Karajan: uno de los grandes
Ma?ana, junto con EL PA?S, dos CD del director, por 5,95 euros
El a?o del centenario del nacimiento de Karajan tiene algo desconcertados a los aficionados de siempre, a esos de toda la vida a los que se les pone en la tesitura de elegir entre el amor o el odio, de dilucidar si su h¨¦roe era, en realidad, un villano, si tanta fama era pura mercadotecnia, si en realidad se trataba de un genio o de un perfecto estafador cultural. Desde esa fotograf¨ªa que lo muestra al frente de una raqu¨ªtica orquesta en Ulm a esas otras en las que patronea su propio barco frente a Saint Tropez, 50 a?os de carrera le contemplan estupefactos. Es lo que la cineasta de ese Hitler a cuya ideolog¨ªa se apunt¨® porque le conven¨ªa -otros no lo hicieron y lo pagaron- llam¨® el triunfo de la voluntad, un caiga quien caiga que le aup¨® al puesto so?ado, la direcci¨®n de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, en 1955, y al a?o siguiente -cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido los 50- al Festival de Salzburgo y a la ?pera de Viena. El protegido del omnipotente -o eso cre¨ªa ¨¦l- Walter Legge -el mejor productor de discos de la historia y a quien el director llamaba "mi ¨¢lter ego"- parec¨ªa haber tocado techo cuando otros empiezan a atisbar d¨®nde est¨¢n sus l¨ªmites. Y a partir de ah¨ª todo fue un camino de triunfos en el que su absoluto poder no era contestado, no pod¨ªa ser puesto en duda.
Karajan fue el ep¨ªtome del ¨¦xito all¨¢ donde ni siquiera Toscanini hab¨ªa llegado, entre otras cosas porque el austriaco supo ponerse al lado de la t¨¦cnica, ir asimilando todas las innovaciones del sonido grabado y encabezar cada cambio, estar antes que nadie donde s¨®lo ¨¦l pod¨ªa estar. Se ali¨® con quien le ofrec¨ªa un trono a¨²n mayor que el anterior, pero jam¨¢s dud¨® de que el camino emprendido solamente conduc¨ªa a la perfecci¨®n y todo hab¨ªa de sacrificarse en el ara de su propio ego.
Tan alargada fue su sombra que hoy, 19 a?os despu¨¦s de su muerte, una industria en b¨²squeda de su propio futuro sigue empe?ada en la tarea imposible de encontrarle sucesor. No s¨®lo por su tir¨®n medi¨¢tico, sino porque su personalidad a la hora de convertir una orquesta en una m¨¢quina implacable se fue a la tumba con su due?o.
Lo que queda de la obra de Karajan, considerada desde el ¨²nico punto de vista que a la postre nos interesa, es decir, el art¨ªstico, est¨¢ en sus discos, esos que para algunos revelan el anhelo por uniformizar el sonido y para muchos m¨¢s la evidencia de estar ante un director de orquesta de primer¨ªsima categor¨ªa.
Su Beethoven ha sido durante generaciones una suerte de lingua franca a la que los sucesivos perfeccionamientos -a veces revolucionarios como los de Harnoncourt ayer o Paavo J?rvi hoy- no han privado de su pertinencia. Y lo mismo cabr¨ªa decir de su Chaikovski, su Cos¨¬ fan tute mozartiano, su Ariadne auf Naxos de Strauss o sus l¨²cidos acercamientos a la Segunda Escuela de Viena en los que utiliz¨® con una consciencia que revelaba su profundo conocimiento de las partituras todo el arsenal t¨¦cnico necesario para que se escuchara lo que en las salas de conciertos era imposible percibir. Sin una excepcional capacidad anal¨ªtica y una orquesta de primera clase como la Filarm¨®nica de Berl¨ªn -que era el guante perfecto para su pu?o de hierro- no hubiera sido factible ese Wagner suyo que es, por momentos, pura m¨²sica de c¨¢mara.
La selecci¨®n que EL PA?S ofrece a sus lectores a partir del lunes corresponde a la ¨¦poca en la que Karajan se convertir¨¢ en uno de los grandes, es decir, a la de su relaci¨®n con la Philharmonia -la orquesta que fundara Legge y que con el maestro se situar¨¢ entre las mejores del mundo-, que abarcar¨¢ de 1946 a 1955, y a sus inicios como titular de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Para muchos expertos, ¨¦se es el mejor Karajan, el que revela con menos gangas sus puras ideas musicales y no s¨®lo sonoras. Ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, su primera grabaci¨®n completa de las sinfon¨ªas de Beethoven -habr¨ªa otras dos, en 1963 y 1977-, su Brahms -Requiem alem¨¢n con Schwarzkopf y Hotter m¨¢s la Filarm¨®nica de Viena-, su Richard Strauss o su fabuloso Sibelius. Y c¨®mo no, la ¨®pera, con una Madame Butterfly de Puccini -con Callas y Gedda- que s¨®lo puede compararse con la de Barbirolli o con la que ¨¦l mismo volviera a grabar casi veinte a?os despu¨¦s con Pavarotti. Un Karajan ¨¦ste, por as¨ª decir, todav¨ªa sin contaminar por la fama y el duro deseo de durar.
A toda m¨²sica
EL PA?S conmemora el centenario del nacimiento de Herbert von Karajan (1908-1989) con una colecci¨®n de 25 CD que incluyen sus mejores interpretaciones orquestales y vocales. Ma?ana, con el diario, y por s¨®lo 5,95 euros, las dos primeras entregas, que incluyen las Sinfon¨ªas n? 1, n? 3, n? 4 y n? 5 de Beethoven. El resto, con m¨²sica de los grandes compositores de la historia, se podr¨¢n adquirir al comprar EL PA?S, cada s¨¢bado, por 5,95 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.