Modorra
Casi exactamente medio siglo despu¨¦s de su primera versi¨®n en castellano, que se public¨® en 1957, ahora acaba de aparecer una nueva traducci¨®n de La revoluci¨®n del arte moderno (Acantilado), del historiador del arte austriaco Hans Sedlmayr (1896-1984), disc¨ªpulo de Max Dvor¨¤k y Julius Schlosser, y, despu¨¦s, sucesivamente, catedr¨¢tico de las universidades de Viena y M¨²nich, maestros y sedes del m¨¢ximo prestigio acad¨¦mico en esta especialidad. De todas formas, ante esta republicaci¨®n espa?ola de uno de sus ensayos m¨¢s pol¨¦micos, la primera reacci¨®n es de asombro, no s¨®lo porque es muy excepcional que un libro de historia del arte, que no sea un "cl¨¢sico", sea capaz de revivir internacionalmente m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de, en efecto, su primera irrupci¨®n p¨²blica, sino, sobre todo, si su tema es un an¨¢lisis cr¨ªtico radical del destino y significado del arte de nuestra ¨¦poca. Por otra parte, aunque el bagaje bibliogr¨¢fico de Sedlmayr es muy variado, su notoriedad est¨¢ estrechamente relacionada con sus ensayos de madurez sobre c¨®mo encuadrar hist¨®ricamente e interpretar el arte vanguardista de los siglos XIX y XX, entre los cuales, adem¨¢s del que da pie a este comentario, tambi¨¦n se tradujeron en nuestro pa¨ªs los titulados El arte descentrado, en 1959, y ?pocas y obras art¨ªsticas, en 1965.
En cualquier caso, en el ep¨ªlogo que adjunt¨® Sedlmayr al final de La revoluci¨®n del arte moderno, no s¨®lo se defend¨ªa de los ataques que recibi¨® por su anterior ensayo El arte descentrado, los cuales le imputaban una concepci¨®n "reificada" de su idea de "centro" o que supuestamente hubiera afirmado que la fuerza art¨ªstica de nuestra ¨¦poca estaba agotada, sino que tambi¨¦n se adelantaba a los que supon¨ªa le iban hacer a su nuevo ensayo por estigmatizar el arte contempor¨¢neo como un "no-arte". En realidad, quien en su momento leyese o ahora lea lo que dej¨® escrito al respecto Sedlmayr, descubrir¨¢ m¨¢s advertencias cr¨ªticas que descalificaciones, porque lo que realmente le preocupaba no era tanto la evaluaci¨®n cr¨ªtica del m¨¦rito en s¨ª de los grandes movimientos de vanguardia o de sus m¨¢ximos representantes, sino qu¨¦ es lo moderno y c¨®mo ha afectado al desarrollo del arte, que ¨¦l cre¨ªa en trance de disoluci¨®n "estetizante".
Aunque lo que a Sedlmayr le produce estupefacci¨®n del revolucionario arte de nuestra ¨¦poca es su infundamentada e infundamentante libertad, nos aportan mucho m¨¢s sus dicterios y pron¨®sticos negativos sobre lo que ocurre que las alocadas apolog¨ªas de los fervorosos ap¨®stoles de la cruzada moderna. En este sentido, se est¨¦ o no de acuerdo con la perspectiva y el m¨¦todo de Sedlmayr, no deja de ser curioso que el incesante despacho de novedades en que se ha convertido la modernidad pr¨¢cticamente no admita otro tipo de literatura que la de propaganda, el g¨¦nero predilecto del comercio y de la pol¨ªtica institucional. Ante esta situaci¨®n de casi nulo perfil cr¨ªtico, no me extra?a que ahora se desempolven antiguos ensayos, como los de Sedlmayr, capaces, por lo menos, de sacudir nuestra beat¨ªfica modorra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.