La decadencia

Alguien deber¨ªa de haber puesto punto y final a San Isidro despu¨¦s de la gran faena de El Cid. Nos hubi¨¦ramos ahorrado el mal trago de asistir al d¨ªa siguiente a la verdadera decadencia de esta fiesta, a la farsa de un espect¨¢culo en el que cada cual huye de su responsabilidad.
Ni los toros del Marqu¨¦s, ni el cartel de toreros, ni la autoridad, ni el p¨²blico jaranero, ni la empresa de la plaza cumplieron con su deber, de tal modo que la tarde result¨® insufrible y sopor¨ªfera, de esas que deben pasar cuanto antes al olvido.
Los toros, regord¨ªos, mansones, aplomados, ¨¢speros, violentos, sin recorrido y sin clase contribuyeron al desastre. Con el debido respeto a todo el que se viste de luces, el cartel no reun¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s para casi nadie, y los tres respondieron a la nula expectaci¨®n despertada. La autoridad permiti¨® el permanente incumplimiento de la legalidad en los tercios de varas y banderillas: el cuarto recibi¨® un puyazo, y a ese mismo y al quinto colocaron s¨®lo dos pares de banderillas. Y el p¨²blico despert¨® de su aton¨ªa en el sexto y, tras una espeluznante voltereta de Javier Valverde, se puso sentimental, y pidi¨® la oreja con gran inter¨¦s. Por una vez, el us¨ªa estuvo en su sitio y no acept¨® semejante fechor¨ªa. Hubiera sido para darse de baja. ?Y la empresa? Ayer hizo caja; es decir, consigui¨® un suculento beneficio econ¨®mico. La plaza llena y un cartel barato que no se repetir¨¢, sin duda, en ninguna feria espa?ola. El huevo de Col¨®n. ?Por qu¨¦ se permite semejante enga?o a los espectadores? ?Por qu¨¦ no hay un control de calidad que evite tama?o desafuero?
Domecq / Rafaelillo, Vicente, Valverde
Toros del Marqu¨¦s de Domecq el segundo, devuelto¡ª, regord¨ªos, mansos, descastados y broncos. Sobrero de El Jaral de la Mira, corrido en quinto lugar, bien presentado y deslucido.
Rafaelillo: estocada y tres descabellos (ovaci¨®n);estocada baja y trasera (silencio).
Iv¨¢n Vicente: estocada trasera ¡ªaviso¡ª y cuatro descabellos (silencio); estocada trasera (silencio).
Javier Valverde: cuatro pinchazos (silencio); pinchazo y estocada baja (vuelta).
Plaza de Las Ventas. 16 de mayo. Novena corrida de San Isidro. Lleno.
Asisti¨® la infanta Elena desde el palco real.
La tarde result¨® sopor¨ªfera, de esas que deben pasar al olvido
Muy poco dieron de s¨ª los toreros. No hubo toros, es verdad, pero a ninguno de los tres le adornan condiciones lidiadoras ni est¨¦ticas que hicieran presagiar el ¨¦xito.
Rafaelillo evit¨® como pudo los ga?afones que le lanzaba sin cesar su primero, un toro violento que quiso cogerlo a toda costa. Y se entreg¨® en el cuarto, que recibi¨® una p¨¦sima lidia y lleg¨® a la muleta con la poca clase de un buey violento.
Iv¨¢n Vicente tiene porte de torero fino y elegante y se enfrent¨® a dos toros duros y correosos que le hicieron pasar un mal rato. Le falt¨® poder ante el molesto calamocheo de su primero, y derroch¨® vulgaridad ante el complicado sobrero que hizo quinto.
Valverde intent¨® justificarse ante el descastado tercero, y se jug¨® el tipo con el brusco sexto que lo volte¨® de mala manera. Volvi¨® conmocionado a la cara del toro y lleg¨® el numerito de pedir la oreja. Ver para creer...

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