7.000
Al parecer en el mundo hay 7.000 lenguas. Y la mitad est¨¢n en trance de desaparici¨®n. Acongoja imaginar esa gigantesca masacre silenciosa. Una lengua es algo extraordinario, es uno de los mayores logros de la mente humana. Un logro colectivo. Asombra todo ese ingenio, esa creatividad, ese esfuerzo invertido por una comunidad durante milenios no s¨®lo para crear una herramienta de comunicaci¨®n eficaz, sino tambi¨¦n para dar forma a sus sue?os y a sus miedos, a su manera de ver el mundo. Una manera ¨²nica, porque cada lengua es una traducci¨®n de la realidad. Y todo eso, todo, junto con las memorias de los antepasados, los cuentos que las madres contaban a sus ni?os, las canciones y los rezos, desaparece calladamente para siempre cuando muere una lengua, y al poco es como si ese pueblo nunca hubiera existido.
Siempre me conmovi¨® esa preciosa historia de Humboldt, el gran naturalista alem¨¢n, que en su viaje de exploraci¨®n por Centroam¨¦rica entre 1799 y 1804 se encontr¨® con que una de las tribus que quer¨ªa visitar, la de los atures, hab¨ªa sido exterminada por los caribes, y que s¨®lo quedaba un pobre loro viejo y ti?oso que farfullaba una cantinela que nadie entend¨ªa, que era la lengua atur. Humboldt, sabedor del valor de lo perdido, invirti¨® infinidad de horas intentando transcribir al papagayo y rescat¨® cuarenta palabras, es decir, cuarenta sonidos seguramente deformados por el animal y que nadie sab¨ªa lo que significaban. Pero por lo menos gracias a ese p¨¢jaro, y sin duda a Humboldt, hoy estamos siquiera mencionando a los atures. D¨¦jame que te diga que hay casos peores, como el de esos dos ancianos del Estado de Tabasco, en el sureste de M¨¦xico, que son los dos ¨²ltimos conocedores de la lengua zoque que hay en el mundo. Lo malo es que est¨¢n enfadados y no se hablan. Somos m¨¢s idiotas que los loros.
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