Hospital resistente

Jugar con la sanidad p¨²blica es algo muy serio pues puede derivar r¨¢pidamente en alarma social y contribuir a su desprestigio. En el caso del brote de la bacteria Acinetobacter baumanii que durante 20 meses ha afectado a 252 pacientes ingresados en el hospital madrile?o 12 de Octubre, causando la muerte de 18 de ellos, el recurso a una f¨¢cil politizaci¨®n no debe desviar la atenci¨®n del verdadero problema: ?se ha actuado con la diligencia necesaria? ?Podr¨ªa haberse evitado parte de los da?os causados por el brote?

Las infecciones hospitalarias son en estos momentos uno de los desaf¨ªos m¨¢s graves que deben afrontar los centros sanitarios. Las bacterias, como microorganismos vivos, se defienden de los ataques de la medicina con mutaciones por las que se hacen resistentes a los antibi¨®ticos. Erradicarlas por completo parece ut¨®pico, pero superar determinados porcentajes de infecci¨®n hospitalaria puede ser un claro indicio de mal funcionamiento. De hecho, la tasa de infecciones se ha convertido en uno de los principales indicadores de calidad de un hospital.

A principios de los a?os noventa, los especialistas en medicina preventiva estimaban posible reducir esta tasa hasta el 6%, pero en los ¨²ltimos a?os, el estudio Epine, que analiza peri¨®dicamente m¨¢s de 55.000 historias cl¨ªnicas de toda Espa?a, muestra que, lejos de alcanzar ese objetivo, se est¨¢ produciendo un preocupante repunte. Si el Epine de 2005 mostraba una tasa de infecciones hospitalarias del 6,9%, en el de 2007 ascend¨ªa ya al 7,9%. Eso significa que casi 8 de cada 100 pacientes ingresados contraen una infecci¨®n en el propio hospital y uno de cada 100 morir¨¢ por ella. No es, pues, un problema menor: causa m¨¢s de 4.000 muertes anuales.

Los 20 meses que el hospital 12 de Octubre tard¨® en controlar el brote parecen a primera vista excesivos, como tard¨ªa parece la decisi¨®n de hacer obras radicales de saneamiento en unas dependencias en las que la bacteria se hab¨ªa ense?oreado. Si a ello se une la existencia de reiteradas denuncias por parte del personal del hospital, ignoradas con displicencia por la direcci¨®n, la sospecha de negligencia cobra verosimilitud. Puesto que la fiscal¨ªa ha iniciado una investigaci¨®n penal, ser¨¢n los tribunales quienes diluciden si estas sospechas tienen fundamento.

La ciudadan¨ªa tiene derecho a esperar de los responsables de un hospital que har¨¢n lo m¨¢ximo posible por no poner en riesgo su vida. Desde esta perspectiva, la primera reacci¨®n de la direcci¨®n del centro y de las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid a la divulgaci¨®n de la noticia no es un buen indicador. Atacar al mensajero y defenderse politizando el asunto no parece un buen argumento. Aunque sea verdad que esa bacteria existe en muchos hospitales, es justo que se sepa por qu¨¦ se tard¨® cerca de 20 meses en tomar medidas para reconstruir la UCI y se desatendieron muchas de las quejas sindicales sobre la falta de personal y los d¨¦ficit de higiene en la unidad.