¦ que Berlusconi, en cualquier caso, tendr¨¢ dif¨ªcil gobernar. "Contra ¨¦l estar¨¢n los sindicatos, para los cuales no todos los gobiernos son iguales; la magistratura, los poderes fuertes y los grandes bancos. Berlusconi est¨¢ en las mismas condiciones pol¨ªticas en que se encontraba en 2001. Una cosa es ganar y otra gobernar. Para gobernar hay que contar con el apoyo de los sindicatos, de los poderes fuertes y de la magistratura".
"Berlusconi est¨¢ tratando de concienciar a los italianos de que vienen tiempos dif¨ªciles, con sacrificios y medidas impopulares", dice Vespa. Pero, como consecuencia del peso de la Liga Norte (m¨¢s de tres millones de votos), tendr¨¢ que explicar un factor diferente: que el centralismo tiene los d¨ªas contados en Italia. Si el sistema fiscal federal que impone la Liga no se entiende o no se hace bien, Berlusconi tendr¨¢ problemas.
La segunda clave de su Gobierno, ha dicho el l¨ªder de la derecha, ser¨¢ devolver la seguridad a los italianos. Pero, m¨¢s que xenofobia, campos y miedo al inmigrante, los expertos dicen que lo que necesita el pa¨ªs es progreso y justicia: incorporar a la mujer al trabajo, luchar contra la evasi¨®n fiscal (Italia est¨¢ en cabeza de la clasificaci¨®n mundial, con 100.000 millones de euros estimados anuales), subsanar el exceso de regulaci¨®n y de burocracia, y desterrar la extendida cultura de la corrupci¨®n y el enchufe. Aunque pedirle todo eso a un hombre tan acostumbrado como Berlusconi a ver la pol¨ªtica como prolongaci¨®n de sus negocios quiz¨¢ sea demasiado pedir.
Para empezar, el papel de las mujeres en la III Rep¨²blica ser¨¢ tan escaso como lo fue en la segunda y la primera: s¨®lo hay un 17% de mujeres electas. Berlusconi ha prometido nombrar cuatro ministras -ya saben, "el Gobierno de Espa?a es demasiado rosa para el canon italiano"-, y sus favoritas son tres. Como dicen aqu¨ª, la Brambilla, la Carfagna y la Prestigiacomo. Atractivas, tan activas como llamativas, son perfectas para seducir al votante-espectador, y se han hecho las reinas de Youtube.it, pasto ideal para el chascarrillo estereotipado. Michela Vittoria Brambilla, ex presidenta de la patronal de j¨®venes comerciantes e hija de un rico empresario alimentario, es conocida como Brambilla calze autoreggenti, porque ha ense?ado varias veces a las c¨¢maras sus medias autoadhesivas. La honorable diputada treinta?era Mara Carfagna, ex modelo y artista en Mediaset, no ha dudado en dejarse filmar en ba?ador ni en ofrecer primeros planos del generoso escote. Y Stefania Prestigiacomo, ministra de Igualdad de Oportunidades en su segundo Gabinete, se presentaba as¨ª en su curr¨ªculo cuando estaba en el Gobierno: "Cat¨®lica, casada, mujer de negocios". Por ese orden.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.