Uribe juega fuerte
La s¨²bita extradici¨®n de los jefes paramilitares mira tanto hacia EE UU como a Colombia
Al extraditar por sorpresa a Estados Unidos a los m¨¢ximos jefes paramilitares colombianos encarcelados, a los que acusa de incumplir sus compromisos y seguir infringiendo la ley, el presidente ?lvaro Uribe ha dado un audaz golpe de mano. Su prop¨®sito, granjearse el m¨¢ximo apoyo de EE UU en momentos delicados -el Congreso discute un tratado de libre comercio crucial para Bogot¨¢- y de paso fortalecer sus posibilidades como aspirante a un excepcional tercer mandato, eventualidad que el conservador Uribe no confirma pero tampoco desmiente.
La popularidad de Uribe ha venido b¨¢sicamente del acorralamiento de las FARC, la guerrilla terrorista y narcotraficante. La han acrecentado su firmeza con el caudillo venezolano Hugo Ch¨¢vez en la cuesti¨®n de los rehenes y el golpe de los comandos colombianos que dieron muerte en Ecuador, en marzo, a uno de sus jefes m¨¢ximos, Ra¨²l Reyes. Interpol avalaba ayer, tras el an¨¢lisis de expertos internacionales, que no han sido manipulados los ordenadores aprehendidos entonces a la guerrilla, en los que hab¨ªa pistas valiosas sobre el apoyo militar y econ¨®mico venezolano y ecuatoriano a las FARC. A Ch¨¢vez le faltaba tiempo para calificar de t¨ªtere de Washington al organismo policial. Con la entrega a EE UU de los jefes ultraderechistas, Uribe golpea al otro extremo del arco del crimen. Los pistoleros extraditados, que negociaron con el Gobierno su reinserci¨®n a cambio de penas de c¨¢rcel simb¨®licas y de cooperar con la justicia, destaparon el esc¨¢ndalo denominado parapol¨ªtica. Como consecuencia del mismo, una parte sustancial del Parlamento colombiano, diputados uribistas, incluso familiares directos del presidente, est¨¢n en prisi¨®n o son investigados por sus v¨ªnculos mafiosos. Es previsible que ante los jueces estadounidenses, los extraditados, cuya entrega Uribe hab¨ªa dejado en suspenso, hablen m¨¢s de narcotr¨¢fico que de corrupci¨®n en Colombia.
Los argumentos de Uribe -que los paras segu¨ªan dirigiendo desde la c¨¢rcel sus redes delictivas, que no resarc¨ªan econ¨®micamente a sus v¨ªctimas- certifican, entre otras cosas, el fracaso del llamado proceso de Justicia y Paz y la inoperancia del sistema penitenciario colombiano. Bogot¨¢ debe obtener ahora garant¨ªas de EE UU para que el probablemente largo encierro all¨ª de los paramilitares no arroje una definitiva cortina de humo sobre sus horrendos cr¨ªmenes a¨²n por esclarecer.
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