Escatolog¨ªa

Joseph Pujol trabajaba con el culo. Alcanz¨® la fama y la cabecera de cartel del Moulin Rouge, hace un siglo, gracias a unos portentosos m¨²sculos abdominales y a un esf¨ªnter privilegiado. Pujol emit¨ªa las ventosidades m¨¢s art¨ªsticas de su tiempo: sus pedos imitaban con precisi¨®n el ruido de un motor o la escala musical. Su n¨²mero estelar consist¨ªa en una reproducci¨®n sonora del terremoto de San Francisco, lo cual da una idea del estr¨¦pito alcanzado sobre el escenario.

Los fen¨®menos de este tipo son, como se ve, antiqu¨ªsimos. No los ha creado la televisi¨®n. Pero la televisi¨®n, que consume con voracidad sus propios productos (lamento insistir en la escatolog¨ªa), necesita fabricar personajes a ritmo industrial. Seg¨²n parece, la principal actividad televisiva consiste, hoy, en seleccionar materia prima. Se realizan castings en todas partes. Castings que sirven, a su vez, para nutrir concursos cuya propia f¨®rmula es el casting, es decir, la selecci¨®n y la eliminaci¨®n.

?D¨®nde va la gente que gana los concursos? A nutrir otros programas, en una noria infinita. Bailarines adultos e infantiles, talentos variados, modelos, cualquier excusa es buena para buscar al personaje. No me parece mal. Al humano siempre le ha gustado mirar a otros humanos, cuanto m¨¢s raros, mejor. No me interesan nada los concursos de aspirantes a famosos. Compruebo, sin embargo, que varias de las personas m¨¢s sensatas y cultas que conozco viven enganchadas a Fama, ?a bailar! en su versi¨®n hardcore, la que ofrece la plataforma digital en sesi¨®n continua. Algo tendr¨¢n esos programas. Yo no lo pillo.

Otros castings me parecen m¨¢s perversos. Quienes eligen a ciertos tertulianos deben ser tan depravados como sus presas. Me refiero a engendros como los que asoman en La noria con el ¨²nico fin de hacer el rid¨ªculo. Y, en concreto, a Paloma Zorrilla, el friki de moda, de quien espero que sea todo postizo: el nombre, la cara y el cerebro. No es posible que exista gente as¨ª. Si esa mujer es real, la humanidad puede darse por fracasada.