G¨¹iza se cuela en la fiesta

Realmente, sobre el c¨¦sped, el partido le interesaba especialmente a dos futbolistas. Uno, Gurpegui, que volv¨ªa a su casa, arropado por 40.000 almas que le recibieron con una pasi¨®n inusitada. El otro, Dani G¨¹iza, el delantero enrachado, que busca el pichichi, qui¨¦n sabe si la Eurocopa, qui¨¦n sabe si un fichaje estrella al t¨¦rmino de la temporada. Y quiso el destino que ambos jugaran frente a frente, es decir, Gurpegui de central y G¨¹iza de delantero centro y que Gurpegui casi, casi, le marcara al hombre. Demasiada desigualdad. Oponer a un delantero en vena de gol, que se dec¨ªa antiguamente, a un central habilitado que lleva dos a?os sin jugar, es de una desproporci¨®n tremenda. G¨¹iza marc¨® dos goles, remat¨® un par de veces m¨¢s, incordi¨® cuando quiso (tampoco quiso incordiar mucho), se enfad¨® cuando le pareci¨® (por la falta de balones al ¨¢rea) y se march¨® encantado como pichichi del f¨²tbol espa?ol. Gurpegui se fue encantado del recibimiento y de su regreso a la catedral, que sin opciones de nada, se llen¨® para verle a ¨¦l.

De no haber sido as¨ª, la bronca que se hubiera llevado el Athletic en la segunda mitad por su apat¨ªa, por su desorden, por su falta de ambici¨®n, por sus errores, por su falta de remate, por sus fallos defensivos, hubiera sido monumental.

Pero la gente s¨®lo ten¨ªa ojos para Gurpegui, que a los tres minutos le regal¨® un gol, por desubicaci¨®n defensiva, a G¨¹iza. El chico lo agradeci¨®, control¨® con la puntera, dio un pasito y marc¨®. Gurpegui no pudo llegar. Nadie dijo, obviamente, nada.

Ten¨ªa entonces ganas el Athletic y respondi¨® casi a la primera de cambio. Achuchaba por la banda de Del Horno (Susaeta, en el otro lado, no tuvo un d¨ªa para recordar) y en un saque de esquina, Llorente, tras una pantalla de Gurpegui, cabece¨® a la red. Aqu¨ª, la colaboraci¨®n de Moy¨¤ fue inestimable.

Y ah¨ª se acab¨® el Athletic y parec¨ªa que el partido, porque al Mallorca no le daba ni por rezongar ni por desmelenarse. Pero tan f¨¢cil se lo puso el Athletic, con un Javi Mart¨ªnez que dio s¨ªntomas de cansancio y un Garmendia desafortunad¨ªsimo (el medio centro jam¨¢s ser¨¢ su lugar), que al Mallorca le cost¨® poco disfrutar de una tarde de primavera calurosa con el bal¨®n en los pies. En una de estas, una peinada hacia atr¨¢s en el ¨¢rea resulta que la aprovech¨® solo, al borde del gol, un tal G¨¹iza, al parecer un desconocido para la defensa rojiblanca de la que s¨®lo se salv¨® el de siempre: un imponente Amorebieta.