Mitos fundacionales
Hay revelaciones esenciales que se producen en ¨¦pocas anodinas. Por ejemplo, en el pasado puente festivo hemos descubierto que lo que parec¨ªa un episodio hist¨®rico de tantos y una excusa para que Esperanza Aguirre organice una fiesta en Madrid, el Dos de Mayo, fue nada menos que el origen de la naci¨®n espa?ola. Aquellos madrile?os levantiscos "movidos por el patriotismo y el sentido de la libertad y levantados de manera espont¨¢nea, sab¨ªan que eran espa?oles y no ten¨ªan dudas de lo que era Espa?a", asegur¨® la lideresa. Aguirre no desaprovecha ninguna ocasi¨®n de reforzar el indisoluble (e indistinguible de sus propias apetencias nacionales) matrimonio Madrid-Espa?a, pero incluso el Rey, al que le corresponde el papel de ¨¢rbitro, se?al¨® que "1808 fue un a?o en que el pueblo se adelanta a sus instituciones y gobernantes y refleja una toma de conciencia de la identidad nacional, de la naci¨®n en sentido moderno, basado en las ideas de libertad, unidad, igualdad y solidaridad".
Hemos convertido el mito jacobeo en una red atrapaturistas y una excusa para verbenas
El mito fundacional es una estructura simb¨®lica que tiene la funci¨®n de dar sentido y de explicar a las instituciones existentes remitiendo a los "tiempos originales", asegura Daniel Widl?cher (Sexualidad infantil y apego, Ed. Siglo XXI). Altamente simb¨®lica. La declaraci¨®n de independencia que conmemoran los estadounidenses el 4 de julio surgi¨® de una rebeli¨®n (impulsada por comerciantes que hac¨ªan contrabando) contra los impuestos y los monopolios de la corona brit¨¢nica. Despu¨¦s, una escaramuza menor, pero sangrienta, la convirti¨® en guerra abierta. (Desde entonces, han perfeccionado el sistema). Igualmente, el 14 de julio Francia celebra el inicio de la demolici¨®n de su monarqu¨ªa y del antiguo r¨¦gimen en toda Europa, para 15 a?os despu¨¦s entronizar a un emperador. Ya lo dijo Fran?ois Mitterrand: "Los franceses hacen huelga los lunes porque suben el pan, los martes se manifiestan porque ganan poco, los mi¨¦rcoles protestan por la falta de libertades... y el domingo votan a la derecha".
Tambi¨¦n en Galicia el mito fundacional es sumamente revelador. No hay. O es el de Breog¨¢n, un rey al que le emigraron los hijos para no volver, o el parentesco finist¨¦rrico con otras naciones sin Estado y con m¨¢s potencial l¨ªrico que econ¨®mico. Incluso hemos convertido el mito jacobeo, que s¨ª fue un hecho fundacional paneuropeo, en una red atrapaturistas y una excusa m¨¢s para organizar verbenas. Por eso desde aqu¨ª no deja de producir asombro la operaci¨®n Dos de Mayo, emprendida adem¨¢s desde ¨¢mbitos donde a los gallegos nos empiezan a acusar de formar parte del club de tergiversadores de la Historia.
Para unos fue un calculado golpe de Estado en el seno de la monarqu¨ªa borb¨®nica, de Fernando VII contra su padre Carlos IV. Para otros, como describe P¨¦rez Reverte, fue una reacci¨®n de ira y cabreo ante algo as¨ª como si los cadetes de la Escuela Naval de Mar¨ªn fuesen extranjeros y anduviesen por la Traves¨ªa de Vigo poni¨¦ndose retrecheros con las chicas. En todo caso, origin¨® esa espiral de acci¨®n-reacci¨®n que ans¨ªan desencadenar todos los movimientos ahora denominados terroristas. Golpe o algarada, igual que siglo y pico despu¨¦s, el asunto deriv¨® en una guerra civil que caus¨® medio mill¨®n de muertos, le aprovech¨® a los de siempre, dej¨® al pa¨ªs empobrecido y en manos de la reacci¨®n, y acab¨® con todo aquel que ten¨ªa un coeficiente intelectual superior al promedio exiliado en el exterior, en el interior o bajo tierra.
Si, siguiendo la doctrina Aguirre, los madrile?os de la navaja eran unos intuitivos forjadores de la naci¨®n espa?ola y unos pioneros del patriotismo ciudadano y constitucional, la intuici¨®n y/o el patriotismo les dur¨® seis meses, porque a finales de aquel mismo 1808, las tropas francesas entraron sin oposici¨®n en la capital. Tampoco la hubo cuando, a?os despu¨¦s, Fernando VII reclam¨® la ayuda militar de Francia para reducir a los liberales a la condici¨®n de muertos o callados.
Claro que "el proceso de mitologizaci¨®n consiste en la eliminaci¨®n de la percepci¨®n hist¨®rica colectiva de todos los elementos reales que enturbian la historia idealizada. En otros t¨¦rminos, todos los padres de la patria son seres sublimes" (La mala fama de la democracia, Sonia S¨¢enz y Rodrigo Alvayay. LOM Ediciones). Y una comunidad pujante como la madrile?a tiene derecho a un mito fundacional en condiciones. Sobre todo porque el vigente era aquel de San Isidro, el labrador que descansaba mientras los ¨¢ngeles le hac¨ªan el trabajo.
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