Porsche y Volkswagen pinchan... tel¨¦fonos
El esc¨¢ndalo de espionaje entre los gigantes alemanes oculta una tit¨¢nica lucha de poder
El jefe de Porsche, Wendelin Wiedeking, pone una denuncia porque se ha sentido espiado en Wolfsburgo (la ciudad donde est¨¢ situada la principal sede de Volkswagen), y Volkswagen hace lo propio. No es el primer oscuro caso de espionaje dentro del imperio VW. Pero arroja un rayo de luz revelador sobre la desconfianza rec¨ªproca que impera entre los m¨¢ximos directivos de ambos gigantes automovil¨ªsticos.
Los fiscales rara vez se asombran de nada. Sobre todo, de nada que proceda de los investigadores de la ciudad de Braunschweig. Durante el tiempo en que se ocuparon del asunto de VW con sus comit¨¦s de empresa comprados, viajes de placer secretos y pagos especiales millonarios, llegaron a conocer tan a fondo la vida ¨ªntima del consorcio Volkswagen que, al final, ha quedado muy poco espacio para la ilusi¨®n de una direcci¨®n de empresa honrada.
Se tejen historias m¨¢s propias de servicios secretos que de sociedades an¨®mimas
Denuncias cruzadas entre los fabricantes germanos por supuestas escuchas tel¨¦f¨®nicas
En la habitaci¨®n de Wiedeking, detr¨¢s del sof¨¢, hab¨ªa un interfono para vigilar beb¨¦s
Pero a los investigadores de Braunschweig les acaban de llegar dos denuncias que han conseguido sorprenderles por completo. Porsche, el accionista mayoritario de VW, ha puesto una de ellas. Se trata de "un intento de interceptar conversaciones claramente dirigido contra el doctor Wiedeking".
Los hechos, tal y como se desprende de la denuncia, son los siguientes: el 15 de noviembre del a?o pasado, un d¨ªa antes de que se reuniera el Consejo de Administraci¨®n del consorcio VW, el jefe de Porsche, Wendelin Wiedeking, viaj¨® a Wolfsburgo. Hab¨ªa reservado una suite en el hotel de lujo Ritz-Carlton, situado en los alrededores de las naves de fabricaci¨®n y de la ciudad del autom¨®vil, y est¨¢ claro que desconfiaba de antemano. Por eso, encarg¨® por su cuenta a una empresa de seguridad que inspeccionara las habitaciones.
Pues bien, los profesionales encontraron lo que buscaban. Descubrieron un aparato que a simple vista parece particularmente inofensivo, pero que, a fin de cuentas, cumple el mismo objetivo que un micr¨®fono oculto: escondido detr¨¢s de un sof¨¢ hab¨ªa un babyphone, un interfono para vigilar beb¨¦s.
Ahora, los fiscales de Braunschweig tienen que comprobar si realmente estamos ante un caso de intento de escucha ilegal claramente dirigido contra el jefe de Porsche y miembro del Consejo de Administraci¨®n de VW Wiedeking, y, lo que es m¨¢s importante, de ser as¨ª, han de averiguar qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de todo el asunto.
Es una historia de esas que s¨®lo se ven en las pel¨ªculas de cine negro en las que se habla de empresas ficticias y los papeles protagonistas est¨¢n interpretados por actores. Pero, en este caso, son dos de los consorcios automovil¨ªsticos m¨¢s afamados del pa¨ªs los que est¨¢n bajo los focos, adem¨¢s de un conocid¨ªsimo presidente de consorcio.
Este asunto forma parte de una partida de Monopoly que gira en torno al poder en Wolfsburgo y al modo de conseguir la hegemon¨ªa. Hasta este momento, el conflicto se hab¨ªa desarrollado sobre el escenario a la vista de todos. Ahora hay que aclarar si tambi¨¦n se ha estado trabajando en la sombra empleando medios prohibidos. Hasta ahora, el jefe de Porsche no hab¨ªa llamado nunca la atenci¨®n por sufrir man¨ªa persecutoria. Pero est¨¢ claro que, desde que se dispone a hacerse cargo con su consorcio de un goliat como VW, cualquier cosa le parece posible, o, si no, no habr¨ªa encargado que inspeccionaran la suite del hotel de Wolfsburgo antes de su llegada para asegurarse de que no hab¨ªa micr¨®fonos ocultos.
Todav¨ªa est¨¢ por ver qu¨¦ rumbo tomar¨¢ esta historia, si termina como episodio grotesco en el diario de guerra Porsche versus Volkswagen o si desemboca en un esc¨¢ndalo de a¨²pa. Pero la operaci¨®n Babyphone ya ha dejado algo bien claro: hasta qu¨¦ extremo ha prendido la desconfianza entre los directivos de ambos consorcios automovil¨ªsticos.
Desde hace mucho tiempo circulan por VW rumores e historias en torno a supuestos tel¨¦fonos pinchados y micr¨®fonos ocultos. Hay miembros de la junta directiva que para las conversaciones confidenciales prefieren usar el m¨®vil prepago de un amigo. Otros invitan a sus interlocutores a salir de su propio despacho con cualquier pretexto para continuar la conversaci¨®n a cielo abierto.
Desde luego, nada m¨¢s lejos de la comunicaci¨®n franca y abierta dentro de una empresa, aunque en algunas ocasiones resulte dif¨ªcil saber si los afectados act¨²an movidos por man¨ªas persecutorias o si sus temores est¨¢n fundados en motivos de peso. Pero ahora el consorcio Volkswagen se est¨¢ tomando en serio el caso de Wedeking. Antes de que Porsche pudiera presentar su denuncia, VW se decidi¨® a denunciar tambi¨¦n.
Es evidente que la gente de Wolfsburgo trata de cortar de ra¨ªz las especulaciones sobre la posibilidad de que esta supuesta escucha ilegal pueda formar parte de una guerra sucia contra el accionista mayoritario de Stuttgart. Pero tampoco hay que olvidar que la operaci¨®n Babyphone no es el primer suceso que genera la impresi¨®n de que en torno al consorcio VW y Porsche se tejen historias m¨¢s propias del mundillo de los servicios secretos que de las sociedades an¨®nimas alemanas, obligadas a ofrecer transparencia.
Y es que las hemerotecas recogen hasta cuatro casos sospechosos de espionaje. Y el hombre que debi¨® impedir que ocurrieran sucesos como ¨¦stos, por lo menos en el consorcio VW, es Dieter Langend?rfer. Este criminalista dirigi¨® el departamento de seguridad del consorcio VW hasta el a?o 2006. Hace poco, el Handelsblatt publicaba una informaci¨®n m¨¢s bien perjudicial para este profesional de la seguridad: "El miedo ante la supuesta omnipotencia de Langend?rfer llega tan lejos que los directivos prudentes no abordan temas explosivos en la oficina, ni con el tel¨¦fono de trabajo ni con el m¨®vil de la empresa". Langend?rfer afirm¨® al Der Spiegel que hab¨ªa estado pensando si deber¨ªa tratar de obtener una rectificaci¨®n por parte del peri¨®dico. Pero con eso lo que conseguir¨ªa ser¨ªa revivir toda esta historia.
Lo cierto es que hay hechos que invitan a hacer alguna que otra conjetura sobre posibles maquinadores. Pero en todos los casos, la palabra "quiz¨¢" desempe?a un papel importante. -
? Der Spiegel.
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