Goya en Amstetten
Una vez m¨¢s la realidad se encarga de demostrar que Stephen King es un aficionado a los cuentos de miedo. Esta vez (otra vez, si tenemos en cuenta el caso todav¨ªa reciente de Natascha Kampusch) el terror viene de Austria, de la localidad de Amstetten, del n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse, en cuyo s¨®tano pas¨® lo que ya todo el mundo sabe y nadie supo durante 24 a?os. Ya todo el mundo sabe que en el n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse de Amstetten viv¨ªa Josef Fritzl, coqueto septuagenario, vecino m¨¢s o menos ejemplar, m¨¢s o menos siniestro, m¨¢s o menos visible o invisible. La del n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse es una historia para no dormir que seguir¨¢ quit¨¢ndonos el sue?o durante mucho tiempo, hasta que otra pesadilla real emerja de otro s¨®tano impensable como el de Josef Fritzl.
No s¨¦ por qu¨¦ me gustan los malos austriacos, los malos espa?oles y los malos vascos
En el n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse hay todav¨ªa unidades m¨®viles de la televisi¨®n, grandes camiones con antenas y ojos. Por su culpa sabemos que hay parejas de novios, turistas accidentales y estudiantes que se fotograf¨ªan delante de la casa del horror. Los designios del turismo son inescrutables. Despu¨¦s del 11-S miles de norteamericanos y personas llegadas de todo el mundo se fotografiaban ante el hueco dejado por las Torres Gemelas. Era la Zona Cero. Millones de turistas se han fotografiado en ese sitio mundialmente c¨¦lebre. El agujero m¨¢s famoso del mundo. Amstetten no llega a tanto, pero ser¨¢ dif¨ªcil para sus ciudadanos y su Ayuntamiento desligarse de esa indeseable fama.
Ahora hay personas que se fotograf¨ªan delante del n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse. No son miles, pero s¨ª suficientes para hacernos pensar en ciertas cosas: por ejemplo, en la insana atracci¨®n que sentimos por lo m¨¢s escabroso y horrible. ?Qu¨¦ cara pone alguien que se fotograf¨ªa delante del n¨²mero 42 de la calle Ybbstrasse? ?Pone cara de foto? ?Qu¨¦ cara pone alguien mientras su novia le saca una foto delante de la puerta del s¨®tano del se?or Josef Fritzl? ?Debe estar serio y tenso o debe sonre¨ªr ligeramente a su chica? ?Debe uno poner cara de circunstancias? Dadas las circunstancias, realmente, la cara del fotografiado deber¨ªa ser la cara del espanto, la cara del terror, algo as¨ª como el grito de Munch.
Los vecinos de Amstetten est¨¢n horrorizados, igual que todo el mundo. Se quejan con raz¨®n de que se les identifique con su famoso monstruo. Austria produce monstruos. Todos los producimos, es verdad. Yo no voy a pensar en Josef Fritzl cuando piense en Austria. Siempre que pienso en Austria, que no es muy a menudo, ciertamente, pienso en el novelista, dramaturgo y poeta Thomas Bernhard, que se pas¨® la vida ri?endo con su pa¨ªs. En 1977 le excluyeron de un libro antol¨®gico, editado con ocasi¨®n de la Fiesta Nacional. El libro se titulaba Austria feliz. Seg¨²n la prensa austriaca, el texto excluido de Bernhard, publicado en la prensa alemana, era "un panfleto agresivo" y una "org¨ªa de odio desvergonzada". Cuando en los festivales de Salzburgo le vetaron, ¨¦l contest¨®: "Dicen que estoy contra Austria y contra los austriacos, pero como es natural no estoy contra ellos, sino, como millones conmigo, preocupado por mi pa¨ªs, contra el actual Gobierno austriaco y contra el Estado".
Bernhard odiaba las patrias, todas. Una de sus novelas empieza: "Patria, absurdo". No s¨¦ por qu¨¦ me gustan los malos austriacos, los malos espa?oles y los malos franceses y los malos vascos. "Benditas las plazas que no necesitan h¨¦roes", escribi¨® Bernhard. De los del 2 de mayo, yo me quedo con Goya.
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