Otro a?o de miscel¨¢nea complutense

Mientras Sabina devoraba el pitillito mentolado con furor de s¨ªndrome abstinente y el Rey tintineaba con sus regios dedos la fenecida copa de tinto, los runrrunes y los blah-blah-blah de cada a?o por estas fechas iban ti?endo de alegre miscel¨¢nea la ma?ana complutense. La cosa es que se va cada primavera al Paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ un poco por el acto acad¨¦mico de rigor, claro, y un mucho por la algarab¨ªa posterior en el jard¨ªn, si el tiempo lo permite -que lo permiti¨®- y si la autoridad as¨ª lo considera oportuno -que tambi¨¦n-. Retumbaban a¨²n, entre los canap¨¦s y los champanes, los ecos del discurso entre l¨ªrico y napalm de Juan Gelman, y al presidente del Gobierno no se le hab¨ªa ido de la boca la sonrisa profid¨¦n. "Gelman es poes¨ªa esencial, vida esencial, y s¨®lo con verle me emociono", dijo Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, un se?or que manda mucho, tiene unas cejas imposibles y se parece cada vez m¨¢s f¨ªsicamente a su mujer, Sonsoles Espinosa, o ella a su esposo (es cosa relativamente com¨²n, ¨¦sta de la simbiosis conyugal en lo f¨ªsico).

Rodr¨ªguez Zapatero no quiso contestar a las claras a este diario sobre si se hab¨ªa sentido o no pol¨ªticamente avalado por las palabras del premio Cervantes cuando ¨¦ste dijo aquello de: "Una Espa?a empe?ada en rescatar su memoria hist¨®rica, ¨²nico camino para construir una conciencia c¨ªvica s¨®lida que abra las puertas al futuro". S¨®lo esgrimi¨® una sonrisa de tal calibre que, en este caso, la callada por respuesta fue una respuesta en toda regla. Al final se lanz¨®: "Es que hay que respetar la memoria; sin memoria no habr¨ªa creaci¨®n art¨ªstica, ni literaria".

Poco antes, en el mismo dintel del aula magna, el presidente de la Real Academia Espa?ola, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, hab¨ªa compartido un animad¨ªsimo vis-¨¤-vis con la directora del Cervantes, Carmen Caffarel, que por cierto, protagonizaba ayer su primer gran acto p¨²blico despu¨¦s de que el ritmo de los tiempos -y de las remodelaciones de Gobierno, ay- provocase las primeras destituciones de altos cargos en el seno del Instituto. Y ya se ver¨¢.

Escritores hubo tirando a pocos. Vaya por delante que no suelen componer la n¨®mina m¨¢s numerosa en el sarao cervantino de cada primavera. S¨ª se vio a Almudena Grandes, Luis Garc¨ªa Montero, Benjam¨ªn Prado, Mart¨ªn Caparr¨®s y Antonio Gamoneda, entre otros.

Lo mismo que hay futbolistas ubicuos o periodistas ubicuos, hay ministros cuasi ubicuos: el de Cultura, C¨¦sar Antonio Molina, estrechaba manos a tutipl¨¦n en el patio del Paraninfo alcala¨ªno al mediod¨ªa, y esto lo lee el lector aqu¨ª, en las p¨¢ginas dedicadas al Cervantes. Qu¨¦ cosas. Si sigue leyendo y echa un vistazo a la siguiente p¨¢gina, la de la entrevista con Saramago, advertir¨¢ que tambi¨¦n sale el ministro cultural y ubicuo, en Lisboa para m¨¢s se?as. C¨®mo es Iberia. O Tap, en su defecto.