Israel y la di¨¢spora
Hace 60 a?os de la creaci¨®n del Estado de Israel por una decisi¨®n de Naciones Unidas. Y a su vez, de la decisi¨®n de ese mismo organismo de crear un Estado palestino, que no fue aceptada por los interesados.
?Necesidad hist¨®rica? ?Sentimiento de culpa? Falta distancia para una ¨²nica respuesta. Pero el tr¨¢nsito de Israel de la memoria a la realidad supuso un cambio hist¨®rico esencial para la di¨¢spora jud¨ªa. Tras un exilio milenario, ¨¦ste fue el acontecimiento m¨¢s importante, causa de una transformaci¨®n de su existencia y de su forma de enfrentarse al futuro. Las expulsiones y genocidios provocaban la huida o la desaparici¨®n, y un sentimiento de acusado sin culpa, como en El proceso de Kafka. Pero las generaciones jud¨ªas posteriores a la formaci¨®n del Estado de Israel tienen, y as¨ª lo perciben, una alternativa.
Jud¨ªos y palestinos del exterior podr¨ªan aportar una mirada nueva al conflicto
Hay que encontrar soluciones pol¨ªticas sin olvidar los derechos de los palestinos
Israel otorga a estas comunidades una nueva oportunidad de ser. "En tanto que jud¨ªo, estoy terriblemente concernido por la pol¨ªtica y a la vez pol¨ªticamente paralizado". Esta paradoja, descrita por el ensayista franc¨¦s Albert Memmi, es parte del reto del jud¨ªo moderno en la di¨¢spora. En tanto que jud¨ªo franc¨¦s o jud¨ªo argentino, por citar alg¨²n ejemplo, se tiene una experiencia nueva: la pertenencia al propio Estado y la pertenencia sentimental a Israel. Y entonces aparece la par¨¢lisis. Israel protege; es en muchos casos un refugio. La di¨¢spora se siente m¨¢s segura que antes, pero esto da pie a una paradoja conflictiva y a veces paralizante. Aunque no hay posibilidad de participaci¨®n pol¨ªtica, se tiene un compromiso con Israel y tambi¨¦n una responsabilidad con su evoluci¨®n.
El retorno es la soluci¨®n para la pertenencia, pero ese retorno supone a la vez un desapego y otro exilio. Impide el desarrollo del ser en el otro lugar. Vivimos una neurosis, dir¨¢ A. B. Yehoshua, causada por la complejidad de las identidades, participamos en lo que podr¨ªa llamarse "identidades transversales".
Israel tambi¨¦n ha influido e influye en los movimientos migratorios de los jud¨ªos, que son el reflejo de la relaci¨®n de sus pa¨ªses de nacimiento con Israel y que han supuesto un cambio sustancial en la ubicaci¨®n de muchas comunidades. Seg¨²n The Jewish People Policy Planning Institute (JPPPI), hay alrededor de 13 millones de jud¨ªos en el mundo y m¨¢s de cinco millones de ellos viven en Israel. En Europa residen 1.200.000. Y mientras que la poblaci¨®n jud¨ªa en Alemania ha pasado de 30.000 en 1970 a 120.000 en 2007, fruto de una pol¨ªtica activa contra el antisemitismo, en Francia, por el contrario, ha disminuido de 530.000 a 490.000, debido al surgimiento de brotes antijud¨ªos protago-nizados por individuos relacionados con el islamismo radical. Por otra parte, de los casi 900.000 jud¨ªos que viv¨ªan en pa¨ªses ¨¢rabes, casi la totalidad emigr¨® a Israel en d¨¦cadas recientes.
El resultado de esta evoluci¨®n es la percepci¨®n de un Occidente cada vez m¨¢s abierto donde, sin embargo, la di¨¢spora vislumbra un peligro para el ciudadano jud¨ªo, tanto el asentado en Europa como en Am¨¦rica Latina (hay que recordar el tr¨¢gico atentado del AMIA en Argentina, pa¨ªs de gran importancia cultural del que han emigrado unas 100.000 personas).
Se podr¨ªa decir que Israel y los palestinos tienen claramente dos conflictos de distinta naturaleza: uno de car¨¢cter pol¨ªtico por el territorio y otro de car¨¢cter m¨ªtico con un islam radical que pretende una aniquilaci¨®n jud¨ªa total. El primero necesita una soluci¨®n pol¨ªtica, el segundo deber¨ªa ser combatido con la democracia y el derecho.
