Fertilizantes, energ¨ªa y alimentos
La agricultura ha ido perdiendo importancia econ¨®mica en los pa¨ªses industrializados, como es el caso de Espa?a, donde en los ¨²ltimos a?os s¨®lo representaba el 3% del PIB. Ello nos hizo crearnos la ilusi¨®n de que no deb¨ªamos preocuparnos por los productos alimenticios, y es la raz¨®n por la que los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea apenas si permiten el cultivo de plantas transg¨¦nicas en su territorio.
Craso error, como demuestra la actual escalada de precios, que adem¨¢s evidencia lo que economistas y cient¨ªficos llevan a?os anunciando: que el constante y vertiginoso aumento de la poblaci¨®n mundial hace que la cantidad de alimento disponible est¨¦ condicionada por la calidad y abundancia continuada de las cosechas, y por el manejo de los dep¨®sitos que los gobiernos poseen.
La dram¨¢tica subida del precio del arroz no tiene nada que ver con el bioetanol
Pocas comunidades son capaces de autoabastecerse. Y las actuales pol¨ªticas de aumento de las extensiones de tierra destinadas a un monocultivo, para favorecer la rentabilidad internacional, provocan, cuando las cosechas generales son escasas, unas condiciones tendentes a aumentar el hambre en la zona en cuesti¨®n.
Esta reflexi¨®n evidencia muchos factores poco ¨¦ticos de las sociedades actuales, los que con toda seguridad, desgraciadamente, aumentar¨¢n.
La p¨¦rdida de una cosecha de cereales, que todav¨ªa hoy cubre la mayor parte de las necesidades nutritivas de la poblaci¨®n mundial, puede ser una gran cat¨¢strofe. Ahora mismo estamos viviendo una de esas cat¨¢strofes, debido especialmente a que la gran demanda de arroz supera las cantidades disponibles, lo que provoca un aumento de precios que lo ha convertido en un producto inasequible para las paup¨¦rrimas econom¨ªas del tercer mundo.
Recordemos que esta semilla es responsable de la alimentaci¨®n de cerca de la mitad de la poblaci¨®n mundial. Al parecer, ha habido una mala cosecha. Pero ello no explica el aumento desorbitado del precio, que pr¨¢cticamente se dobl¨® en pocos d¨ªas. Est¨¢ claro que la deficiencia en productividad de este alimento depende en parte del agua, un bien cada vez m¨¢s escaso, y tambi¨¦n del excesivo aumento de precio de los productos energ¨¦ticos. Pero esta crisis tambi¨¦n responde a que los pa¨ªses que poseen cantidades almacenadas, ante el riesgo de quedar desabastecidas, hayan restringido su venta, y a la pol¨ªtica arancelaria de la Uni¨®n Europea y otros pa¨ªses desarrollados.
Y no cabe acusar de la situaci¨®n actual a la producci¨®n de productos bioenerg¨¦ticos tales como el bioetanol, puesto que el arroz, que yo sepa, no se utiliza para estos fines. Y tampoco tiene una explicaci¨®n clara el gran aumento del coste del petr¨®leo, excepto por el deseo de hacer m¨¢s ricos a determinadas personas o entidades.
Algunos economistas aseguran que se trata de un proceso coyuntural de reajuste del mercado: el anuncio del aumento de precio del arroz ha disparado la demanda en algunas regiones europeas, lo que propicia la carest¨ªa. Pero esto, seg¨²n esos economistas, contribuir¨¢ a que las plantaciones de arroz aumenten. Olvidan que no todos los terrenos son aptos para el cultivo del arroz, y que para forzar las producciones se requieren cantidades siempre en aumento de fertilizantes sint¨¦ticos, cuyo precio se ha triplicado en un a?o. En los pa¨ªses industrializados, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Internacional de Industrias Fertilizantes, el consumo ha aumentado un 65% en los ¨²ltimos 8 a?os.
La dram¨¢tica consecuencia de este proceso es que miles de personas en los pa¨ªses pobres morir¨¢n de inanici¨®n mientras la crisis se resuelve. Son parte de esos llamados "da?os colaterales" de los que tanto hablamos en los pa¨ªses desarrollados. Los mismos que padecemos un enorme problema de obesidad y que estamos limitando las variedades de cultivo a aquellas que nos resultan m¨¢s rentables.
Se habla con pavor de los alimentos transg¨¦nicos, como obra de un grupo reducido de oscuro poder. Pero los agricultores llevan siglos realizando experimentos gen¨¦ticos sin control. Hemos tra¨ªdo animales y plantas de los m¨¢s remotos lugares de la tierra y los hemos instalado en nuestros jardines y terrenos, sin cuidar las consecuencias. Hemos cruzado especies vegetales y animales distintas para crear otras que nos resultaran m¨¢s ¨²tiles, aun sabiendo que eran est¨¦riles y condenadas a extinguirse sin nuestra constante intervenci¨®n, pongo por caso las mulas. Hemos esterilizado animales para que nos resultasen m¨¢s sabrosos. Hoy se estima que cada d¨ªa desaparecen algo m¨¢s de 5 especies vivas para siempre. Muchas de ellas llevaban millones de a?os poblando el planeta.
De aqu¨ª que, afortunadamente, se est¨¦ hablando del Arca de No¨¦, que almacena las semillas de cuantas especies hemos identificado a fin de preservarlas y evitar una cat¨¢strofe.
La ciencia no es la responsable de las desgracias del hombre, aunque es cierto que los humanos logramos transformar en armas todo cuanto descubrimos. Incluso la palabra.
Con una poblaci¨®n mundial en constante crecimiento, y con unas demandas de calidad de vida mayores, el precio del arroz est¨¢ condenado a subir. Porque pronto los habitantes de pa¨ªses en desarrollo no se contentar¨¢n con los cereales como principal alimento en su dieta, y esto aumentar¨¢ el consumo de arroz, trigo y otros a fin de nutrir con ellos a los animales que estos humanos coman. El precio del arroz es el precio del desarrollo de la humanidad, y s¨®lo la solidaridad y la ciencia parecen capaces de hacerlo asequible, en un futuro, a todos.
Santiago Grisol¨ªa es presidente ejecutivo de los Premios Rey Jaime I.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.