El mejor amigo del preso
Dos perros labradores sirven de terapia en la c¨¢rcel de Monterroso
Junio y Ada son dos perros pac¨ªficos, amigables, tranquilos, alegres y no agresivos. No cometieron ning¨²n delito ni est¨¢n privados de libertad, aunque viven en el centro penitenciario de Monterroso (Lugo). Sus caracter¨ªsticas, comunes a la raza labrador a la que pertenecen, son las que les confieren una idoneidad especial para actuar como aut¨¦nticos terapeutas con internos de dif¨ªcil integraci¨®n y escasa relaci¨®n carcelaria.
A¨²n son unos cachorros, pero ahora y cuando crezcan ser¨¢n fieles a quienes los cuiden y "nunca har¨¢n distinciones de razas o delitos". Lo dice Carmen, la pedagoga que forma parte del programa Terapia Asistida con Animales (TAC) que se aplica en el centro monterrosino desde el pasado mes de octubre. El proyecto est¨¢ dirigido a internos con "escasa capacidad de empat¨ªa, baja autoestima o con problemas de adaptaci¨®n y d¨¦ficit de relaciones interpersonales", afirma Elvira, la subdirectora de tratamientos.
Hay 400 reclusos en lista de espera para participar en la terapia
"Los perros no molestan, no piden tabaco y no puedes re?ir con ellos"
El programa se inici¨® con esta pareja de cacharros de siete y 10 meses que fueron seleccionados por la empresa Affinity, dedicada a promover la aplicaci¨®n de programas de terapia asistida con animales. Despu¨¦s, la junta de tratamiento del centro, y especialmente la psic¨®loga, fue la encargada de realizar la relaci¨®n de internos susceptibles de ser tratados con esta terapia.
Aun siendo seleccionados, los internos no est¨¢n obligados a aceptar el programa, pero hasta ahora no hubo ninguno que se negara a participar. Es m¨¢s, hay una lista de espera de m¨¢s de 400 presos.
El programa, que cuenta con un coordinador, est¨¢ controlado por la subdirectora de tratamiento, un educador, una psic¨®loga, una pedagoga y un trabajador social, que eval¨²an semestralmente a los ocho reclusos -tres encargados y cinco usuarios- que forman parte de la terapia.
Carmen y Elvira coinciden en que la evoluci¨®n terap¨¦utica es "incre¨ªble". Hablar o sonre¨ªr es algo cotidiano en la vida de cualquiera, pero hasta que comenz¨® esta terapia animal era casi imposible para estos reclusos que apenas sal¨ªan de sus celdas y que raramente se comunicaban con otros presos o funcionarios. Los canes, iron¨ªas de la vida, disfrutan de un espacio abierto dentro de la prisi¨®n, donde disponen de todas las comodidades y la supervisi¨®n peri¨®dica de un veterinario.
Carlos Albert, un valenciano al que a¨²n le quedan cuatro a?os en Monterroso, es uno de los reclusos encargados. Oy¨¦ndolo parece incre¨ªble que tuviera problemas de comunicaci¨®n, pero as¨ª era antes del programa. Ahora pasa tres horas diarias con los perros y controla que "todo est¨¦ limpio y que reciban la dosis de pienso adecuada". Est¨¢ "encantado" con los canes y los ve como una manera de "entretenerse", al margen de que, ironiza, "no molestan, no piden tabaco y no puedes re?ir con ellos". Su favorita es la perra, porque Junio "parece m¨¢s un gato, aunque si llevas comida puedes hacer con ella lo que quieras". Ahora no quiere apartarse de los perros durante el tiempo que le queda en la prisi¨®n.
Es un deseo que comparte el vallisoletano Lu¨ªs ?ngel Alonso Colodr¨®n, quien ya conoce el cuidado animal porque es propietario de un pastor alem¨¢n. Reconoce que sin los perros "no ser¨ªa lo mismo", y eso que s¨®lo puede estar con ellos una hora al d¨ªa.
Francisco Ferreiro Gal¨¢n -todos quieren que figuren sus dos apellidos- es de Lugo y tambi¨¦n se siente "contento" con esta actividad, que define como "positiva", aunque invierte el tiempo en el centro penitenciario en otros talleres. Aun as¨ª, reconoce que "los perros son muy agradecidos".
M¨¢s introvertido es el tinerfe?o Juan Jes¨²s Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez. Sin embargo, no duda en afirmar que los perros son para ¨¦l "lo m¨¢s importante". Admite que los canes "ayudan" y no quiere apartarse de ellos cuando concluya el curso, por lo que le gustar¨ªa relacionarse una hora diaria con Junio y Ada durante los cuatro a?os que a¨²n le quedan en la c¨¢rcel.
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