Para entender la di¨¢spora jud¨ªa hay que saber que la idea de Israel forma parte de la conciencia socio-religiosa del juda¨ªsmo. Y no ¨²nicamente desde el punto de vista religioso. En la Palestina gobernada por el imperio otomano y luego por el brit¨¢nico se mantuvo siempre una presencia jud¨ªa. Tras la expulsi¨®n de Espa?a, Gracia M¨¦ndes (1510-1569) crea en Safed una comunidad sefardita: lleva all¨ª a Isaac Luria, que impulsa La Cabal¨¢. Pero la idea moderna de naci¨®n llega con un periodista, ?qui¨¦n mejor para conocer la actualidad y sus movimientos! Theodor Herzl (1860-1904) encuentra, a partir del caso Dreyfus, una soluci¨®n pol¨ªtica al anhelo del retorno a Si¨®n. El Primer Congreso Sionista se celebr¨® en Basilea el 29 de agosto de 1897, y su lema Si lo quer¨¦is, no ser¨¢ un sue?o se concret¨® en 1948, cuando las Naciones Unidas deciden la formaci¨®n de dos Estados en Palestina.
?Fue inocente creer que podr¨ªan establecerse sin conflicto? Tal vez. La prueba es que, el mismo d¨ªa de la proclamaci¨®n de la independencia, Israel se enfrenta a su primera guerra cuando es atacado por gran n¨²mero de naciones ¨¢rabes. Pero si analizamos los hechos a partir de ese momento, y aunque el conflicto permanece, la situaci¨®n es hoy distinta, Israel ha negociado la paz con Egipto o con Jordania, dos importantes vecinos, y el conflicto pol¨ªtico se sit¨²a donde debi¨® situarse desde el inicio: entre israel¨ªes y palestinos.
Sin embargo, para los jud¨ªos de la di¨¢spora nacidos despu¨¦s de la formaci¨®n del Estado, es dif¨ªcil decir "Israel tiene que..." con un pensamiento inocente. Aunque es necesario utilizar la f¨®rmula de Perec: "obligarse a ver con m¨¢s sencillez" para alejarse de los estereotipos. Honestamente, no sabr¨ªa completar la frase. Hay mucho que solucionar dentro de la democracia israel¨ª, como los derechos matrimoniales de las mujeres, la situaci¨®n de los sefard¨ªes o la formaci¨®n de un Estado laico que respete lo religioso. Pero tambi¨¦n hay que encontrar soluciones pol¨ªticas que protejan a los israel¨ªes sin olvidar los derechos de sus vecinos.
Desde fuera, paralizados, debatimos en busca del equilibrio entre la posibilidad de hallar soluciones pol¨ªticas justas para ambos pueblos: la necesidad de defenderse, la garant¨ªa de los derechos de protecci¨®n de los ciudadanos frente al deseo de un arreglo justo entre israel¨ªes y palestinos, el desarrollo de la responsabilidad frente al otro.
Preocupaciones comunes a los palestinos, que deben proteger a sus ciudadanos (sus hijos deben importar m¨¢s que el ataque al enemigo) y, a pesar de la defensa, planificar las bases posibles y efectivas de un futuro Estado.
Ambas di¨¢sporas, la jud¨ªa y la palestina, podr¨ªan aportar una mirada nueva y serena, apoyando un di¨¢logo desde fuera adentro, en el que cada uno asuma la realidad del otro para vencer la herida, y dise?ar un futuro responsabiliz¨¢ndose del propio destino. El ¨²nico enemigo es la radicalizaci¨®n de las ideas. Ayudar¨ªa que los medios aportaran una informaci¨®n menos parcial, en la que unos y otros pudieran verse sin la obligaci¨®n de defenderse.
Hoy, continuando la v¨ªa de encuentro iniciada por el escritor Amos Oz, entre otros, aparecen esperanzadoras voces en la parte palestina. Ali Abu Awwad, junto a Robi Damelin, familiares de v¨ªctimas de uno y otro lado, han realizado el documental Punto de encuentro y lideran un movimiento conjunto por la paz. Se abre una puerta a la esperanza y si lo quer¨¦is y lo queremos, no ser¨¢ un sue?o.
La falta de esperanza puede llevar a la par¨¢lisis descrita por el escritor Herman Melville y encarnada en su personaje Barteleby, el escribiente, quien repet¨ªa: preferir¨ªa no hacerlo, y as¨ª deja de hacer, se detiene, muere. Y llega a esa situaci¨®n seguramente porque trabaja en la Oficina de Cartas Muertas. Las di¨¢sporas jud¨ªa y palestina tienen la obligaci¨®n de leer a tiempo esas cartas.
Esther Bendahan, escritora marroqu¨ª, es jefa de programaci¨®n cultural de Casa Sefarad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.