El 'Chufagate'
El caso del nigeriano que se casaba demasiado ha descubierto oscuras realidades. La de la chufa misma, que, tal como anoche me hizo comprender mi colega Eugeni Garc¨ªa Gasc¨®n, no es el producto end¨¦mico de Valencia que cre¨ªamos. ?Chufas en N¨ªger! Las afinidades valencianas de la vicepresidenta debieron experimentar una sacudida emocional al contemplar tal producto patrio arraigado en tierras lejanas. Es natural que la llamada de la horchata le embriagara la sangre hasta el punto de anular el detector de pol¨ªgamos que toda feminista deber¨ªa llevar dentro. Aqu¨ª debo ejecutar un inciso para confesarles que, respecto a esa detestable pr¨¢ctica, albergo angustiosas contradicciones. Si estuviera casada con un vejestorio adicto a la Viagra, ?no me resultar¨ªa m¨¢s llevadero compartir la carga con otras tres mujeres y, de paso, trazar con ellas un plan perfecto de envenenamiento?
Ya lo dec¨ªa, abismales situaciones han puesto a descubierto el Chufagate. Por ejemplo, la hipocres¨ªa a que se refer¨ªa Enric Gonz¨¢lez en su magn¨ªfica columna de hace un par de jornadas.
He visto a representantes de nuestro Gobierno dar la mano a un pol¨ªtico liban¨¦s que pas¨® s¨®lo 11 a?os en prisi¨®n por ordenar la muerte de un rival y de su familia (mientras dorm¨ªan); a un pol¨ªtico liban¨¦s bipolar que fue amigo del asesino de su padre y que ahora es enemigo del hijo del asesino de su padre... Y he visto a militares nuestros de alto rango, y muy apreciables, saludar a los alcaldes del sur -no sabemos cu¨¢ntas esposas tienen- y repartir juguetes entre ni?os que no sabemos de qu¨¦ esposa son. Todo ello, y todos ellos, con las consabidas fotograf¨ªas. Y sin horrorizarse.
?Cu¨¢l es la soluci¨®n? ?Viajar siempre con un mu?eco inflable de Mandela, el ¨²nico compa?ero de foto mundialmente reconocido como irreprochable?
?nimo. Siempre nos quedar¨¢ la chufa.
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