"Los instrumentos antiguos se sienten en el est¨®mago"
Amanece en Madrid un domingo antip¨¢tico y desabrido, y a Ana Alcalde se le suelta la risa floja: "?Ni que estuvi¨¦ramos en Suecia!". Sabe bien de lo que habla. Desde hace tres a?os, esta madrile?a del 76 completa en la Universidad de Lund (Malmoe) sus estudios de nyckelharpa, un maravilloso cacharro medieval que funciona como una viola de teclas o pistones. "S¨ª, a veces tengo la sensaci¨®n de ser un poco bicho raro", admite mientras su mirada glauca escudri?a el fino orvallo de la ma?ana. "Me siento sola, aislada, distinta, pero todo eso te obliga a vivir una vida muy sincera. Y con los instrumentos antiguos percibes el origen de las cosas, el v¨ªnculo con la tierra. Notas que su sonido llega muy dentro, hasta el mismo est¨®mago".
La artista toca el nyckelharpa, de origen sueco, y ha vendido 15.000 discos
Es de poco comer y le cuesta arrancarse con la tostada, pero el Gij¨®n le trae recuerdos de sus a?os de "estudiante convencional". Porque Alcaide iba para bi¨®loga y bot¨¢nica hasta que la m¨²sica tradicional se interpuso en su camino. Le apasiona la etolog¨ªa, ha estudiado micolog¨ªa en M¨¦xico y pis¨® por primera vez tierras suecas durante un cursillo ornitol¨®gico. Adem¨¢s de p¨¢jaros, aquella expedici¨®n le descubri¨® un pa¨ªs de efervescencia musical. Y renaci¨® esa Ana que de cr¨ªa hab¨ªa estudiado un poco de viol¨ªn, aquella ni?a avispada que reproduc¨ªa melod¨ªas en un teclado de juguete. "Los suecos son gente paciente y generosa. Nos sacan tanta ventaja en m¨²sica porque est¨¢n muy acostumbrados a escuchar. Los espa?oles preferimos alzar la voz".
Va entrando en calor y se anima con el zumo. Casi nadie la conoc¨ªa cuando hace tres a?os public¨® su primer disco, Viola de teclas. Encontr¨® acomodo en el coraz¨®n hist¨®rico de Toledo ("mi microcosmos de tranquilidad") y se puso a tocar la nyckelharpa en plena calle. No de cualquier manera, cual m¨²sico precario que procura unas monedas para llenar la despensa. Ella se pon¨ªa guapa, vestida siempre de blanco, y buscaba el abrigo de la catedral o alg¨²n otro rinc¨®n singular. Mayores, chicos, nativos o for¨¢neos fueron cayendo bajo el hechizo de aquel raro instrumento. "Comprend¨ª que mi m¨²sica gustaba cuando los chiquillos se sentaban, embobados, en primera fila y a los mayores se les escapaba alguna l¨¢grima".
Ha vendido cerca de 15.000 discos, cifra inaudita para los tiempos que corren. Muy pocos en las tiendas: casi siempre es ella quien los despacha a los transe¨²ntes que la descubren en la r¨²a toledana. Y ahora acaba de publicar un segundo ¨¢lbum, Como la luna y el sol, m¨¢s centrado en la m¨²sica sefard¨ª. "Es un inter¨¦s est¨¦tico, sin conexiones familiares o religiosas", aclara, "pero es dif¨ªcil pasear por la Juder¨ªa y no sentirse atra¨ªdo por esa cultura".
Ella siempre fue m¨¢s de los Stones y de Led Zeppelin, pero ahora anda fascinada por las tradiciones vocales antiguas. "?Has escuchado alguna vez a los hombres de los coros polif¨®nicos albaneses?", inquiere con gesto apasionado. Y resume: "Supongo que me siento como una aventurera, una buscadora de peque?os tesoros. Mi madre habr¨ªa preferido que me dedicara a un trabajo fijo y estable. Ahora, con dos discos ya bajo el brazo, se va haciendo a la idea...".
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