?Qu¨¦ debemos conmemorar?
A Daniel Barenboim, argentino, jud¨ªo y palestino ejemplar
He firmado, con las reservas que expreso m¨¢s adelante, la carta encabezada por el poeta Mahmud Darwish sobre la pr¨®xima conmemoraci¨®n del 60 aniversario de la creaci¨®n del Estado de Israel. Los hechos expuestos en ella -resumidos en una cita de Edward Sa¨ªd escrita diez a?os antes-, los conoce el lector: desposesi¨®n de sus hogares a centenares de miles de palestinos, reducidos desde entonces a una precaria condici¨®n de refugiados en Cisjordania, Gaza y los vecinos pa¨ªses ¨¢rabes; incumplimiento por Israel de todas las resoluciones de Naciones Unidas sobre ellos; inexorable pol¨ªtica de colonizaci¨®n de los territorios ocupados en la Guerra de los Seis de los D¨ªas. Obviamente, los palestinos no tienen cosa que celebrar sino su propia tragedia: esta Naqba o Desastre que destroz¨® sus vidas y les convirti¨® en hu¨¦spedes indeseados de sus "hermanos ¨¢rabes" en los campos mis¨¦rrimos de Jordania y L¨ªbano o v¨ªctimas de un brutal r¨¦gimen de apartheid en su propia tierra.
Ninguna naci¨®n ha ignorado como Israel las normas de la ONU sin suscitar represalias
Comparto la frase de Halter: "Tengo miedo por Israel e Israel me da miedo"
Tampoco la comunidad internacional tiene motivos de regocijo alguno: gracias al veto norteamericano sus resoluciones son letra muerta. El sost¨¦n incondicional de Washington al expansionismo de Tel Aviv se traduce en una pol¨ªtica de hechos consumados que viola a diario las leyes y normas com¨²nmente consensuadas. Ninguna naci¨®n, desde que la ONU existe, ha ignorado ¨¦stas con tanta constancia, sin suscitar boicoteo ni represalia algunos. Creado para procurar un hogar nacional a los jud¨ªos v¨ªctimas del racismo europeo y luego del Holocausto nazi, a fin de que disfrutaran de un Estado como los dem¨¢s, Israel se ha convertido parad¨®jicamente, como observ¨® Jean Daniel, en un Estado diferente de los dem¨¢s: su obstinada y f¨¦rrea excepcionalidad se prolonga al hilo del tiempo y no tiene trazas de cesar, sino de agravarse.
La situaci¨®n de los palestinos en los Territorios Ocupados ha ido de mal en peor desde la guerra de 1967 en la que Israel derrot¨® a los ej¨¦rcitos ¨¢rabes. Como pude comprobar de visu en sucesivos viajes -Diario Palestino de 1988, Ni guerra ni paz de 1995 y durante la posterior visita a Cisjordania y Gaza con una delegaci¨®n del Parlamento Internacional de Escritores-, las ilusiones forjadas por las declaraciones apaciguadoras de algunos l¨ªderes europeos, el llamado Proceso de Madrid, los Acuerdos de Oslo, la Hoja de Ruta o el m¨¢s reciente ceremonial medi¨¢tico de Annapolis bajo la ¨¦gida del presidente Bush, se desvanecen ante la cruda realidad de los hechos: los guetos degradados y sucios de la franja de Gaza, con sus chabolas miserables, edificios chamuscados o ruinosos, al ba?ales con toda clase de vertidos y basuras, paredes cubiertas de pintadas patri¨®ticas y vengativas, son los mismos de siempre. En Cisjordania, conforme verifiqu¨¦ en la ¨²ltima asomada a Ramala, las alambradas rodean tanto a los asentamientos y puestos de control de ocupante como las zonas castigadas. Protegen y excluyen, unen ¨¢reas separadas y separan ¨¢reas contiguas, entretejen un laberinto de ¨ªnsulas que mutuamente se rechazan e imantan. En algunos lugares resulta dif¨ªcil distinguir lo que abarcan y vedan, su interior y exterior. Un complejo sistema circulatorio, con ramificaciones capilares, manifiesta la voluntad del ocupante de fragmentar el territorio en retazos y part¨ªculas que parecen imbricarse pese a su ignorancia rec¨ªproca. En corto: islotes e islas fortificados