"EE UU no podr¨ªa seguir en Irak sin las empresas de mercenarios"
La ocupaci¨®n de Irak se ha convertido en una pesadilla para EE UU, pero sin las pol¨¦micas empresas de seguridad privadas, como Blackwater, que han desembarcado en el pa¨ªs ¨¢rabe, la situaci¨®n ser¨ªa todav¨ªa mucho peor para Washington. Tanto, que la derrota ser¨ªa inmediata. As¨ª lo cree Jeremy Scahill (Chicago, 1974), probablemente el periodista que m¨¢s ha estudiado el auge de estas empresas que hoy act¨²an con impunidad en Irak y sue?an con ocupar ma?ana el papel de los cascos azules en el mundo entero.
"Las empresas de seguridad privada han permitido a EE UU doblar sus efectivos y han estado en el centro de algunos de los peores episodios de violencia en Irak. Sin estos mercenarios, EE UU no podr¨ªa continuar con la ocupaci¨®n", sostiene Scahill, que se encuentra en Madrid para presentar Blackwater. El auge del ej¨¦rcito mercenario m¨¢s poderoso del mundo (Paid¨®s).
"Actualmente, hay en Irak m¨¢s de 170 empresas de mercenarios como Blackwater. La cifra es casi equivalente a los pa¨ªses miembros de Naciones Unidas. Sin duda hay un esfuerzo para minar el poder de los Estados y la amenaza es especialmente importante para los Estados d¨¦biles", a?ade.
El libro destripa los secretos de Blackwater, una peque?a empresa provinciana de Carolina del Norte convertida en pocos a?os en una aut¨¦ntica multinacional llamada a una misi¨®n mucho m¨¢s ambiciosa que la pacificaci¨®n de Irak: la privatizaci¨®n de la guerra. La l¨®gica de este modelo, impulsado por George W. Bush, Donald Rumsfeld y Dick Cheney pero gestada ya en la Administraci¨®n de Bill Clinton, supone, en opini¨®n de Scahill, una deriva "peligros¨ªsima": "El control democr¨¢tico se reduce y se incentiva la guerra: los gobiernos no van a necesitar m¨¢s a su pueblo para luchar; s¨®lo se requiere dinero. La guerra se convierte en negocio y el negocio es algo bueno", sostiene el periodista, colaborador habitual de The Nation, uno de los emblemas de la izquierda estadounidense. Y a?ade: "Los pa¨ªses ricos pueden reclutar a pobres de todo el mundo y utilizarlos como carne de ca?¨®n para conquistar naciones d¨¦biles".
Como documenta Scahill, Blackwater recluta en todo el mundo y se nutre de gente con a?os de experiencia en contrainsurgencia; proscritos quiz¨¢s en el pasado pero perfectamente reciclados para la "guerra global contra el terrorismo": chilenos vinculados a Pinochet y surafricanos formados en el apartheid son ahora la punta de lanza de esta empresa mundial dirigida por cristianos renacidos. ?Cambiar¨ªa algo una victoria electoral dem¨®crata? "No; esta industria cuenta con apoyo bipartidista", concluye rotundo Scahill.
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