"No nos queda m¨¢s remedio que tirar para adelante"

En una esquina de la capilla del cementerio de San Gabriel, en M¨¢laga, un grupo de guardias civiles, con guerrera y camisa verde y el tricornio en la mano, llora. Unos intentan mantener el tipo tras unas gafas de sol y otros buscan el abrazo de sus compa?eros. Son amigos de Juan Manuel Pi?uel, el guardia asesinado por ETA en la madrugada del mi¨¦rcoles en la casa cuartel de Legutiano (?lava). El grupo de agentes ha venido desde Llombai (Valencia), donde Pi?uel sirvi¨® desde 2001 hasta el pasado 25 de abril, cuando pidi¨® el traslado al Pa¨ªs Vasco.

El cad¨¢ver del agente, de 41 a?os, casado y con un hijo, fue incinerado ayer, tras un funeral oficiado por el obispo de M¨¢laga, Antonio Dorado Soto. Al sepelio asistieron, adem¨¢s de decenas de guardias, dirigentes pol¨ªticos andaluces, entre ellos el presidente de la Junta, Manuel Chaves, y el l¨ªder del PP, Javier Arenas.

Uno de los compa?eros de Pi?uel en Llombai intentaba sacar fuerzas de la desesperaci¨®n. "No nos queda m¨¢s remedio que tirar para adelante", es lo ¨²nico que acertaba a decir. Otro, que coincidi¨® tres a?os con el agente en Valencia, se lamentaba de "no haber tenido tiempo de ir a verle al Pa¨ªs Vasco".

En su homil¨ªa, Dorado Soto conden¨® las "manos crueles" y la "ideolog¨ªa asesina" que acabaron con la vida de Pi?uel. El f¨¦retro fue recibido en el cementerio a los sones del himno nacional y, tras el funeral, fue despedido por el himno de la Guardia Civil y una salva de honor.