Nacionalismos y fronteras europeas
Las autonom¨ªas espa?olas, sin l¨ªmites entre ellas y con grandes y ampliables competencias, son un modelo para todo el continente. Sintetizan el respeto a lo particular y la construcci¨®n de lo com¨²n
Los tiempos que vivimos est¨¢n produciendo en las fronteras europeas cambios notables. En la historia del continente, las fronteras han pasado por periodos de estabilidad a los que han sucedido etapas de grandes modificaciones. Normalmente, los periodos de cambio se han producido tras grandes convulsiones como las de la Primera y la Segunda Guerra Mundial o el hundimiento del comunismo, que dej¨® atr¨¢s un largo periodo de estabilidad fronteriza. El cambio que estamos viviendo ahora tiene dos caracter¨ªsticas. Primera: una multiplicaci¨®n enorme de los kil¨®metros de fronteras tras el rompimiento de la URSS y el troceamiento paulatino y gradual de la antigua Yugoslavia. Segunda: una permanencia de las fronteras tradicionales en las que tambi¨¦n opera una profunda modificaci¨®n: la del vaciamiento de su contenido. Es lo que sucede en el interior de la Uni¨®n Europea. Las fronteras han quedado suprimidas para la mayor parte de las mercanc¨ªas, de los capitales, de los servicios y de las personas. Se trata de un fort¨ªsimo contraste entre la parte occidental y la oriental de Europa.
En el oeste de Europa desaparecen las fronteras internas, pero en el este no paran de nacer nuevas
Kosovo es, por el momento, el ¨²ltimo pa¨ªs nacido de las ruinas de la extinta Yugoslavia
El mayor desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico de la parte occidental trabaja a favor del debilitamiento fronterizo aunque con una contrapartida: el fortalecimiento de las fronteras exteriores de la Uni¨®n. Con la nueva ampliaci¨®n del espacio Schengen, la frontera exterior de toda la Uni¨®n Europea aumenta en 4.278 kil¨®metros lo que hace agrandar el ¨¢rea interior de libres movimientos. ?Cu¨¢ntos kil¨®metros tiene todo el per¨ªmetro exterior? Ni el Eurostat ni las Agencias de la Uni¨®n ofrecen dicho dato. Hay diversidad de criterios para medir costas y no se opta en casos conflictivos. Tampoco se ofrecen datos sobre kil¨®metros de fronteras incluidas en Schengen. Nadie se moja.
En Schengen, las naciones, a las que, de una forma natural, las fronteras est¨¢n ligadas, se sienten seguras y no temen que se produzcan invasiones for¨¢neas. No hay puerta mejor cerrada -dice el refr¨¢n popular- que aquella que puede dejarse siempre abierta. En el oriente europeo, el mayor atraso econ¨®mico y la inseguridad de las naciones -durante mucho tiempo sometidas a construcciones estatales de notable artificialidad- han hecho que ¨¦stas hayan buscado pertrecharse tras nuevas fronteras que llegan a sumar much¨ªsimos kil¨®metros. Ya dec¨ªa Michael Lind que "donde una multi¨¦tnica federaci¨®n ha fracasado, lo m¨¢s pr¨¢ctico es crear naciones-Estado relativamente homog¨¦neas".
Kosovo es, por el momento, la ¨²ltima creaci¨®n de la extinta federaci¨®n yugoslava. Porque en Bosnia-Herzegovina el criterio de Lind no se aplic¨®. Y, mucho m¨¢s all¨¢, en Chipre, la divisi¨®n de facto no se quiere oficializar dese¨¢ndose reconducir la situaci¨®n actual para mantener la unidad pol¨ªtica, aunque dividida en dos zonas que alberguen a las dos comunidades de caracter¨ªsticas ¨¦tnicas notablemente distintas. He aqu¨ª otra situaci¨®n de contraste, pues ello supone aceptar, aunque parcialmente, el brutal desplazamiento realizado por el Ej¨¦rcito turco en 1974. Como se ve, Europa ofrece un diverso espectro de operaciones sobre las fronteras con soluciones no s¨®lo opuestas sino tambi¨¦n contradictorias.
Con el paso del tiempo, si la econom¨ªa mejora y la madurez pol¨ªtica gana terreno, el vaciamiento de contenido ser¨¢ tambi¨¦n una realidad para las nuevas naciones-Estado. As¨ª vemos que se produce entre los pa¨ªses de Europa central-oriental que hasta 1989 estuvieron atenazados por el comunismo y se hallan ya dentro de la Uni¨®n Europea. En la actitud que toman las ¨¦lites pol¨ªticas reside el elemento nuclear de la cuesti¨®n. Las bases son mucho m¨¢s acomodaticias que los grupos institucionalizados. Cuando en la Yugoslavia de Tito los sentimientos nacionalistas llegaban poco a las bases, por ser contrarios al esp¨ªritu del sistema, las barreras entre unos y otros grupos se traspasaban constantemente. Una prueba de ello es el alto porcentaje de matrimonios mixtos que, en determinadas ciudades alcanzaba el 30%. El esp¨ªritu com¨²n puede conseguir una situaci¨®n parecida en la poblaci¨®n europea que forma una ¨²nica ciudadan¨ªa.
