El oportunismo hunde a Brown
La imagen de pol¨ªtico indeciso y manipulador persigue al primer ministro
?C¨®mo ha podido Gordon Brown desplomarse tanto y tan r¨¢pido? Elegido por aclamaci¨®n para suceder a Tony Blair el 27 de junio de 2007, 10 meses despu¨¦s ha cosechado los peores resultados para el Partido Laborista en 40 a?os. ?Por qu¨¦? Porque en estos 10 meses ha dilapidado su mejor activo, su fama de gestor prudente y pol¨ªtico s¨®lido, y ha acabado mostrando su peor cara, la de un pol¨ªtico indeciso, m¨¢s bien cobarde y con tendencia a manipular pensando en su bien m¨¢s que en el inter¨¦s general.
En lugar de avasallar con una bater¨ªa de nuevas pol¨ªticas, Brown ha dado una imagen de continuidad que le hace parecer viejo frente al din¨¢mico l¨ªder conservador, David Cameron; se ha desgastado en batallas innecesarias, como su obsesi¨®n en extender la detenci¨®n preventiva sin cargos a los sospechosos de terrorismo, y ha cometido errores graves, como no darse cuenta de las consecuencias de su decisi¨®n (tomada hace un a?o, cuando a¨²n dirig¨ªa el Tesoro, pero aplicada ahora) de recortar dos puntos los impuestos a la clase media a costa de subirlos a los m¨¢s desfavorecidos, granero natural del voto laborista. Y, lo que es peor, ha dado la sensaci¨®n de que enga?aba a esos votantes prometiendo compensaciones que s¨®lo beneficiaban a una parte de ellos.
Y sin embargo, Brown empez¨® bien. Los medios y el p¨²blico aplaudieron su reacci¨®n durante los intentos de atentado en Londres y Glasgow nada m¨¢s llegar al n¨²mero 10 de Downing Street. Brown sonre¨ªa como nunca antes. Algunos, muy pocos, vieron en aquellos momentos de gloria la semilla del desastre. Percibieron en aquel cambio una gran dosis de oportunismo y artificio: demasiadas sonrisas forzadas para un hombre de personalidad austera, demasiadas ansias de ponerse al frente de todo.
En septiembre, los laboristas llegaron a estar 11 puntos por encima de los conservadores en los sondeos, los tories empezaban a preguntarse si ten¨ªan al l¨ªder adecuado y la derecha del partido empez¨® a poner cerco al modernizador Cameron. Fue entonces cuando surgi¨® el Brown oportunista y dubitativo: empez¨® a extender el rumor de que iba a convocar elecciones anticipadas ese oto?o y, rompiendo la tradici¨®n de que los partidos no revientan los congresos rivales, viaj¨® al sur de Irak para anunciar un calendario de retirada de las tropas brit¨¢nicas en mitad del congreso conservador.
Las maniobras de Brown tuvieron el efecto contrario del que buscaba. Convencidos de la inminencia de las elecciones, los tories hicieron pi?a en torno a Cameron y tomaron la iniciativa anunciado un dr¨¢stico recorte del impuesto de sucesiones si llegaban al poder. Brown, indeciso durante semanas, descart¨® las elecciones y el p¨¦ndulo volvi¨® a cambiar de lado: desde entonces, los laboristas se han desplomado en las encuestas y los tories se han convertido en favoritos para ganar las pr¨®ximas elecciones.
Desde ese momento, Brown ha sido incapaz de tomar la iniciativa. Su legado como canciller del Exchequer se ha hecho a?icos con el desplome del banco Northern Rock y su inicial falta de reacci¨®n ante la crisis financiera. Y, paradojas del destino, su innegable preocupaci¨®n por legislar para los m¨¢s pobres ha quedado maltrecha por la pol¨¦mica reforma fiscal, que al parecer ha sido un factor clave en el desastre electoral del jueves.
Aquella decisi¨®n se ve ahora como una c¨ªnica maniobra para atraerse a las clases medias y un intento de hacer creer que recortaba los impuestos cuando en realidad aquella reforma era neutra, porque lo que le daba a unos se lo quitaba a otros. Al retrasar un a?o la supresi¨®n del tramo m¨¢s bajo del IRPF, Brown ha demostrado muy poca visi¨®n de futuro porque no pens¨® que coincidir¨ªa con sus primeras elecciones como primer ministro.
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