El descaro institucionalizado
Los reventas act¨²an a la vista de todos sin que las autoridades reaccionen
El agente municipal llega con las gafas de sol puestas y el rostro chulesco que otorga el ir montado a caballo. "?Qu¨¦?, ?has pillado a alguno?", le dice a un compa?ero de a pie. "Qu¨¦ va. C¨®mo vamos a pillarlos si nos tienen ya muy vistos. Hemos visto a algunos pero se han ido al C¨¦sar. Nada de nada", contesta con desgana.
El escenario de esta conversaci¨®n es la plaza de Las Ventas, ayer a las cinco y media de la tarde, poco antes de que empiece la fiesta y una de las tardes importantes de la Feria de San Isidro. Y, obviamente, los polic¨ªas se refieren a los reventas, esos tipos que se ganan la vida multiplicando el precio de las entradas con el sistema m¨¢s viejo del mundo: controlar la demanda. Muchos de ellos se han ido al C¨¦sar, uno de los bares que hay frente a la plaza, donde a esa hora realizan las transacciones.
"Las de Tom¨¢s las tengo a 800 euros. Y siguen subiendo", dice un reventa
Estos tipos son gente conocida. Los hay que son viejos n¨®madas del negocio, toda la vida dando vueltas de feria en feria, de espect¨¢culo en espect¨¢culo. Lo mismo les da una final en el Bernab¨¦u, que una obra de teatro, pero donde se mueven c¨®modos es junto a la puerta grande de la plaza, con el bast¨®n o el peri¨®dico en una mano, los bolsillos cargados de boletos y una mirada de lince para captar compradores y decir en voz baja eso de "Pa los toros, pa los toros".
"Llevo ya muchos a?os. Esto me da para comer", asegura uno de ellos, de los pocos que acceden a decir algo. Cuenta que sus entradas las obtiene de los abonados que no van a asistir, pero no quiere dar muchos detalles. Tampoco los da Ricardo, nombre ficticio de un joven desali?ado que ofrece una tarjeta de visita plastificada y dise?ada a conciencia; un toro y un futbolista dibujados en los m¨¢rgenes donde se puede leer: "Compraventa de entradas. Todo tipo de eventos". "Ll¨¢mame al m¨®vil si te decides. Las de Jos¨¦ Tom¨¢s las tengo a 800 euros para el d¨ªa 15 en tendido de sombra, 250 en sol. Dile a tu jefe que se d¨¦ prisa porque siguen subiendo", comenta.
Uno de los polic¨ªas municipales esboza su propio panorama del asunto. "Mira, esto es una mafia. Todos est¨¢n en la misma red. La empresa da entradas a las agencias del 20% y ¨¦stas las distribuyen entre los reventas. A la empresa le interesa que esto siga as¨ª". Las agencias del 20% tienen sus puestos autorizados enfrente de la plaza donde revenden las entradas con ese porcentaje de incremento. Una de las taquilleras asegura que no sabe nada de los reventas ilegales: "Yo me dedico a lo m¨ªo. No s¨¦ qu¨¦ hacen ellos. Ni qui¨¦nes son".
El polic¨ªa explica que s¨®lo act¨²an cuando pillan una transacci¨®n. "Si los vemos sacando las entradas los cogemos. Pero no podemos ir y sac¨¢rselas de los bolsillos". "?Qu¨¦ verg¨¹enza!", exclama un portavoz de Las Ventas al otro lado del tel¨¦fono. ?l tambi¨¦n asegura que no pueden hacer nada y que eso ha ocurrido siempre. O sea, que todos lo saben y todos lo permiten. Algunos lo llaman tradici¨®n. Otros han buscado una manera m¨¢s original para describir la situaci¨®n: institucionalizar el descaro.
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