Si Rajoy es la soluci¨®n, ?cu¨¢l era el problema?
Ruido, mucho ruido, como en la canci¨®n de Joaqu¨ªn Sabina. As¨ª son las v¨ªsperas congresuales del Partido Popular hasta que se alce el tel¨®n en Valencia el pr¨®ximo 20 de junio. Menudean los desprendimientos de dirigentes que han buscado el momento preciso para multiplicar la sonoridad de sus abandonos, decididos despu¨¦s de sentirse abandonados. As¨ª, el de Eduardo Zaplana, que deja el esca?o para instalarse en los placeres de la empresa privada, y el de ?ngel Acebes, que se excluye de la futura directiva del partido. Los dos lo hicieron en fechas escogidas para chafar las reuniones de Mariano Rajoy con los grupos parlamentarios populares del Congreso y del Senado.
Ahora es Mar¨ªa San Gil, presidenta del PP del Pa¨ªs Vasco, quien abandona mediante un comunicado la redacci¨®n de la ponencia pol¨ªtica del congreso de Valencia "por diferencias de criterio, a su juicio fundamentales, en el seno de la misma". Enseguida, Esperanza Aguirre ha salido a encarecer el precio de ese abandono, y se divisa a Jaime Mayor Oreja jugando tambi¨¦n a fondo contra Mariano Rajoy.
El laconismo del comunicado para nada menciona la naturaleza de las aludidas diferencias de criterio, y s¨®lo a?ade que el abandono "no supone renuncia por parte de Mar¨ªa San Gil a seguir aportando sus puntos de vista para colaborar en la mejor propuesta y estrategias pol¨ªticas del partido". Entonces, ?por qu¨¦ abandona? Cabr¨ªa la posibilidad de que hubiera votado en contra de un texto, que al parecer sosten¨ªan sus otros dos compa?eros de ponencia, para suscribir un voto particular con su propuesta alternativa, seg¨²n hemos visto tantas veces con ocasi¨®n de dict¨¢menes o sentencias. M¨¢s a¨²n, cuando nuestra Mar¨ªa se declara decidida "a seguir aportando sus puntos de vista" y a "colaborar en la mejor propuesta y estrategias del PP". Despu¨¦s del abandono de San Gil todo han sido por su parte silencio y ausencias de las citas previstas en Madrid. S¨®lo algunas cr¨®nicas, como la de Carlos E. Cu¨¦ en EL PA?S de ayer, permiten saber que el desagrado hacia la ponencia viene de su inclinaci¨®n a favor de una nueva relaci¨®n del PP con los nacionalismos, en aras de evitar que de nuevo el voto anti-PP pudiera propiciar otra victoria electoral del PSOE.
As¨ª que los marianistas no ganan para desplantes, que adem¨¢s enseguida se magnifican para debilitar al presidente Rajoy, a base de enaltecer la calidad humana y pol¨ªtica de los desertores, atribuirles elevados valores simb¨®licos y continuar la l¨ªnea leninista de hacerle a Mariano la autocr¨ªtica en vivo y sin anestesia.
Mientras, las p¨¢ginas del diario de la conspiraci¨®n y los micr¨®fonos benditos en sinton¨ªa la emprenden con el osado presidente que se atrevi¨® en Elche a reclamar autonom¨ªa para el PP y a subrayar su decisi¨®n de terminar con el seguidismo del partido a la l¨ªnea marcada por esos medios de comunicaci¨®n. Aquel gesto de valor temerario, adoptado a cuerpo limpio, que deber¨ªa haberle merecido el reconocimiento de la ciudadan¨ªa, s¨®lo le ha generado un odio africano por parte de quienes exigen siempre adhesi¨®n inquebrantable a las conspiraciones ferroviarias que encabezan. Por eso se relevan en un turno sin fin para darle cera desde la madrugada hasta la puesta del sol.
Permanece la confusi¨®n sobre si Rajoy es la soluci¨®n renovadora que necesita el PP o el ¨²ltimo eslab¨®n del problema que impide su puesta en marcha. De todo lo que est¨¢ a la vista, Mariano Rajoy parece la mejor opci¨®n, pero la validez de su apuesta est¨¢ ennegrecida despu¨¦s de una legislatura en la que no ha ofrecido un solo s¨ªntoma de impulsar el cambio y ha sostenido un equipo que ahora resulta no haber sido el suyo.
Por el momento, sus adversarios se ven sin fuerzas para sustituirle en el congreso de Valencia, pero ya le han hecho reconocer que la decisi¨®n sobre el candidato a La Moncloa para las elecciones generales de 2012 se tomar¨¢ en la siguiente cita congresual, marcada para 2011. Es decir, que, a la manera de algunos ministros del actual Gabinete de Zapatero, el presidente del PP va a quedar instalado en una provisionalidad con al menos dos a?os de duraci¨®n. En consecuencia, como las actitudes sociales tienden a configurarse en relaci¨®n con las expectativas, si las de Rajoy son de provisionalidad, el arrastre de su liderazgo quedar¨¢ muy comprometido.
Siguiendo a Jorge Wagensberg en su pr¨®logo al libro Proceso al azar (Colecci¨®n Metatemas de Tusquets Editores), tal vez deber¨ªamos investigar a Rajoy con un m¨¦todo que empu?ara los tres principios de la realidad, de la inteligibilidad y de la dial¨¦ctica. En todo caso, volvamos al t¨ªtulo: si Rajoy es la soluci¨®n, ?cu¨¢l era el problema?
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