Prep¨¢rense para una gran decepci¨®n
El marat¨®n dem¨®crata protagonizado por Clinton y Obama ha ayudado al candidato republicano. Pero seguramente ninguno de los tres podr¨¢ ser todo lo que el mundo desea
Esta es la conclusi¨®n que saco del ¨²ltimo acto del espect¨¢culo de t¨ªteres en Pensilvania: gane quien gane las elecciones presidenciales en noviembre, el mundo se sentir¨¢ decepcionado.
Una consecuencia evidente de la interminable contienda de los dem¨®cratas, sobre todo si se prolonga hasta la convenci¨®n de Denver en agosto, es que mejorar¨¢n las posibilidades de victoria de John McCain. De hecho, el resultado de Pensilvania es el mejor resultado al que pod¨ªan aspirar los republicanos. Hillary obtuvo una victoria suficiente para permanecer en la carrera, pero no lo suficientemente clara como para empezar a dar la vuelta a la situaci¨®n. Los responsables de la campa?a de McCain deben de estar frot¨¢ndose las manos de satisfacci¨®n.
Una consecuencia de la interminable contienda de los dem¨®cratas es que mejoran las posibilidades de victoria de McCain
Supongamos que gana Obama. La gente de todo el mundo se sentir¨ªa encantada. ?se ser¨ªa su primer problema
La elecci¨®n de McCain como presidente ser¨ªa en s¨ª misma una decepci¨®n para un mundo fascinado con Barack Obama. Habr¨ªa una sensaci¨®n de que las cosas no cambian y un mont¨®n de bromas cansadas sobre McBush. McCain, a diferencia de George W. Bush, tiene una biograf¨ªa que impone respeto. Desaf¨ªo a cualquiera que lea sus memorias, Faith of my fathers, a no sentirse conmovido por los fragmentos que recuerdan su cautiverio y sus torturas en Vietnam. Cuando los republicanos dicen de ¨¦l que es un aut¨¦ntico h¨¦roe americano, por supuesto, est¨¢n llevando a cabo una operaci¨®n de marketing pol¨ªtico; pero adem¨¢s es verdad.
Por desgracia, eso no quiere decir que pueda ser un buen presidente para esta era en la que vivimos. Si estuvi¨¦ramos envueltos en una Tercera Guerra Mundial contra una nueva Alemania nazi, lo ser¨ªa; pero no es el caso. Seguramente, los m¨²ltiples desaf¨ªos que afrontar¨¢ el nuevo presidente son, en conjunto, no menos serios que la amenaza nazi, pero exigen otro tipo de l¨ªder. Me temo que McCain no posee el temperamento, la experiencia, la mentalidad ni el atractivo internacional que necesita este momento. Como personaje, es un volc¨¢n. Estalla y luego se apaga. Es una caracter¨ªstica que est¨¢ muy bien en muchas situaciones (en una redacci¨®n de peri¨®dico es casi un requisito), pero no precisamente en las relaciones internacionales. Tiene amplia experiencia como senador, pero no en instancias de gobierno. Su mentalidad se corresponde con su edad: en Irak est¨¢, en cierto modo, todav¨ªa combatiendo en Vietnam. Y es un h¨¦roe muy americano. Su atractivo para otros pa¨ªses es muy limitado.
Sigo pensando que Hillary Clinton est¨¢ mejor preparada para ser una buena presidenta en estos tiempos. Pese a su reciente fanfarroner¨ªa a prop¨®sito de Ir¨¢n ("podr¨ªamos aniquilarlos por completo"), creo que tiene el temperamento, la experiencia y la mentalidad imprescindibles para ser lo que el mundo necesita en Washington en los pr¨®ximos cuatro a?os: un timonel seguro. Sobre el papel, su experiencia es menor que la de McCain, pero eso es no tener en cuenta el car¨¢cter extraordinario de la Casa Blanca de Clinton, en la que, seg¨²n recuerda todo el mundo, fue mucho m¨¢s que una t¨ªpica primera dama. Con cuidado de evitar toda referencia a Lord y Lady Macbeth, la sociedad formada por Hillary y Bill es una de las m¨¢s formidables de la historia pol¨ªtica. Pese al fracaso de sus reformas sanitarias, o en parte debido a esa amarga experiencia, sabe exactamente c¨®mo trabaja la maquinaria -cada vez m¨¢s disfuncional- del Gobierno en Washington, qu¨¦ palancas conviene engrasar, a qui¨¦n hay que adular y a qui¨¦n gritar. Obama tiene raz¨®n: es un personaje de los de Washington de toda la vida. Y Obama se equivoca: ¨¦sa es una de sus grandes ventajas. Sobre pr¨¢cticamente cualquier tema, siempre est¨¢ muy bien informada y entiende las complejidades (incluidas las de Ir¨¢n), pese a que las simplifique con fines electorales.
