Cirug¨ªa para Colombia
El presidente est¨¢ hipotecado por la madeja de relaciones entre paramilitares y pol¨ªticos
Colombia no ha hecho luz todav¨ªa sobre los v¨ªnculos de destacados pol¨ªticos oficialistas con paramilitares y narcotraficantes. La parapol¨ªtica est¨¢ en el origen de su mayor crisis en los ¨²ltimos a?os y pasa una factura creciente al presidente ?lvaro Uribe, que no descarta anticipar las elecciones. Pero tambi¨¦n a la estabilidad institucional del pa¨ªs andino, con da?os colaterales incluso en el Congreso estadounidense, donde influyentes grupos proderechos humanos contribuyen al bloqueo del acuerdo de libre comercio que Bogot¨¢ necesita desesperadamente.
El ¨²ltimo y serio contratiempo para el presidente es el encarcelamiento de su primo y muy estrecho colaborador pol¨ªtico Mario Uribe, pieza clave en la coalici¨®n gubernamental, acusado de tratos con los grupos de extrema derecha que sembraron el terror en Colombia en los a?os noventa con la excusa de combatir a las FARC. Para mayor inri, Mario intent¨® evitar su detenci¨®n solicitando asilo en la Embajada de Costa Rica. Que el desmantelamiento hasta sus ¨²ltimas consecuencias de los paramilitares colombianos no iba a ser una operaci¨®n limpia estaba claro desde hace mucho tiempo. Cuando se juega a la guerra sucia, ¨¦sta acaba contamin¨¢ndolo todo y salpicando a sus impulsores. Pero nunca hasta hoy el chapoteo hab¨ªa llegado tan cerca de la jefatura del Estado.
Bajo la batuta de ?lvaro Uribe desde hace casi seis a?os, Colombia est¨¢ ganando la guerra contra el terrorismo de las FARC, mientras crece a un 7% anual. El presidente, un aliado a ultranza de Estados Unidos en la zona -y vilipendiado por ello especialmente por sus vecinos Venezuela y Ecuador- mantiene elevadas cotas de popularidad. Pero su pacificaci¨®n es ilusoria mientras se mantenga irresuelto el bald¨®n de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia, que hasta su disoluci¨®n en 2006, tras un pacto con el Gobierno, se jactaban de mantener lazos inconfesables con una buena parte de los parlamentarios del pa¨ªs.
La detenci¨®n de Mario Uribe, ¨²ltima de un rosario de pol¨ªticos relevantes, subraya la nula credibilidad del Congreso colombiano. Hasta el punto de que es inevitable preguntarse si puede sostenerse la legitimidad de un poder legislativo en el que un tercio de sus miembros, incluyendo al jefe del partido presidencial, o est¨¢n encarcelados o son investigados por el Tribunal Supremo por sus conexiones secretas con asesinos y narcos.
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