Israel: v¨ªctimas y verdugos
El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurion se convirti¨® en el primer jefe del nuevo Estado de Israel. Desde entonces, la coexistencia pac¨ªfica entre ¨¢rabes y jud¨ªos, que era la base del plan para la partici¨®n de Palestina recomendado por la ONU, ha resultado imposible. Al mismo tiempo, en esas seis d¨¦cadas, se ha producido una inversi¨®n del papel representado por los jud¨ªos en la historia: de v¨ªctimas y perseguidos, traumatizados por la experiencia del antisemitismo y sobre todo del genocidio puesto en marcha por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial, han pasado a ser los actores principales de una sistem¨¢tica pol¨ªtica de agresi¨®n contra sus vecinos ¨¢rabes y de ocupaci¨®n militar de sus territorios. El recuerdo del Holocausto, un exterminio racial sin comparaci¨®n en la historia, es utilizado para hacer callar la oposici¨®n a esos actos de agresi¨®n del Estado de Israel. La historia y el debate pol¨ªtico se funden en ese conflicto.
La memoria del Holocausto paraliza las cr¨ªticas a la pol¨ªtica de Israel
La hostilidad hacia la raza, la cultura y las tradiciones jud¨ªas, presente en la historia del cristianismo desde el primer siglo de nuestra era, resurgi¨® con fuerza a finales del siglo XIX en los imperios ruso y austroh¨²ngaro y dividi¨® profundamente a la sociedad francesa, que apenas contaba con residentes jud¨ªos, en la crisis pol¨ªtica provocada por el affaire Dreyfus. Los jud¨ªos fueron identificados por el populismo conservador y cat¨®lico, especialmente en pa¨ªses como Polonia y Francia, como los precursores del progreso y del capitalismo internacional que destru¨ªa los valores tradicionales del mundo rural. En Rusia, grupos organizados, apoyados por oficiales del ej¨¦rcito, asesinaron en esos a?os a numerosos jud¨ªos y saquearon sus propiedades.
Como respuesta a esa oleada de antisemitismo, emergi¨® un movimiento sionista, creado por el h¨²ngaro Theodor Herzl, que se propuso como objetivo establecer una patria jud¨ªa en Palestina, reviviendo una idea que siempre hab¨ªa estado presente en la di¨¢spora de los jud¨ªos por Europa y Asia. Miles de jud¨ªos comenzaron a emigrar a ese territorio comprendido entre el r¨ªo Jord¨¢n y el mar Mediterr¨¢neo, que estaba en poder del imperio otomano desde comienzos del siglo XVI, y la Organizaci¨®n Sionista Mundial, fundada en 1897 por el mismo Herzl, actu¨® como grupo de presi¨®n para convencer a los principales dirigentes pol¨ªticos de la necesidad de crear ese Estado.
Al principio, los colonos jud¨ªos vivieron en paz con la poblaci¨®n ¨¢rabe all¨ª asentada. Pero cuando despu¨¦s de la I Guerra Mundial, Palestina pas¨® a ser administrada por Gran Breta?a y tanto los ¨¢rabes como los jud¨ªos vieron frustradas sus ansias de independencia, las tensiones entre los viejos pobladores, los nuevos colonos y las autoridades brit¨¢nicas aumentaron y alcanzaron su cl¨ªmax a comienzos de los a?os cuarenta, coincidiendo con el Holocausto, en un periodo en el que casi 100.000 jud¨ªos llegaron ilegalmente a Palestina.
Gran Breta?a fue incapaz de ofrecer una soluci¨®n al conflicto y en 1947 le pas¨® el problema a la reci¨¦n creada ONU, en un escenario internacional de simpat¨ªa hacia el pueblo jud¨ªo por su sufrimiento en los campos de concentraci¨®n nazis. Los ¨¢rabes palestinos, apoyados por todos los ¨¢rabes de los pa¨ªses vecinos, rechazaron la independencia de Israel y al d¨ªa siguiente de que Ben Gurion la declarara oficialmente, el pa¨ªs fue atacado por una coalici¨®n militar formada por Egipto, Siria, L¨ªbano e Irak. Los jud¨ªos del nuevo Estado los derrotaron.
Comenzaba as¨ª la historia de Israel, con una guerra como acto fundacional. El principal desaf¨ªo consist¨ªa en consolidar ese Estado independiente, en integrar a los numerosos grupos de inmigrantes que llegaban desde diferentes partes del mundo, en crear una agricultura y una econom¨ªa que alimentara a esa creciente poblaci¨®n, que ha pasado de menos de un mill¨®n de habitantes en diciembre de 1948 a m¨¢s de siete millones en la actualidad. La econom¨ªa agraria inicial, dominada por la intervenci¨®n del Estado, evolucion¨® hacia la liberalizaci¨®n y el crecimiento econ¨®mico acelerado, con un cambio generacional que incorpor¨® desde finales de los a?os ochenta, frente al poder social y cultural de los ortodoxos rabinos, algunos de los valores del capitalismo occidental.
Todos esos logros, sin embargo, fueron acompa?ados, especialmente desde 1967, desde la Guerra de los Seis D¨ªas, por la ocupaci¨®n militar de sus territorios vecinos. Israel reproduce de esa forma el m¨¦todo de conquista que esclaviz¨® a los propios jud¨ªos en Europa en los a?os treinta y cuarenta. La resistencia por parte de los ¨¢rabes, cada vez m¨¢s violenta y organizada por grupos terroristas, es respondida por Israel con masivos castigos y ataques sobre la poblaci¨®n civil. La derecha religiosa, bas¨¢ndose ella misma en principios racistas y de superioridad, rechaza los derechos nacionales de los palestinos.
Por otro lado, la memoria del trauma del Holocausto ha condicionado la posici¨®n de las democracias occidentales, que nunca se han opuesto en¨¦rgicamente a la pol¨ªtica militar de Israel en los territorios ocupados. Resulta una paradoja de la historia, de la relaci¨®n entre el pasado jud¨ªo y el presente de Israel, que la idea del "espacio vital" haya sido utilizada por Israel con el fin de extender su base territorial, que quienes fueron v¨ªctimas sean ahora verdugos. Es un buen momento para recordarlo, sesenta a?os despu¨¦s de la creaci¨®n del Estado de Israel.
Juli¨¢n Casanova es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Zaragoza.
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