El progreso econ¨®mico, en entredicho
La humanidad constituye una especie harto singular. Su racionalidad es bastante imperfecta, pero permite progresar. Ocurre, sin embargo, que esa imperfecci¨®n de la raz¨®n hace que el progreso sea lento, resulte injusto para muchos y avance a trompicones. Ahora lo estamos viendo con una desaceleraci¨®n econ¨®mica que puede convertirse en una crisis honda y duradera.
?Qu¨¦ ha sucedido? De repente y casi sin previo aviso se han suscitado dos serios problemas. El primero se debe a la llamada financiarizaci¨®n. En todas partes existe una producci¨®n y consumo de bienes, es decir, una econom¨ªa real. Junto a ella hay otra econom¨ªa, la financiera, muy pujante en los pa¨ªses avanzados. En ellos, las transacciones financieras son en su cuant¨ªa enormemente superiores a las transacciones reales. Resulta as¨ª que el sistema financiero, fundamental como es, se ha hipertrofiado. Tal cosa se debe a que bancos, cajas y dem¨¢s funcionan con un mecanismo tan sencillo como rentable. Captan fondos, por los que pagan un precio, y luego esos fondos, multiplicados, los prestan, cobrando por ello un precio m¨¢s alto. Cuanto m¨¢s presten m¨¢s ganar¨¢n, salvo, claro es, si no se devuelven los pr¨¦stamos. ?C¨®mo se evita esto ¨²ltimo? Exigiendo garant¨ªas suficientes a los prestatarios. Y eso es lo que no han hecho muchas entidades estadounidenses con las famosas subprimes, unos cr¨¦ditos hipotecarios otorgados alegre e imprudentemente.
No habr¨¢ en Espa?a situaciones tr¨¢gicas para la mayor¨ªa; pagar¨¢n los menesterosos
Como los Estados Unidos son potentes y grandes, que dijo el poeta, sus alifafes financieros amenazan con contagiarse al resto del mundo. Y lo mismo que el progreso se alimenta a s¨ª mismo y empuja hacia adelante, todo retroceso, por peque?o que parezca al principio, puede convertirse en una espiral descendente que afecte a todos, a los prudentes y a los imprudentes. Una econom¨ªa financiera que vaya a menos frenar¨¢ a la econom¨ªa real y la desaceleraci¨®n de ¨¦sta afectar¨¢ a su vez a aqu¨¦lla, y as¨ª se ir¨¢ de mal en peor hasta que se toque fondo y se produzca un rebote.
El segundo problema es la subida de los precios de la energ¨ªa y de los alimentos. Cuando hay progreso aumentar¨¢ la demanda de casi todo y si la oferta no lo hace en igual medida, los precios subir¨¢n. Aunque sea absurdo, esa mayor demanda no se hab¨ªa previsto y el alza de los precios ha causado sorpresa general, fomentado la especulaci¨®n y, lo que es m¨¢s grave, incrementado el n¨²mero de pobres. Adem¨¢s, cosechas que podr¨ªan haberse traducido en m¨¢s alimentos se han desviado hacia los biocombustibles.
?Qu¨¦ soluci¨®n hay? Una es resignarse y leer la Biblia, donde se dice que a siete a?os de vacas gordas suceder¨¢n otros siete de vacas flacas. Pero tambi¨¦n cabe emplear la raz¨®n y supervisar m¨¢s y mejor al sistema financiero para que no vuelva a haber subprimes. Sobre el papel es cosa bastante hacedera, aunque habr¨¢ que vencer las fuertes reticencias de los fans del libre mercado, que piensan que ¨¦ste no falla nunca y no debe, por tanto, intervenirse.
En cuanto a los precios del petr¨®leo, poco se puede hacer salvo convencer a los ciudadanos de que sean menos "energ¨¦ticos" y dispendiosos, cosa dif¨ªcil habida cuenta de que nuestra civilizaci¨®n se basa en el consumismo. Los precios de los alimentos, en cambio, podr¨ªan dejar de subir simplemente produciendo m¨¢s, lo cual es relativamente sencillo con los conocimientos agron¨®micos actuales, aunque no lo es tanto que los pa¨ªses ricos faciliten la labor con m¨¢s ayuda, menos proteccionismo agr¨ªcola y mayores transferencias tecnol¨®gicas.
En Espa?a tenemos un problema a?adido. Hemos vivido los a?os de vacas gordas gracias en parte al artificio de construir m¨¢s viviendas de las que pod¨ªan finalmente venderse a los desorbitados precios de mercado. Al final, como suele ocurrir en esos casos, ha habido que dar un brusco frenazo y poner, nunca mejor dicho, orden en la casa. Con ello ha aumentado el n¨²mero de parados y se ha gripado uno de los motores, por artificioso que fuese, del crecimiento, del que est¨¢bamos demasiado orgullosos.
?Qu¨¦ va a pasar en Espa?a y en el mundo en los pr¨®ximos tiempos? A decir verdad, nadie lo sabe, pues la econom¨ªa es todo menos una ciencia exacta. Adem¨¢s, hay mucho en ella de psicolog¨ªa y se desconoce c¨®mo van a reaccionar los ciudadanos ante los negros nubarrones. ?Con el optimismo que intentan infundir los gobernantes o con pesimismo? Incluso en el segundo caso, no habr¨¢ en Espa?a ni en los dem¨¢s pa¨ªses avanzados situaciones tr¨¢gicas para la mayor¨ªa de sus habitantes, aunque como acostumbra a suceder en este perro mundo, los menesterosos sufrir¨¢n m¨¢s. V¨¦ase, como muestra de la poca vulnerabilidad de los pudientes, el caso de Jap¨®n, que ha estado 15 a?os en una crisis que todav¨ªa colea y sigue siendo uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del globo. Pero s¨ª habr¨¢ penurias en muchas otras partes, aumentar¨¢n las hambrunas y nos alejaremos del final de la extrema pobreza, lo que demostrar¨ªa que m¨¢s que poco racionales somos, en realidad, bastante brutos.
Francisco Bustelo es catedr¨¢tico jubilado de Historia Econ¨®mica y rector honorario de la Universidad Complutense.
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