Los inmigrantes tardan 20 a?os en lograr una vivienda en condiciones
Seis de cada diez extranjeros viven hacinados o carecen de servicios
Amed Rukhsan frota el bol¨ªgrafo sobre la palma de la mano. Luego la levanta y ense?a el garabato: "19-3-99". Es la fecha en que aterriz¨® en Barcelona procedente de Gujrat, regi¨®n norte?a paquistan¨ª cercana a la frontera india. Ten¨ªa 49 a?os. Una d¨¦cada despu¨¦s, sigue sin entender catal¨¢n ni castellano. Apenas domina algunas palabras: t¨¦, tabaco, comida. Y una frase que insiste en repetir: "No hay trabajo, no hay trabajo". Diez a?os despu¨¦s de aquel aterrizaje, Ahmed malvive tras un destartalado portal sin n¨²mero de la calle del Malnom.
Son 35 metros cuadrados que alquila junto a "cuatro o cinco amigos", dice. En el lavabo, sin embargo, se amontona una decena de cepillos de dientes. Y el piso alberga siete camas, dos de ellas dobles. Pese al tiempo que lleva en la ciudad, Rukhsan no despega de la precariedad. Igual que el 66,5% de los inmigrantes con m¨¢s de 10 a?os en Catalu?a, seg¨²n un informe que present¨® ayer la Fundaci¨®n Jaume Bofill. "El porcentaje de migrantes que vive en malas condiciones no desciende hasta que llevan 20 a?os en el pa¨ªs", sostuvo Jordi Bosch, coautor del estudio basado en 10.600 encuestas referidas al a?o 2006.
"La llegada masiva de extranjeros coincidi¨® con el alza del precio de la vivienda. Los inmigrantes encontraron el mercado m¨¢s caro de la historia", razon¨® Bosch. "Por eso no salen del alquiler. Y con la crisis que viene, estos colectivos tendr¨¢n a¨²n menos acceso a un piso", a?adi¨®.
La crisis, para Ahmed Rukhsan, lleg¨® en 2008: perdi¨® su empleo de alba?il y se lanz¨® a los trapicheos para afrontar los 800 euros que paga de alquiler. El dinero que recibe del subsidio lo env¨ªa a Pakist¨¢n. "Crisis", vocea se?alando varios agujeros de ventilaci¨®n que se quedan en eso: agujeros. "No puedo arreglarlo, no ahorro", balbucea.
Cinco de cada diez inmigrantes dedican m¨¢s del 30% de sus ingresos a la vivienda, recoge el estudio. "Un esfuerzo inadmisible que se une a los bajos sueldos que reciben", se?al¨® Bosch. Entre un 50% y un 60% de los que llevan menos de 20 a?os en Catalu?a cobra menos de 900 euros al mes. Pocos ingresos y alquiler alto: dos obst¨¢culos que les impiden prosperar. El apuro se ceba en africanos (sobre todo magreb¨ªes) y asi¨¢ticos. "Dif¨ªcilmente logran mejorar con el paso de los a?os. Y los ¨²ltimos en llegar lo tendr¨¢n a¨²n peor", detall¨® Bosch.
Abdul Matin tiene 30 a?os y a¨²n no echa de menos su Bangladesh natal. Lleg¨® en verano de 2007, en plena eclosi¨®n de la crisis crediticia. Vive en 70 metros cuadrados con seis paisanos. "No tengo otro sitio adonde ir", explica. Su piso carece de calefacci¨®n y no parece necesitarla: el calor humano lo mantiene templado. La infravivienda de Abdul presenta variables que el estudio de la Fundaci¨®n Jaume Bofill no considera. No tiene armarios ni ventanas en las habitaciones. La ropa cuelga en cualquier parte. Dos vetustas neveras presiden el comedor y las cortinas hacen de puerta. "Quiero vivir mejor y no regresar¨¦ a Bangladesh", afirma.
La frase se presta a interpretaciones positivas. "La experiencia termina siendo buena", explic¨® Bosch. "S¨®lo un 10% de los reci¨¦n llegados quiere regresar a su pa¨ªs". Comparado con lo que all¨ª se da, lo de Espa?a es un status al que no quieren renunciar. Sobre todo cuando llevan en Catalu?a m¨¢s de 20 a?os y han conseguido un cierto cobijo. A Abdul le quedan otros 19.
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