El parampamp¨¢n
Ha ca¨ªdo El Nene. Amparado detr¨¢s de este apodo asim¨¦trico, porque es un tarambana que de nene no tiene nada, operaba Mohamed Taieb Ahmed, uno de los m¨¢s s¨®lidos traficantes de hach¨ªs del Mediterr¨¢neo y, desde luego, el m¨¢s ostentoso y lenguaraz, tanto que la prensa espa?ola lo ha identificado, a fuerza de titulares, como "el narco m¨¢s exhibicionista". En el titular, en eso del "m¨¢s exhibicionista", est¨¢ el germen de su desgracia, que para nosotros es gracia pura y dura, pues cuando El Nene tarambana fue cogido por la polic¨ªa marroqu¨ª, llevaba un pasaporte espa?ol aut¨¦ntico, pero con otro nombre, con el que hab¨ªa dado rienda suelta a su chuler¨ªa suicida por las playas m¨¢s insignes de la costa catalana.
El Nene se convirti¨® en el narco estrella que invitaba a tragos en los balnearios de la Costa Brava
Y ahora que he escrito dos veces la palabra tarambana, ese vocablo con el que uno tiende a dar un patinazo, justamente cuando llega a la eme central, me ha venido a la memoria una frase que, en un arrebato de alta l¨ªrica del Caribe, pronunci¨® Lina Ron, l¨ªder ultrachavista venezolana, una frase, que public¨® hace unos d¨ªas este peri¨®dico, que termina con una palabra cuyo interior saltar¨ªn va articulado por dos emes que obligan a quien la pronuncia a darse no uno, sino dos patinazos. "Aqu¨ª est¨¢ a punto de prenderse un parampamp¨¢n", dijo Lina patinando con desparpajo, alegr¨ªa y profunda convicci¨®n pol¨ªtica.
El "narco m¨¢s exhibicionista", por definici¨®n, tiende a caer en brazos de la ley, como efectivamente acaba de pasarle a El Nene por segunda vez, porque ya antes hab¨ªa estado en prisi¨®n, en Marruecos, en un plan que no estaba nada mal, porque El Nene viv¨ªa en tres celdas que ¨¦l mismo mand¨® reformar y acondicionar con toda clase de divertimentos electr¨®nicos, y por las noches, cuando ya le dol¨ªan los ojos de tanto jugar a la Play Station, sal¨ªa de juerga con sus carceleros, a beber algo y a refocilarse con una tropa de chicas de alquiler. El Nene puede darse estos lujos, pues seg¨²n sus declaraciones lenguaraces, tiene m¨¢s millones de euros que a?os de vida, y sus primaveras suman 32. Eso de "el narco m¨¢s exhibicionista" puede corroborarse en la Red, donde hay colgados algunos v¨ªdeos suyos que lo han inmortalizado en plena faena, con las manos puestas en su opinable quehacer. En el m¨¢s vistoso sale El Nene en la popa de una lancha, transportando en la proa un cuantioso alijo hacia la costa malague?a, con una sonrisa cargada de orgullo, y tambi¨¦n de cierta ternura, una sonrisa que no se ver¨ªa mal en un padre que lleva a sus hijos a la escuela.
Tanto protagonismo convirti¨® a El Nene en un narco superestrella, que invitaba a tragos a diestra y siniestra en los balnearios de la Costa Brava, en un fest¨ªn espont¨¢neo del que, en un descuido, usted o yo pudimos haber salido beneficiados con un bendito whisky que, como ca¨ªdo del cielo, hubiera llegado a nuestras manos; pero ese mismo protagonismo termin¨® devolvi¨¦ndolo a la c¨¢rcel, de donde hab¨ªa escapado con la complicidad de sus guardianes, que eran simult¨¢neamente sus contertulios, y adonde ahora ha vuelto por un incidente tonto, un rifirrafe en la calle que poco ten¨ªa que ver con su quehacer, o cuando menos, no directamente.
Lo que le falt¨® a El Nene fue modestia, tendr¨ªa que haber hecho las cosas "con m¨¢s sfumature", como bien dir¨ªa Walter Veltroni, el alcalde de Roma, que acaba de perder las elecciones presidenciales contra Silvio Berlusconi, alias El Caim¨¢n. A m¨ª me parece que tanto exhibicionismo debe de obedecer a que El Nene consume la mercanc¨ªa con la que trafica, un error crucial en esa lid pues bien se sabe que el capo, m¨¢s que ninguno de sus secuaces, debe mantenerse al margen, debe conservar la cabeza fr¨ªa y limpia de narc¨®ticos; de otra forma perder¨¢ el rumbo, se convertir¨¢ en su propia v¨ªctima, porque un narco que consume lo que vende es algo as¨ª como un escritor que lee sus propias obras, y cuando esto llega a suceder, estimados lectores, es que est¨¢ a punto de prenderse un parampamp¨¢n.
Jordi Soler es escritor
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