Atentado en Kabul
El fallido asesinato del presidente Karzai pone de relieve la fragilidad de Afganist¨¢n
El atentado talib¨¢n al que sobrevivi¨® ayer el presidente de Afganist¨¢n es un serio aviso sobre la gravedad de una situaci¨®n que Washington y la OTAN no parecen capaces de atajar. Por encima de otras consideraciones, el ataque contra Hamid Karzai, en el que murieron seis personas, prueba que los fundamentalistas isl¨¢micos, a los que EE UU y las tropas afganas expulsaron del poder en 2001, est¨¢n en condiciones de llevar su lucha al mismo coraz¨®n del Estado, hasta un fort¨ªn te¨®ricamente sellado. El intento de asesinato se produjo en un desfile solemne, con nutrida presencia de dignatarios, cerca del palacio presidencial, desde un edificio vecino, con armas autom¨¢ticas y lanzagranadas.
El magnicidio frustrado desacredita el edulcorado discurso del Gobierno de Kabul y sus valedores, seg¨²n el cual los debilitados talibanes s¨®lo son capaces de operar en escenarios marginales del pa¨ªs centroasi¨¢tico. La realidad es que desde hace dos a?os y con creciente intensidad y eficacia plantan cara a las tropas internacionales y afganas en distintas regiones, a la vez que multiplican, con la colaboraci¨®n de Al Qaeda, sus mort¨ªferos atentados suicidas. Alrededor de 12.000 personas han muerto violentamente en ese tiempo.
Con un ojo puesto en la reelecci¨®n, Karzai, que acaba su primer mandato dentro de un a?o, acaba de criticar duramente la manera en que Washington y, subsidiariamente, Londres dirigen sus operaciones militares en Afganist¨¢n. El presidente pide que las tropas aliadas suspendan los arrestos de sospechosos talibanes, para facilitar su hipot¨¦tica entrega, y exige m¨¢s poder decisorio para Kabul. Lo cierto es que su Gobierno, con menguado apoyo popular, es extremadamente fr¨¢gil y que los fan¨¢ticos islamistas no tienen la menor intenci¨®n de dialogar; su objetivo, reiterado ayer, es aniquilar a Karzai y expulsar del pa¨ªs a los 50.000 soldados extranjeros. Sin el masivo sost¨¦n militar y econ¨®mico occidental, el Gobierno de Kabul es absolutamente inviable.
Para EE UU y la OTAN, el intento de magnicidio representa no s¨®lo un crudo recordatorio de sus limitaciones. Certifica, sobre todo, que con su despliegue militar actual o su modesto incremento futuro no van a ganar la partida a los talibanes en el crucial pa¨ªs centroasi¨¢tico. La guerra la ganar¨¢n los propios afganos, y a ello contribuir¨¢n las tropas aliadas en la medida en que sean capaces de conseguir el apoyo de la poblaci¨®n en el largo y cruento proceso.
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