Arroz con mango
Esto es un arroz con mango", decimos los costarricenses cuando nos referimos a un enredo, a cosas que no se mezclan y por error est¨¢n revueltas. Pues, aunque parezca parad¨®jico, la cultura en Costa Rica mantiene su perfil de "arroz con mango". Del guaro, al vino. Del fumado, al no tabaco. Del abdomen abultado y la gorda billetera, al culto por el spinning. Del silencioso envejecimiento familiar, a los 87 a?os como promedio de vida actual, al viagra y los grupos de tercera edad.
Y es que la mezcla de este arroz con mango, aunque no sea apol¨ªnea, puede llegar a ser muy beneficiosa para la cultura de un pa¨ªs, que ya de por s¨ª alberga un 35% de ADN europeo, un 25% de ADN ind¨ªgena y un 5% de ADN afrodescendiente. Los ticos somos mezcla desde el alma, cristiana, liberal, con excepci¨®n de las minor¨ªas ind¨ªgenas, protestantes, bautistas, ateas, hasta el cuerpo, peque?o, grande, achinado, moreno, flaco, turgente, piernicorto y bigot¨®n u ojiazul y dientes de coco. Lo que importa es la mezcla. Mezcla de microclimas, de dosis pol¨ªticas, de dosis econ¨®micas. Un poco de esto con un poco de aquello es mejor que mucho de una sola cosa, pareciera resumir la filosof¨ªa del "pura vida" cultural que hamacamos entre las ma?anas luminosas o de aguacero, siempre con un "ahorita mismo", a punto de salirse de la boca de la contraparte social, aunque no se cumpla el verbo y se disfrute m¨¢s del talento para mantener el espect¨¢culo del "pura vida". Vitalista y despreocupada consigna cultural.
Pa¨ªs peque?o y mimado en su clima, lejano de virreinatos, proclama en 1864 la ense?anza gratuita, impulsando la educaci¨®n, mucho antes que otros pa¨ªses, como una ruta para la construcci¨®n de la naci¨®n actual. La abolici¨®n del ej¨¦rcito en 1948 refuerza esta ruta, de la mano de una democracia asaltada a veces en el camino.
Educadores recorren el territorio creando escuelas y colegios, al tiempo que se consolida el bipartidismo tradicional y el imaginario de la blanquitud, que llega a resquebrajarse en la actualidad gracias a los medios de comunicaci¨®n, a los intereses transnacionales y a los emergentes grupos civiles y pol¨ªticos. Internet democratiza a¨²n m¨¢s la informaci¨®n. Se crean p¨¢ginas web culturales, informativas y pol¨ªticas. Tambi¨¦n se compran cientos de celulares diarios para una generaci¨®n de j¨®venes mani¨¢ticos de la comunicaci¨®n vacua, desinteresados del acontecer diario. Las meganoticias de los ¨ªconos de la industria del espect¨¢culo, los programas para triunfar por cualquier locura, inundan la televisi¨®n, al igual que en el resto del mundo. Lo econ¨®mico mundial va tejiendo la trama sobre la que se cosen las manifestaciones culturales, al mismo tiempo que las iniciativas de reivindicaci¨®n local, por parte de instituciones independientes y ciertos sectores del Estado, toman inter¨¦s por el rescate de ¨ªconos hist¨®ricos y tradiciones.
En la actualidad gran parte de la poblaci¨®n de los j¨®venes costarricenses sue?an con vivir en Guanacaste, provincia con grandes inversiones estadounidenses y en donde nuestro astronauta Frankling Chang ha construido un laboratorio para la elaboraci¨®n de motores impulsados por plasma. La idea es vivir en Costa Rica, porque vale la pena, con su fresquito de papaya, sus baches en las carreteras, su inseguridad ciudadana, su sistema judicial con una sala cuarta colmada de leyes, pol¨ªticos con causas penales pendientes, y abogados de pol¨ªticos, como una muestra de la vida democr¨¢tica, ganando en d¨®lares, comiendo colones y teniendo a toda la familia cerca para mimarse. Pero esto es para los que pueden cenar sushi y no para los que sufren el desempleo, la paga de una pensi¨®n del Estado, o la espera en un seguro social ¨²nico por ser universal, pero desfasado en sus necesidades de atender a una poblaci¨®n que ya va por los cuatro millones y medio de personas.
La cultura del labriego sencillo, privilegiado en su fundacional red social, ahora se mezcla con los atropellos de la red global del narcotr¨¢fico y la trata de personas, dejando atr¨¢s el "arroz con mango" inicial. Costa Rica ha empezado a jugar en las grandes ligas de las tensiones bipolares. Es el momento de incluir en la receta de la mixtura cartas pol¨ªticas nuevas. Posiciones culturales que tienen que ir m¨¢s all¨¢ del "pura vida", espectacularmente estabilizador, pero invisibilizador de nuestros vicios identitarios, como el relativismo conductual o el cinismo legal, y que contengan tanto a los buscadores de un nuevo humanismo iberoamericano, porque la lengua nos sigue hermanando y sosteniendo, como a los seguidores del nuevo capitalismo social, hijo arrepentido del capitalismo salvaje.
Una vicepresidenta se formula como posible pr¨®xima presidenta del pa¨ªs. M¨¢s del 50% de las parejas no se casan y el Instituto sobre Masculinidad crece en sus logros y necesidades. Ya no saludamos a desconocidos en los bares porque nos pueden asaltar, pero seguimos reacios a que nos cambien el paisaje de la paz y el d¨ªa del desfile de la independencia.
Una ¨²ltima mixtura se suma a la receta. El paisaje que nos hered¨® Gea es ahora un valor agregado. Validamos p¨²blicamente su despensa de agua, aire, tierra y biodiversidad (el 6% del planeta) retroaliment¨¢ndonos la identidad y la pertenencia.
Esta cultura de la integraci¨®n de la naturaleza, con la urbe, nos da la posibilidad de dejar de ser periferia para pasar a ser centro de inter¨¦s. Una nueva conciencia biocultural aporta ahora su propio paisaje a la cultura del pac¨ªfico tico, enriqueciendo su autoestima y su vocaci¨®n de civil americano. -
Dorelia Barahona Riera (San Jos¨¦ de Costa Rica, 1959) acaba de publicar la novela La ruta de las esferas (Belacqua). En 1989 obtuvo el Premio Juan Rulfo de primera novela, otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes de M¨¦xico, por De qu¨¦ manera te olvido.
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