Hace un a?o habr¨ªamos dicho que adem¨¢s posee atractivo internacional. Nos preocupaba una alternancia aparentemente interminable entre los Bush y los Clinton, pero la mujer a la que el mundo conoc¨ªa ya simplemente como "Hillary" era una marca de imagen asombrosa, y la estrella Bill iba camino de ser, para tomar prestado el chiste que ¨¦l mismo atribuye a un amigo suyo escoc¨¦s -y un chiste escoc¨¦s no es cosa de risa-, "el primer laddie" (con un juego de palabras entre lad = chico y lady = dama). Pero eso fue antes de que Obama se convirtiera en Obama. Hoy, la Obamaman¨ªa es un fen¨®meno mundial, quiz¨¢ mayor que la Dianaman¨ªa, porque los nuevos medios surgidos en los 10 a?os desde que muri¨® Diana -los v¨ªdeos de YouTube, la blogosfera, etc¨¦tera- han multiplicado su alcance por 10. La suerte de Hillary es la del golfista brillante que tiene la desgracia de competir en los mismos a?os que Tiger Woods. Todo es relativo. De modo que ahora, aunque la superwoman Hillary destrozase el techo de cristal supremo, el mundo sentir¨ªa una punzada de desilusi¨®n.
?Y si gana Obama? En primer lugar, cada vez parece menos probable. El otro d¨ªa le dijo a Jon Stewart en el programa The daily show que "la senadora Clinton me ha hecho un favor". Dice que, tras sus ataques, est¨¢ mejor preparado para soportar una ofensiva de la maquinaria de ataque republicana en unas elecciones generales. Clinton le ha puesto a prueba, "como en unos entrenamientos". Pero la verdad es que el espect¨¢culo de t¨ªteres no ha favorecido la imagen de ninguno de los dos. Pensilvania ha puesto de relieve que Obama sigue sin poder conquistar a los trabajadores blancos ni a los llamados "dem¨®cratas de Reagan". Seg¨²n John Dickerson, de la revista Slate, los comentarios que se filtraron de Obama sobre los habitantes de pueblos peque?os en situaci¨®n de desventaja econ¨®mica que "se aferran a las armas, o la religi¨®n, o la antipat¨ªa por quienes no son como ellos" le han perjudicado enormemente. Entre los votantes en la primaria de Pensilvania, dice Dickerson, Clinton obtuvo el apoyo del 60% de los due?os de armas, el 59% de los habitantes de pueblos peque?os y la mayor¨ªa de los que practican alguna religi¨®n.
No obstante, supongamos que gana Obama. La gente de todo el mundo se sentir¨ªa encantada, llena de esperanza. ?se ser¨ªa su primer problema. Las expectativas mundiales son tan elevadas que son imposibles de cumplir, igual que Diana no pudo volver a ser una persona normal y corriente.
Si existen dudas sobre la experiencia de gobierno de McCain y Clinton, ambos parecen Washington y Lincoln en comparaci¨®n con Obama. Su inexperiencia ha quedado patente en la campa?a y se ver¨ªa a¨²n m¨¢s en el Despacho Oval. Nunca ha dirigido ninguna gran organizaci¨®n; ahora tendr¨ªa que dirigir la mayor de todas. A diferencia de Hillary, no sabe exactamente qu¨¦ palancas conviene engrasar para salir adelante en las oscuras y sucias calderas de Washington, y, al menos al principio, quiz¨¢ le diera asco tener que hacerlo. Los antecedentes de la pol¨ªtica exterior practicada por presidentes dem¨®cratas inexpertos durante su primer mandato no son alentadores, desde Kennedy hasta Clinton, pasando por Carter (hay que dejar aparte a Truman: siempre hay una excepci¨®n a la regla).
Por ¨²ltimo, pero igualmente importante, est¨¢ la diferente situaci¨®n que ocupa Estados Unidos en el mundo hoy con respecto a la ¨¦poca de Kennedy, para no hablar de la de Truman. Pese a todas las dificultades estructurales que afronta China, pese a las ventajas de la sociedad libre de Estados Unidos y su dominio militar, su poder relativo ha disminuido, sigue disminuyendo y disminuir¨¢ a¨²n m¨¢s. Ocurre, sobre todo, en el caso del poder econ¨®mico, porque el pa¨ªs ha vivido por encima de sus medios, el gasto oficial se ha centrado en los usos militares y los grandes bancos de Nueva York acuden con la gorra en la mano en busca de los fondos soberanos de Arabia y Asia. Puede que Obama se parezca a John F. Kennedy cuando habla, pero su Estados Unidos no podr¨¢ "pagar cualquier precio, soportar cualquier carga, hacer frente a cualquier dificultad, apoyar a cualquier amigo" (como dijo Kennedy en su legendario discurso de toma de posesi¨®n). Ya no puede permit¨ªrselo.
Es decir, sea cual sea el resultado de las elecciones, prep¨¢rense para una gran decepci¨®n. Si lo hacen, es posible que la decepci¨®n no sea tan grande. -
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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