Tom Wolfe 'suicida' a la novela
El padre del nuevo periodismo apuesta por la no ficci¨®n como futuro literario
"Nunca llames 'nuevo' a un movimiento. Es la mejor manera de matarlo", brome¨® el escritor estadounidense Tom Wolfe (Richmond, 1931) el domingo en Argentina. La suya, de todos modos, es la excepci¨®n que confirma la regla, pues el nuevo periodismo, con m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, goza de buena salud. Visitante estrella de la Feria del Libro de Buenos Aires, de punta en blanco y de estupendo humor ("Amo esta ciudad: el ¨²nico lugar que conozco en el que puedes saludar con un beso a las mujeres guapas la primera vez que las ves"), el padre del nuevo periodismo ofreci¨® en el Museo de Arte Latinoamericano una conferencia sobre esa "experimentaci¨®n literaria de no-ficci¨®n", que cambi¨® los papeles a la prensa de su pa¨ªs en los sesenta.
"No hay f¨®rmulas para el reporterismo", afirm¨® el autor de La hoguera de las vanidades, "es una actitud, una compulsi¨®n de informaci¨®n en el periodista, que puede resumirse en esta sensaci¨®n: T¨² tienes una informaci¨®n que yo merezco, y la quiero", se?al¨®. Y sorprendi¨® cuando ante una pregunta acerca del avance de la prensa sobre la vida ¨ªntima de los pol¨ªticos sostuvo: "Eso empez¨® con Watergate, cuando sab¨ªamos hasta que Nixon abr¨ªa sus frascos de p¨ªldoras con los dientes. Y si yo hubiera tenido informaci¨®n sobre el caso Lewinsky, tambi¨¦n hubiera publicado la historia".
Devoto del realismo, que ha cultivado en tres novelas fara¨®nicas que superan las 600 p¨¢ginas, Wolfe record¨® ante un auditorio de estudiantes de comunicaci¨®n y fan¨¢ticos de su literatura, las cuatro premisas b¨¢sicas de su m¨¦todo para hacer m¨¢s v¨ªvido un relato period¨ªstico. "Construir el texto escena a escena como en una novela; usar la mayor cantidad de di¨¢logo posible; concentrarse en los detalles para definir a los personajes y adoptar un punto de vista para relatar la historia" son herramientas tan v¨¢lidas hoy para el autor de Todo un hombre, como lo fueron en 1963 cuando un reportaje suyo para la revista Esquire deton¨® la leyenda. "Cuando yo comenc¨¦ el reporterismo estaba muy subestimado. Salir a la calle y ver qu¨¦ hace la gente, reparar en cosas que uno no creer¨ªa jam¨¢s posibles", asever¨®, sigue pagando con art¨ªculos memorables. "Es un buen momento para practicarlo, aunque sea m¨¢s dif¨ªcil por la presi¨®n de los cierres de edici¨®n, por su coste pues requiere investigaciones de varias semanas, y por la creencia de que los j¨®venes prefieren lo breve".
An¨¦cdotas de algunos de sus famosos reportajes sazonaron el encuentro. Como las peripecias de su retrato de Cassius Clay. "Compart¨ª cinco d¨ªas con ¨¦l y contest¨® a todo, a nada. La diferencia la hicieron los detalles: las conversaciones de su corte de acompa?antes, los aduladores, la noche en que desapareci¨® de un club nocturno y nos dej¨® con una cuenta sideral para pagar...".
Convencido de que "la novela est¨¢ muriendo r¨¢pidamente", para Wolfe "el verdadero destino de la literatura de este siglo es la no ficci¨®n". "El periodismo no desaparecer¨¢", asever¨®, "aunque s¨®lo se lea por Internet". Y argument¨® con fervor a favor de la prensa frente a la fascinaci¨®n tecnol¨®gica. "Del tel¨¦grafo a Internet, llevamos 160 a?os de medios electr¨®nicos. Sin embargo, piensen y ver¨¢n que toda noticia importante lleg¨® por la prensa escrita. El futuro es de ustedes".
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