Torres m¨¢s altas
De la Torre de Babel a las Torres Gemelas, los humanos ensoberbecidos no han escarmentado en su af¨¢n por escalar los cielos. El hombre es el ¨²nico animal que despu¨¦s de haber tropezado dos veces en la misma piedra se vuelve y le da una patada. Las cuatro torres que se yerguen al norte de Madrid parecen las chimeneas gigantes de la humeante caldera de la gran f¨¢brica de humos en la que se ha convertido la ciudad. Edificios emblem¨¢ticos llaman a los cuatro colosos de acero y hormig¨®n, emblemas de la rapacidad y la rapi?a, de la especulaci¨®n inmobiliaria, hitos, menhires, megalitos que no rinden culto a los cielos, sino que pretenden conquistarlos: "El cielo de Madrid ya tiene due?o", titula un peri¨®dico digital, y el due?o se llama Florentino P¨¦rez, el ex presidente del Real Madrid, el Se?or de los Ladrillos, constructor de las fortalezas de Mordor, la Tierra Oscura, que afronta la crisis del sector, el derrumbe del edificante imperio, encastillado tras sus cicl¨®peas murallas y escuchando m¨²sicas celestiales.
Las 33 mayores constructoras forman pi?a y hacen 'lobby' para recibir ayudas estatales
Sobre la antigua Ciudad Deportiva del club blanco surgieron: Torre Espacio, Sacyr, La Mutua y Caja Madrid (antes Repsol), que es la m¨¢s alta de todas, 250 metros frente a los 236 de sus compa?eras. Florentino P¨¦rez, responsable de la constructora ACS, las bautiz¨® como Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham, los cuatro gal¨¢cticos que acabaron perdiendo la guerra de las galaxias balomp¨¦dicas. La megaloman¨ªa del gran constructor blanco, que tambi¨¦n perdi¨® su equipo, no conoce l¨ªmites ni reconoce realidades. Las cuatro torres fueron construidas mientras se destru¨ªa y explotaba la vacua burbuja inmobiliaria en la que viv¨ªan los explotadores y los especuladores, aislados del mundanal estr¨¦pito y de las voces agoreras que anunciaban el declive del sector, previsible e ineludible. Es la maldici¨®n de Casandra, hija de los infelices H¨¦cuba y Pr¨ªamo, reyes de Troya, sacerdotisa de Apolo y condenada por el dios a profetizar siempre la verdad y a no ser cre¨ªda nunca.
Arde Troya, pero sus hogueras siguen alimentando la voracidad de los constructores, destructores irresponsables que salvar¨¢n los muebles y la cara gracias a las limosnas del Estado. Se destruyen empleos y miles de inmigrantes se ver¨¢n forzados a regresar a sus pa¨ªses con las manos vac¨ªas y encallecidas en vano, pero las 33 mayores constructoras del pa¨ªs forman pi?a y hacen lobby para recibir ayudas estatales, poniendo sobre la mesa de negociaci¨®n los 400.000 puestos de trabajo que dependen de su organizaci¨®n, la Asociaci¨®n de Empresas de Obras P¨²blicas de ?mbito Nacional (SEOPAN). No lo hagan por nosotros, claman los lobbystas, h¨¢ganlo por ellos, por esos pobres 400.000 trabajadores que no tendr¨¢n nada que llevarse a la boca.
Para m¨¢s escarnio, el gran limosnero de la SEOPAN, pan para hoy y hambre para ma?ana, ser¨¢ David Taguas, el ex jefe de la Oficina Econ¨®mica de La Moncloa, asesor y amigo del presidente Zapatero, ahora del otro lado de la barrera. Antes daba y ahora pide: el pan nuestro de cada d¨ªa d¨¢nosle hoy, que nosotros ya veremos lo que hacemos con ¨¦l, nos quedaremos con la miga pero repartiremos las migajas sobrantes. Desde la Oficina Econ¨®mica de La Moncloa, David Taguas apoy¨® especialmente a las empresas constructoras que hoy le devuelven el favor. Entre los 400.000 empleos a destruir nunca estar¨¢ el suyo, ni los de sus nuevos compa?eros de la banda empresarial. La SEOPAN, se defiende Taguas ante su presunta incompatibilidad, no es una asociaci¨®n con af¨¢n de lucro, debe ser una oeneg¨¦, constructores sin fronteras y sin escr¨²pulos. Antes la empresa era un buen trampol¨ªn para saltar a la pol¨ªtica, hoy la pol¨ªtica es una excelente rampa de lanzamiento para aterrizar en la empresa privada. Los casos de Pizarro y Zaplana, ida y vuelta, son dos buenos exponentes. En la empresa privada los sueldos y las gratificaciones son mucho mayores y entran dentro de la borrosa legalidad, aunque casi nunca de la licitud. Forrarse con la pol¨ªtica, que fuera el objetivo, cumplido, de la vocaci¨®n de servicio p¨²blico de Zaplana, es posible, pero conlleva mayores riesgos.
Las cuatro torres del norte son gigantes y molinos que siempre recogen vientos favorables. Colosales desprop¨®sitos erigidos en v¨ªsperas de una crisis que de haberse anticipado les hubiera impedido construirlas. El bonito juego de a ver qui¨¦n levanta la torre m¨¢s alta se parece bastante al entretenimiento infantil de comparar los tama?os de los ¨®rganos sexuales, a ver qui¨¦n la tiene m¨¢s larga. Juego de hombres, f¨¢lico y masturbatorio.
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