?Le importa con qui¨¦n se acuesta su presidente?
En los pa¨ªses anglosajones, los asuntos personales de los mandatarios son motivo de escrutinio. Un esc¨¢ndalo sexual puede poner fin a una carrera pol¨ªtica. En Espa?a, no. ?Por qu¨¦?
El alcalde de Detroit (Estados Unidos), Kwame Kilpatrick, est¨¢ acusado de perjurio por mentir acerca de su relaci¨®n con su jefa de gabinete. El brit¨¢nico Max Mosley, presidente de la Federaci¨®n Internacional de Automovilismo (FIA), se defiende frente al v¨ªdeo en el que supuestamente aparece en una org¨ªa con prostitutas y simbolog¨ªa nazi. Y en Espa?a, qu¨¦, ?no hay esc¨¢ndalos sexuales? Pues, por partes.
El pasado mes de marzo salt¨® la noticia de que el ultracat¨®lico ex concejal del PP mallorqu¨ªn Javier Rodrigo de Santos estaba acusado de usar fondos municipales en clubes de prostituci¨®n gay. Casi simult¨¢neamente al caso balear, Eliot Spitzer, gobernador de Nueva York, abanderado de la moralidad en su etapa de fiscal, dimite tras gastar 52.000 euros en prostitutas (lo que atenta contra las leyes neoyorquinas, donde la prostituci¨®n se considera un delito). En Espa?a hay medios que otorgan m¨¢s relevancia al caso Spitzer que al asunto patrio. ?C¨®mo es eso? A Rodrigo de Santos, en este pa¨ªs, se le recrimina el uso de los fondos p¨²blicos m¨¢s que el uso de servicios sexuales. Lo que en EE UU es un esc¨¢ndalo penal, pero sobre todo sexual, aqu¨ª es sobre todo un asunto de malversaci¨®n de fondos. Tradiciones distintas, creencias distintas.
"En Espa?a somos m¨¢s tolerantes, somos vanguardia", dice un experto
El respeto espa?ol a la autoridad hace que no se entre en la vida privada
"Siempre ha habido amantes y aqu¨ª eso casi da prestigio", dice M. ?. Rodr¨ªguez
A los anglicanos se les exige una mayor rectitud, integridad y coherencia
As¨ª se funciona en Espa?a: la vida privada del pol¨ªtico es cosa suya, las historias de alcoba se quedan tras la puerta y el que est¨¦ libre de culpa, que tire la primera piedra. ?C¨®mo se explica que el pa¨ªs del "huy, f¨ªjate", del patio de vecinas, del cuentan que y el parece que, de la t¨®mbola y el tomate, sea uno de los m¨¢s respetuosos con la vida privada de los pol¨ªticos? Pues las razones son varias, las de m¨¢s peso, culturales y religiosas. Pero la existencia de la prensa rosa es uno de los factores que ayuda a explicar el fen¨®meno. La basurilla ya tiene sus v¨ªas de escape. Existe un pacto t¨¢cito entre los pol¨ªticos de no usar la vida privada como arma, s¨ª, los hay que se lo han saltado recientemente, tambi¨¦n, pero el p¨²blico ya sabe d¨®nde encontrar su fast food emocional, su carnaza, sus personajes de pimpampum, sus historias de s¨¢banas y cuernos.
"Aqu¨ª en Espa?a siempre ha habido temas de amantes y eso casi da m¨¢s prestigio que otra cosa, el problema es con qui¨¦n te pillan". Habla Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, ex portavoz del Gobierno en la ¨¦poca del PP que tambi¨¦n ha trabajado en temas de asesor¨ªa a pol¨ªticos. "Hay un pacto no escrito entre periodistas y pol¨ªticos, de esas cosas no se habla, somos m¨¢s tolerantes". Desde Burdeos, el fil¨®sofo Daniel Innerarity saluda esta actitud como una prueba de ciudadan¨ªa democr¨¢tica. Profesor de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad de la Sorbona-Par¨ªs 1, celebra que en Espa?a no se traspasen determinadas l¨ªneas y se lamenta de la exhibici¨®n que de su vida en pareja realiza el presidente de la Rep¨²blica, Nicolas Sarkozy, que est¨¢ rompiendo con toda una tradici¨®n en la Quinta Rep¨²blica. Mitterrand ten¨ªa sus historias, pero se manejaba con discreci¨®n. A Sarkozy le gusta salir en la foto con Carla Bruni, y eso, a muchos franceses, les irrita.
En Espa?a tambi¨¦n hay pol¨ªticos a los que les gusta exhibirse m¨¢s que a otros en los medios del coraz¨®n. La redactora jefe de Diez Minutos Rosa Ballar¨ªn elabora un ranking: Jos¨¦ Bono, Esperanza Aguirre, Ana Botella, Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Pol¨ªticos a los que nos les importa salir en las revistas, que en ocasiones se fotograf¨ªan con la familia, que se prestan. Raras avis. Comp¨¢rese la reciente boda de la ministra de Defensa Carme Chac¨®n, que consigui¨® mantener a raya a los fot¨®grafos que le persegu¨ªan por la autopista para conseguir una imagen, con la pompa y el boato de la boda de Ana Aznar. "Que fue casi como una boda de Estado", recuerda Joan Herrera, portavoz de Iniciativa per Catalunya Els Verds (ICV). "Hay gente que coquetea con ese traslado de su vida privada", a?ade.
Miguel ?ngel Sacaluga, que asesor¨® al socialista Rafael Simancas en la campa?a electoral de las auton¨®micas madrile?as, dice que solemos saber de la vida de aquellos que la exhiben: "La demanda de ese tipo de informaci¨®n se crea, los famosos comercializan su vida y crean una necesidad; si los pol¨ªticos quieren crear esa demanda, lo consiguen".
