Fundidor de noche, escultor de d¨ªa

Mikel Varas (Bilbao, 1980) lleva el acero en la sangre y a ¨¦l dedica todo su tiempo. De noche trabaja como calderero, de d¨ªa como escultor rodeado de chapas met¨¢licas y hierro. Todos los d¨ªas ve c¨®mo nace y c¨®mo muere el acero. "Ahora quiero ense?arle a hablar para que deje su huella en el cielo", declara despu¨¦s de haber colocado su primera obra en la entrada de las sede alavesa de Tubos Reunidos, donde trabaja en la forja. Tiene cuatro metros de altura, tres toneladas de peso y se llama Infinito, un largo tubo que se retuerce en el aire proyectando en el suelo con su sombra el s¨ªmbolo matem¨¢tico del infinito. Es la primera obra que ve la luz tras varios a?os encerrado en su taller.

Todo comenz¨® con una visita al m¨¦dico de la empresa. Le cont¨® que se dedicaba a la poes¨ªa desde el instituto y tambi¨¦n a la escultura, que ten¨ªa varios premios como finalista en cert¨¢menes internacionales en C¨®rdoba y Bilbao. El m¨¦dico le pidi¨® un dossier y le anim¨® a que presentara una propuesta a la empresa. Lo hizo y al cabo de una semana los directivos le llamaron. Quer¨ªan comprarle una obra. "Me pidieron algo peque?o, un garabato de metal de los que escribo en el aire, pero yo les aclar¨¦ que no buscaba dinero", relata. Lo que iba a ser una maqueta se convirti¨® en una obra de cuatro metros, y el dinero lo rechaz¨® a cambio de material para otra obra m¨¢s. Lo que ahora m¨¢s le ilusiona es contar con encargos.

Se encuentra en conversaciones con el Ayuntamiento de Bilbao para colocar una nueva escultura en el barrio de Rekalde y tiene otras dos preparadas, a la espera de cerrar un acuerdo con otros municipios. Mientras, prepara el lanzamiento de su segundo libro de poes¨ªa y reflexiones, Horizontes Verticales.

"Para m¨ª todo esto es un reto. Trabajo ya tengo. Ahora busco expresar lo que llevo dentro", dice para explicar tanta actividad. Sus amigos del barrio casi le han prohibido que les hable m¨¢s de escultura y los compa?eros de trabajo bromean a diario por su "art¨ªstica pasi¨®n por el acero", pero Mikel Varas no se detiene.

Reconoce su amateurismo y cuenta con una sonrisa que BilbaoArte le ha denegado la beca que ha solicitado para formarse en Finlandia. Dice que no le mueve el dinero ni tampoco el reconocimiento. El hecho de estar en su taller encerrado es el mejor premio.

Trabajando en la forja de Tubos Reunidos, muchas veces en horario nocturno, empieza a pensar en sus esculturas. Despu¨¦s ya en el taller, vuelve a coger el soplete y a moldear el acero. "No parar¨¦ hasta escribir en el aire todo lo que llevo dentro", asegura.