Lo que dura la belleza eterna
Las filmaciones en las que Visconti grab¨® a los chicos que participaron en el casting de Muerte en Venecia no se destruyeron. Est¨¢n recogidas en un documental de media hora titulado Alla ricerca di Tadzio y, aunque yo nunca he llegado a verlo, hay copias circulando por internet a disposici¨®n de los fetichistas. En ese documental se recogen las pruebas de c¨¢mara que el director italiano realiz¨® a los efebos m¨¢s guapos que encontr¨® en varios pa¨ªses del mundo. Aparte de su valor morboso, es indudable que esa grabaci¨®n tiene un verdadero inter¨¦s cinematogr¨¢fico, pues la elecci¨®n del actor encargado de interpretar a Tadzio resultaba determinante en la conversi¨®n de la novela de Thomas Mann al lenguaje visual: la Belleza hecha carne, el Arte transfigurado en m¨²sculos, epidermis, estructuras ¨®seas y membranas de diverso tipo.
Visconti seleccion¨® a Miguel Bos¨¦, pero Luis Miguel Domingu¨ªn dijo que habr¨ªa que pasar antes por encima de su cad¨¢ver
Visconti seleccion¨® para el papel a Miguel Bos¨¦, pero Luis Miguel Domingu¨ªn, su padre, que era un torero bien macho, dijo que habr¨ªa que pasar antes por encima de su cad¨¢ver. El siguiente elegido, tras el descarte, fue un adolescente sueco llamado Bj?rn Andresen que reun¨ªa todos los atributos de la belleza t¨®pica: la languidez, la ambig¨¹edad sexual, la fragilidad. Ten¨ªa una mirada umbrosa de ojos verdes y una melena rubia cuidada por los estilistas de producci¨®n con m¨¢s mimo que la de Silvana Mangano. Toda la arquitectura de la pel¨ªcula descansa sobre sus hombros esmirriados. ?l es el camino de Damasco en el que Gustav von Aschenbach ve por fin la luz.
Durante mucho tiempo se consider¨® Muerte en Venecia una obra criptogay. Un m¨²sico maduro -un escritor, en la novela de Mann-, respetable, casado y con prole, conoce de repente a un muchachito guapo y pierde por completo la raz¨®n. Disimula su metamorfosis haciendo sublimes consideraciones acerca del arte, de la belleza ideal y de los desarreglos que acarrea la vida, pero lo que en realidad desea es encamarse con Tadzio, quitarle su traje de ba?o de rayas o su vestido de marinerito y revolcarse a su lado con rijosidad.
No se trata de una interpretaci¨®n absurda, ni siquiera escasa, pero Muerte en Venecia es mucho m¨¢s que eso. Visconti, con su caligraf¨ªa grandiosa -s¨®lo afeada en esta pel¨ªcula por un uso del zoom intemperante-, vuelve a retratar una vez m¨¢s a esa aristocracia exquisita y cultivada que se extingue en Europa. Vuelve a indagar en el valor redentor o cobijador del arte, en la decadencia de cada hombre, en la persecuci¨®n de la juventud eterna, en la desolaci¨®n que viene siempre despu¨¦s de la gloria.
Bj?rn Andresen, que ten¨ªa 15 a?os durante el rodaje, prob¨® con su propia vida esas ense?anzas. La pel¨ªcula fue para ¨¦l una maldici¨®n o un augurio. No pudo estar a la altura del s¨ªmbolo en el que, gracias a ella se hab¨ªa convertido. Mantuvo alguna relaci¨®n homosexual en su juventud. Luego se cas¨® varias veces. Fracas¨® como actor y como cantante. Fue devorado por su personaje. Su rostro, comido por el tiempo, atravesado de arrugas, apareci¨® hace poco en algunos peri¨®dicos. Estaba lleno de amargura y de resentimiento. Su mirada, igual de verde, no era ya umbrosa, sino turbia. Negra. ?Le habr¨ªa seguido amando Aschenbach a esa edad? ?Habr¨ªa cre¨ªdo a¨²n que el fuego doloroso de la vida es preferible a la frialdad del arte? Estoy seguro de que no. -
Luisg¨¦ Mart¨ªn es autor de La muerte de Tadzio (Alfaguara).
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