"Con tres vasos de vino al d¨ªa mueres m¨¢s tarde"
-?Pero qu¨¦ bebe, hombre? En la barra s¨®lo hay, ex profeso, una cola light y ante su visi¨®n, incluso salt¨¢ndose el saludo, Michel Montignac (Angulema, 1944) ya no ha podido reprimir su primera invectiva agroalimentaria.
Avalan a este Arqu¨ªmedes de la diet¨¦tica 18,5 millones de libros vendidos de su m¨¦todo de adelgazamiento, cuya principio rezar¨ªa: "A cantidad igual de gl¨²cidos, el nivel de az¨²car en la sangre o glucemia diferir¨¢ seg¨²n la naturaleza del alimento gluc¨ªdico consumido".
El dietista franc¨¦s se queja de que la gente se gasta m¨¢s en ocio que en comer mejor
Desconf¨ªa Montignac de poder hacerse caso a s¨ª mismo en este local: el pulpo y la paella pintados en el cristal de la entrada no anuncian para¨ªsos antigrasa. "?Y aqu¨ª, qu¨¦ comeremos?", inquiere, pero mientras espera al camarero, ya lanza: "Los productos light llevan aspartamo, componente qu¨ªmico, un veneno que estudios vinculan a la esclerosis m¨²ltiple y al alzh¨¦imer; en 10 a?os estar¨¢ prohibido".
Glups con el anzuelo, pero fruto del sadomasoquismo y un malentendido prurito profesional, uno pide tapas de camuflaje antes de la bomba: huevos estrellados con butifarra negra y lentejas con chorizo. Se juega con ventaja: Montignac, a las 14.30, tiene hambre. "Me levanto a las seis y como pan integral, mermelada sin az¨²car y un yogur o fruta", recita.
Ante los platillos, lanza el tenedor sobre lo light, pero luego ataca el huevo estrellado: ?Montignac sucumbe!... Pues va a ser que no: selecciona el huevo frito, la butifarra y ni roza las patatas: "Son mi enemigo: hasta hace 50 a?os, se com¨ªan hervidas; ahora s¨®lo se fr¨ªen, lo que dispara su ¨ªndice gluc¨¦mico; eso, combinado con las grasas, es muy pernicioso". ?Qu¨¦ comidita! En cambio, bebe vino tinto porque "con tres vasos al d¨ªa, el riesgo de mortandad disminuye". Y es que "la nutrici¨®n funciona a base de creencias y muchas son falsas", suelta. ?Lo dice porque, sin rubor, se sirve una magna raci¨®n de lentejas con chorizo? "El alto ¨ªndice gluc¨¦mico de uno queda compensado por el de las lentejas, muy bajo", arguye.
Uno no sabe si est¨¢ cerca de lograr el Pulitzer o de estar comiendo con un falso doble porque ahora ataca ?un arroz negro! "Su ¨ªndice gluc¨¦mico es medio pero su incidencia en la insulina es menor que otros productos de su escala; lo rehabilitar¨¦ para mi m¨¦todo". Y no debe ser apostas¨ªa porque repite, a?adiendo el aceite sobrante de los puerros. Es la ¨²nica alegr¨ªa. "La culpa del desorden alimentario es la pol¨ªtica de la FAO: se ha hecho que pa¨ªses africanos y asi¨¢ticos sustituyan sus cultivos de mijo o de sorgo por pl¨¢tano o cacao; eso a cambio de arroz y cereales de EE UU, peores y modificados gen¨¦ticamente. Y sus organismos no los asimilan: ah¨ª est¨¢ el gran ¨ªndice de obesidad en M¨¦xico o los primeros casos en la India". La vida moderna y sus precocinados tampoco ayudan: "Comer sano es hoy caro y la gente prefiere gastar en ocio que en comida".
Tras un amago de momento Umbral ("No hablamos de mi libro", dice sobre Adelgazar con la ayuda de los complementos alimenticios, en Salsa Books), llegan las confidencias, facilitadas por un chocolate fundido en tostada con aceite y sal, de la que da cuenta de un bocado: "Tr¨¨s bon!". De peque?o era gordo, dice. Nobleza obliga: 1,70 metros, 69 kilos. "Est¨¢ bien. Pero deje de beber esas cosas".
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