S¨²per Anna

Los estadounidenses, que aman las etiquetas, ya la conocen como los Oscars del Este. En el ¨²ltimo lustro, la gala de inauguraci¨®n de la muestra anual del departamento textil del museo Metropolitan de Nueva York ha adquirido relevancia planetaria para dise?adores, famosos y adictos a la moda. Aunque ninguna de las exposiciones precedentes (dedicadas a Poiret, Chanel o los vestidos de diosa) hab¨ªa suscitado una expectaci¨®n parecida a la de este a?o, que analiza el vestuario de los superh¨¦roes y su influencia en las pasarelas.

Ya lo sab¨ªa Giorgio Armani, que en la noche del lunes ejerci¨® como padrino y anfitri¨®n del sarao. "El tema de los superh¨¦roes es a la vez t¨®pico y moderno y creo que atraer¨¢ a una audiencia m¨¢s amplia de lo habitual". A ¨¦l, le ha servido para darse un ba?o de ego por Nueva York. En 48 horas, los almacenes Saks le han dedicado sus 31 escaparates y el Fashion Institute of Technology le ha galardonado como el l¨ªder de la moda global. Aunque nada comparable al triunfo en la cerrada competici¨®n por vestir al mayor n¨²mero de famosos en una de las alfombras rojas m¨¢s cotizadas.

El protocolo de la gala dicta que los principales dise?adores gestionen sus mesas y vistan a sus invitados. Una pr¨¢ctica que genera una dial¨¦ctica de equipos m¨¢s propia de un patio de colegio que de un sal¨®n de costura. Parad¨®jicamente, lo llamativo de la muestra jug¨® en contra del atrevimiento de los atuendos. La cosa fue m¨¢s de glamour cl¨¢sico que de ciencia ficci¨®n, porque nadie se arriesg¨® al patinazo tonteando con mallas, capas o m¨¢scaras. Afortunadamente, siempre nos quedar¨¢ Anna Wintour, el tit¨¢n de la moda que inspir¨® El diablo se viste de Prada. Karl Lagerfeld le hizo un Chanel a medida que estaba entre lo espacial y lo mitol¨®gico. Un traje para dejar claro qui¨¦n ostenta los superpoderes.