Llamadas con patrocinio
Minority Report, la pel¨ªcula de Steven Spielberg, basada en un relato del febril visionario Philip K. Dick, inclu¨ªa una escena perturbadora. Un atribulado Tom Cruise entraba en un metro futurista y all¨ª un chip escudri?aba en su pupila; inmediatamente, una voz se dirig¨ªa a ¨¦l, con nombre y apellido, para sugerirle un mensaje publicitario. El anonimato estaba abolido en la oscura sociedad de Dick y Spielberg. A la tecnolog¨ªa publicitaria le faltan d¨¦cadas hasta que el futuro se parezca a nuestras pesadillas, pero las compa?¨ªas telef¨®nicas est¨¢n en las primeras fases de tanteo para explotar el mercado en el tel¨¦fono m¨®vil. Todo el mundo tiene uno y con frecuencia lo lleva encima siempre y en todo lugar. Las telef¨®nicas en Espa?a est¨¢n dispuestas a explorar la idea de "descuentos a cambio de publicidad"; el usuario puede pagar menos por sus llamadas si acepta mensajes publicitarios mientras suena el tono de espera en cualquier comunicaci¨®n.
Hasta aqu¨ª, casi todo es correcto, porque el usuario acepta libremente un intercambio. En la campa?a de Orange para m¨®viles -Vodafone tiene una similar para los juegos por ordenador que se descargan por m¨®vil- existe en principio voluntariedad expl¨ªcita: s¨®lo se coloca en quien consiente. Pero hay un problema: ?qu¨¦ sucede con el usuario que, sin tener contrato para rebajar su tarifa, llama a quien s¨ª lo tiene? Si recibe la publicidad que no ha aceptado mientras espera que le respondan la llamada, estamos ante un caso de discriminaci¨®n. Es un caso de publicidad intrusiva.
Por estos vericuetos no deber¨ªa transitar el mercado publicitario. Pero son prevenciones quisquillosas. En las utop¨ªas telef¨®nicas, se llega incluso a prometer telefon¨ªa gratis a cambio de publicidad. Ese mundo feliz estar¨¢ conectado por llamadas telef¨®nicas de negocios, de amistad o de amor dulcemente interrumpidas cada 30 segundos por una recomendaci¨®n para beber un refresco o comprar un coche de tal o cual marca. La privacidad estar¨¢ patrocinada; las comunicaciones urgentes, amenizadas por pegadizas letrillas sobre jabones, perfumes o compa?¨ªas de seguros. El progreso no se detiene.
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