Un pa¨ªs sentado en el div¨¢n
Austria se pregunta por qu¨¦ se suceden tantos cautiverios de larga duraci¨®n
Max Friedrich, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa infantil en la Universidad de Viena, se preguntaba ayer al tel¨¦fono en la facultad de Medicina lo mismo que medio mundo. No han pasado dos a?os desde que liberaron a su paciente Natascha Kampusch. Secuestrada en un zulo de Baja Austria, la ni?a sufri¨® durante ocho a?os los abusos de un ped¨®filo. Friedrich es partidario de plantearse p¨²blicamente qu¨¦ pasa en Austria. "Primero, estos hechos demuestran una preocupante carencia de valor c¨ªvico en la poblaci¨®n". 8.760 d¨ªas de mirar a otro lado y no querer saber qu¨¦ sucede en la casa vecina.
El cautiverio de los hijos de Fritzl y el de Natascha Kampusch no han sido casos aislados. Tambi¨¦n se recuerda que en febrero de 2007 se descubri¨® en la ciudad de Linz que una madre hab¨ªa mantenido encerradas a sus hijas en condiciones miserables durante siete a?os, sin que nadie reaccionara. Y vuelve a la memoria de los austriacos el drama de Maria K, una joven de 23 a?os que padec¨ªa trastornos mentales y era maltratada y obligada por sus padres adoptivos a dormir en un sarc¨®fago de madera en el jard¨ªn.
Desde el nazismo, los esp¨ªas est¨¢n mal vistos. No se debe vigilar al vecino
Echaba Friedrich mano del vocabulario psicoanal¨ªtico para exponer c¨®mo "Sigmund Freud desarroll¨® con su hija la teor¨ªa de la represi¨®n, que muestra c¨®mo los individuos son capaces de no ver lo que no quieren". "Que esta teor¨ªa venga de un austriaco no es ninguna casualidad; somos expertos", subraya el psiquiatra.
La historia reciente del pa¨ªs ha agravado esta tendencia seg¨²n Friedrich, que recuerda la "Austria de los nazis, en la que todos eran esp¨ªas y se denunciaban unos a otros, con el resultado de que en la sociedad de hoy, la denuncia y el espionaje son asuntos muy mal vistos". Tanto, que ni siquiera un crimen de este calibre capt¨® la atenci¨®n de los vecinos y las autoridades.
Del viejo Fritzl considera el psiquiatra que es "probablemente un hombre superdotado en lo intelectual", con una "descomunal vena narcisista: era el dios de abajo, ya que no pod¨ªa serlo de arriba; como Lucifer, se hizo se?or del infierno".
Otros expertos buscan explicaciones distintas, pero no muy lejanas. "Lo t¨ªpico austriaco es el asunto de la autoridad, que viene de la ¨¦poca del imperio", comenta Leonardo Shey, un psicoanalista austro-argentino, que ejerce en Viena. "Fritzl representaba la autoridad en la familia y tambi¨¦n para el vecindario era un tipo respetable y querido. Mucha gente aqu¨ª cierra los ojos a la realidad. Mientras una autoridad no intervenga todo est¨¢ supuestamente bien. No hay rebeli¨®n, no hay coraje civil", afirma este especialista. "Lo que acaba de ocurrir en Amstetten es una oportunidad para repensar las cosas en Austria, si se tiene la valent¨ªa de reconocer que esta atrocidad no s¨®lo es casualidad y mala suerte. Entonces habr¨¢ que pensar c¨®mo cambiar para prevenir".
Armin Thurnher, director del atrevido semanario vien¨¦s Falter, describe esta sensaci¨®n: "Otra vez est¨¢ aqu¨ª. El mal con el que uno nunca cuenta. El mal incomprensible en un idilio con jard¨ªn y s¨®tanos de cemento, que s¨®lo despu¨¦s parece fantasmal". Aunque el ensayista aborda con cautela su propia tentaci¨®n de interpretar lo incomprensible, admite que le llama la atenci¨®n la profesi¨®n de Josef Fritzl, el autor del crimen. "La posguerra austriaca es una historia de t¨¦cnicos. El t¨¦cnico representa alguien muy trabajador, inocente y h¨¢bil". Recuerda que el secuestrador de Natascha Kampusch hab¨ªa estudiado ingenier¨ªa de comunicaci¨®n, y tambi¨¦n era ingeniero Franz Fuchs, el hombre que, de 1993 a 1997, aterroriz¨® Austria enviando cartas-bomba que constru¨ªa en su dormitorio sin que se enteraran nunca sus padres, que miraban la tele en la sala contigua. El balance de las obsesiones de este ingeniero fueron cuatro muertos y 15 heridos.
Anoche, unas 200 personas se congregaron en la plaza principal de Amstetten, con velas encendidas para expresar, con un "mar de luces", su consternaci¨®n por el caso de los Fritzl, informa Efe. El p¨¢rroco Peter B?sendorfer dijo en el acto: "La tristeza, la ira, quiz¨¢s tambi¨¦n el odio, nos han acompa?ado en los ¨²ltimos d¨ªas. Tuvimos que tomar nota de que en nuestra ciudad hab¨ªa algo que no pod¨ªamos comprender".
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