Detr¨¢s de todo este juego europeo de fronteras, es necesario averiguar d¨®nde se hallan las diversas fuerzas que lo hacen operativo. Mirando al oriente de Europa podemos decir que una nueva frontera se justifica por la falta radical de respeto a una naci¨®n. Pero si ese respeto esencial existe, lo mejor es optar por la eliminaci¨®n de las fronteras existentes. Hace ya muchos a?os lo dec¨ªa Coudenhove-Kalergi: "No hay m¨¢s que un medio radical de resolver de manera durable y equitativa el problema de las fronteras europeas: este medio no se llama rectificaci¨®n de fronteras sino supresi¨®n de fronteras". A pesar de ello, la tendencia a favor de la exaltaci¨®n de lo particular es muy fuerte, pudiendo ejercer gran influjo en los pueblos dada su facilidad para dejarse llevar por el sentimiento nacional. No hay error m¨¢s nocivo que ¨¦ste porque, supuesta una situaci¨®n de profundo y eficaz respeto a las naciones, el mayor tesoro es la uni¨®n. Jean Monnet, tan clarividente para apreciar las "inmensas posibilidades de la acci¨®n com¨²n", afirmaba que Europa no ten¨ªa "m¨¢s alternativa que la uni¨®n o una larga decadencia".
La perspectiva de una Espa?a plurinacional s¨®lidamente constituida puede ser un gran modelo para la construcci¨®n del futuro de Europa. Espa?a que fue pionera en la creaci¨®n del Estado moderno, tiene que ser capaz de ser pionera en la construcci¨®n del Estado plurinacional. Desde esa perspectiva, se ofrece una tercera posibilidad fronteriza que es muy importante que se d¨¦ a conocer y que se difunda. La que consiste en un imperceptible paso al cambio de caracter¨ªsticas originadas por la diversidad de hechos diferenciales y de competencias, sin necesidad de fijar barrera alguna. No se trata de ning¨²n idealismo. Dentro de numerosos Estados la ausencia de fronteras une y seguir¨¢ uniendo no s¨®lo lenguas y culturas distintas sino, incluso (a pesar de Huntington), civilizaciones muy diferentes. Ucrania y Rumania son, en Europa, dos buenos modelos.
Las nacionalidades espa?olas, sin fronteras entre ellas y con estatutos regionales dotados de grandes competencias y de flexibilidad para ser ampliados, hacen la s¨ªntesis de los dos valores: el respeto a lo particular y la construcci¨®n de lo com¨²n. No cabe duda de que en el terreno del respeto mutuo hay en Espa?a aspectos todav¨ªa muy superables como, por una parte, la falta de reconocimiento de los genuinos rasgos identitarios de las nacionalidades y, por otra, la imprudencia y el victimismo. Y dichos aspectos negativos deben ser sustituidos por el sabio y competente ejercicio del poder blando, que una filosof¨ªa y una t¨¦cnica muy valiosa para lograr sanos objetivos pol¨ªticos.
El nacionalismo tiene amplio campo de acci¨®n tratando de aumentar sus competencias. No tiene por qu¨¦ obsesionarse intentando fijar nuevas fronteras. Todo nacionalismo poderoso necesita realizar su acci¨®n de forma transversal con el m¨ªnimo posible de frontera. Para el nacionalismo fuerte, la frontera no es m¨¢s que un freno que puede llevar incluso al autoestrangulamiento.
Me viene a la mente la acci¨®n de una entidad de ahorro de Barcelona que, sin perder un ¨¢pice de su catalanidad, en lo que resulta un modelo paradigm¨¢tico, ha sabido introducirse en el tejido social espa?ol, y no s¨®lo en su dimensi¨®n dineraria sino tambi¨¦n art¨ªstica, cultural y cient¨ªfica, y ganarse la confianza de ciudadanos espa?oles de todo tipo que le conf¨ªan algo tan ¨ªntimo y apreciado como sus ahorros. Para montar instituciones y entidades como la referida, son necesarios ¨¢mbitos comunes. Y no cabe duda de que nuestro ¨¢mbito territorial com¨²n, cimentado sobre fuerzas profundas de la historia, es una fuente considerable de riqueza humana y material para todos. Un modelo para Europa.
Santiago Petschen es catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales de la UCM.
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