en un mar de pobreza y humillaci¨®n. Resulta evidente para cualquier observador que el proceso de paz ha perdido toda su credibilidad. El Gobierno israel¨ª quiere cantonalizar los territorios palestinos y convertirlos en una serie de bantustanes inviables. Los j¨®venes de la franja de Gaza -la inmensa mayor¨ªa de su poblaci¨®n- viven apretujados, sin trabajo, distracciones, posibilidad de emigrar ni de fundar una familia. Dicha situaci¨®n infrahumana explica el apoyo a Ham¨¢s. En palabras de un maestro afiliado a Al Fatah, 'se sienten morir en vida y su coraz¨®n se transforma en una potencial bomba suicida. No les importa morir porque se sienten ya muertos'. La pol¨ªtica israel¨ª de tierra quemada y del cuanto peor, mejor, no es s¨®lo contraproducente sino tambi¨¦n, a la larga, autodestructiva. Recuerdo la frase de Marek Halter, 'tengo miedo por Israel e Israel me da miedo', y comparto su preocupaci¨®n. El tiempo no juega a favor del Estado jud¨ªo ni del unilateralismo de la pol¨ªtica exterior estadounidense causante del desastre de Irak. Los extremismos se alimentan rec¨ªprocamente y conducen a un callej¨®n sin salida: miseria y m¨¢s miseria para los palestinos y permanente inseguridad para Israel pese a su aplastante superioridad militar. La desdichada propensi¨®n a la ret¨®rica de los dirigentes ¨¢rabes -tan justamente denunciada por Edward Sa¨ªd- y reiterada hoy por el presidente de Ir¨¢n, no favorece en modo alguno a la causa palestina: hablar de 'entidad sionista' para referirse a Israel o de 'entidad hostil' como hace el Gobierno de Tel Aviv para justificar el bloqueo y brutal castigo de la poblaci¨®n de Gaza es rendirse a una l¨®gica destructiva. Resulta tan chocante o¨ªr por boca de viceministro de Defensa israel¨ª, Matan Vienel, la amenaza de un holocausto a los palestinos si no cesan su lanzamiento de cohetes artesanales, como la indecente bravata de arrojar a todos los jud¨ªos al mar. La dram¨¢tica situaci¨®n de la Franja, convertida en un gueto de un mill¨®n y medio de personas y sometida desde hace dos a?os a un cruel asedio terrestre, a¨¦reo y mar¨ªtimo, no puede dejar indiferente a nadie. La incapacidad de la Uni¨®n Europea para dar fin a un apartheid peor que el abolido en Sur¨¢frica, exige una mayor implicaci¨®n de todos los pa¨ªses de la cuenca mediterr¨¢nea. Una fuerza de interposici¨®n en torno a Gaza, que impidiera el lanzamiento de cohetes a Sdarot y permitiera vivir dignamente a sus habitantes, como propuso el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ser¨ªa un primer paso en la buena direcci¨®n. El largo y doloroso conflicto palestino-israel¨ª s¨®lo puede resolverse, y alg¨²n d¨ªa se resolver¨¢, mediante el retorno a la legalidad internacional, esto es, a las fronteras existentes con anterioridad a la Guerra de los Seis D¨ªas. Hace 20 a?os, en mi Diario Palestino, citaba la frase de un intelectual de Jerusal¨¦n este sobre el doble y contradictorio sue?o de los descendientes de Isaac e Ismael: la desaparici¨®n o inexistencia milagrosos del adversario. Pero el problema, conclu¨ªa, 'tanto en nuestro caso como en el de ellos, estriba en si estamos dispuestos a aceptar algo menos que nuestro sue?o'. De este sue?o reducido a medias, depende la paz dif¨ªcil, a largo plazo que, desdichadamente, algunos no veremos: un acuerdo que desactive el polvor¨ªn de Oriente Pr¨®ximo y favorezca una paz justa y durable. Entonces, s¨®lo entonces, podremos conmemorar el aniversario de la creaci¨®n de un Estado, o, mejor dicho, de dos Estados -el palestino y el israel¨ª- exactamente como los dem¨¢s.
Juan Goytisolo es escritor.
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