La irrupci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas y los v¨ªdeos colgados en YouTube vuelven a cualquiera vulnerable a todo tipo de atropellos. Y m¨¢s si es una figura p¨²blica. Es el caso de Mosley y su org¨ªa nazi. A Ilkka Kanerva, el ministro de Exteriores finland¨¦s, le pillaron por sus mensajes de m¨®vil. "?C¨®mo ser¨ªa tocarte con los dedos en un club nocturno?", dec¨ªa uno de los 200 SMS que envi¨® a una vedette de 29 a?os y que condujeron a su destituci¨®n. Al alcalde de Detroit, Kwame Kilpatrick, le delataron sus mensajes de m¨®vil. Est¨¢ acusado de perjurio. Y eso s¨ª que es grave en Estados Unidos.
Porque en Espa?a, la mentira se tolera mejor. La hipocres¨ªa, tambi¨¦n. En Estados Unidos, cuidado. Un@ podr¨¢ tener un@ amante o no, pero, desde luego, lo que no puede hacer es mentir. All¨ª est¨¢ el calvario de Bill Clinton, con sus escabrosos detalles de puros y prendas manchadas de esperma, por mentir en relaci¨®n con su affaire con la becaria Monica Lewinsky.
"En el mundo anglosaj¨®n se da gran importancia a la transparencia y a la integridad", explica Montserrat Guibernau, que lleva 18 a?os viviendo en el Reino Unido y ejerce de catedr¨¢tica de Ciencias Pol¨ªticas en Londres. "Se entiende que la persona es un todo; si es mala con su familia, ?c¨®mo no pensar que puede serlo con los ciudadanos? Si no eres ¨ªntegro, dimites o fuerzan tu dimisi¨®n. Pero en Espa?a es distinto, nadie dimite". Las ra¨ªces religiosas desempe?an un papel crucial, dice el diputado de Converg¨¨ncia i Uni¨® Jordi Xucl¨¤: "En Espa?a existe una tradici¨®n cat¨®lica, est¨¢ el pecado y el perd¨®n, se asume que la vida es imperfecta", declara. En la ¨®rbita anglicana, sin embargo, no existe la confesi¨®n para ser redimido y no es Dios el que juzga, sino toda la comunidad la que desempe?a ese papel de juez, explica la profesora Guibernau. Dicho de otro modo: en el mundo protestante y anglicano, se exige una mayor rectitud, una mayor integridad, una coherencia entre la vida privada y la p¨²blica. Aqu¨ª en Espa?a somos un poco m¨¢s relajaos. "Este pa¨ªs es muy tolerante en el terreno sexual probablemente porque todos piensan que en alg¨²n momento pueden caer en lo mismo", sostiene Eduardo Garc¨ªa Martilla, experto en comunicaci¨®n: "En estos temas somos vanguardia, el puritanismo anglosaj¨®n se est¨¢ viniendo abajo".
La profesora Guibernau piensa que no es cuesti¨®n de tolerancia. Explica, como hacen algunos otros asesores de comunicaci¨®n consultados, que tambi¨¦n ejerce un gran peso el tradicional respeto reverencial a la autoridad, una herencia del franquismo. "Hay una distancia mayor entre los que sustentan el poder y el pueblo, son intocables". De hecho, se?ala que le sorprendi¨® sobremanera el episodio del secuestro de la revista El Jueves por presentar en portada un dibujo del Pr¨ªncipe y Letizia en la cama: "En el Reino Unido, la familia real ha salido de todas las formas y colores". En 25 a?os se ha pasado de no saber nada de la Corona a hablar de Camila Parker Bowles y el tampax.
El hueco que en Espa?a cubren las revistas del coraz¨®n, en el Reino Unido lo ocupa la prensa amarilla. Unos medios que con su persecuci¨®n fuerzan a los propios pol¨ªticos a que se confiesen al sentir en el cogote el aliento de los sabuesos. Es lo que le pas¨® hace apenas tres semanas al alcalde de Londres, Ken Livingstone: tuvo que desvelar que era el padre de cinco hijos de tres relaciones distintas. Aqu¨ª, nadie destapa un caso de estas caracter¨ªsticas, y si lo hace, el asunto se diluye en los mentideros pol¨ªticos o es noticia aislada que no alcanza ning¨²n vuelo.
Para salir en la prensa rosa hay que dar facilidades. Y para no salir, poner obst¨¢culos. La publicaci¨®n de unas fotos de las hijas del presidente Zapatero en agosto de 2004 en la revista Diez Minutos supuso la emisi¨®n de un burofax desde La Moncloa que marcaba las l¨ªneas rojas. El presidente defend¨ªa los derechos de dos menores y reivindicaba su derecho a la intimidad. Un aviso a la prensa del coraz¨®n. El matrimonio Aznar, sin embargo, era m¨¢s dado a la foto en familia.
El redactor jefe de la revista Lecturas Alfredo Gar¨®fano se?ala que en tiempos del PP era m¨¢s f¨¢cil trabajar. De los garbeos por alta mar de Eduardo Zaplana o Jaume Matas en Mallorca llegaba puntual informaci¨®n, hab¨ªa facilidades para sacar la foto. Con los socialistas, en general, todo lo contrario.
Luego est¨¢ el tema del inter¨¦s. La redactora jefe de Diez Minutos dice que los pol¨ªticos se mueven en una esfera intelectual que interesa poco al p¨²blico del coraz¨®n. Repantingado en su butaca y con la sonrisa de medio lado, el convergente Jordi Xucl¨¤ bromea: "Si los pol¨ªticos no estamos all¨ª, ser¨¢ porque no somos tan interesantes como Bel¨¦n Esteban".
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