Lecciones de El Cabanyal
?En qu¨¦ se parece Rita Barber¨¢ a Nicolae Ceaucescu? Mir¨¢ndolo bien, los dos tienen una retirada a Hannibal Lecter, aunque el viejo can¨ªbal era mucho m¨¢s sutil de lo que fue nunca el conducator o lo que quisiera ser ahora nuestra Rita. Creo entender a estos tipos: aman tanto a sus ciudades que no tienen inconveniente en sorberles los sesos. Quieren dejar su impronta aunque sea en forma de una horripilante pezu?a. Quiz¨¢, en el fondo, tienen dudas con su firma (hay analfabetos muy aparentes), y por eso han de presionar con el pulgar sobre la hoja limpia. Del resultado de todo ello seguir¨¢n hablando algunas generaciones posteriores a la nuestra, porque los cr¨ªmenes arquitect¨®nicos permanecen para siempre en la retina.
?Qui¨¦n descabalgar¨¢ a Rita antes de que convierta Valencia en otra postal 'kitsch'?
Lo que ha hecho el Supremo autorizando la prolongaci¨®n de la avenida de Blasco Ib¨¢?ez no es solo sentenciar a muerte un barrio tan bello como El Cabanyal. Esos barbudos togados, con toda la severidad de su cargo, le est¨¢n diciendo a Rita que puede hacer lo que quiera con Valencia, que Valencia est¨¢ en sus manos como una fr¨¢gil doncella a la que se puede manosear libremente. Ceaucescu tampoco tuvo ning¨²n complejo: en los a?os ochenta demoli¨® en Bucarest 10.000 viviendas y expuls¨® de ellas a 100.000 personas. Su objetivo era construir un Parlamento fastuoso que a¨²n ahora se manifiesta en postales de dudoso gusto, pero en el fondo estaba convencido de que la ciudad era suya y, como los faraones, su pir¨¢mide ser¨ªa alabada por los siglos de los siglos. Este hombre imp¨¢vido fue arrollado por la revoluci¨®n del 89 pero la pregunta es: ?qui¨¦n descabalgar¨¢ a Rita de su macizo sill¨®n antes de que convierta Valencia en otra postal irreversiblemente kitsch?
Ser¨ªa injusto, por otro lado, atribuir en solitario a nuestra rotunda alcaldesa el cariz que est¨¢ tomando la capital de todos los valencianos. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, por ejemplo, fue un proyecto iniciado en ¨¦poca socialista. Lo que pocos intuyeron entonces, en aquellos primeros noventa, fue la magnitud del desastre que Calatrava estaba a punto de perpetrar en aras de una supuesta modernidad. Yo tambi¨¦n simpatic¨¦ -lo confieso- con la historia de amor del de Benim¨¤met con el hormig¨®n blanco, y al principio lo tom¨¦ por un pont¨ªfice inofensivo dispuesto a jugar al escondite con la historia del arte occidental. En aquel tiempo un arquitecto con blasones mucho menos espectaculares (y por lo tanto, m¨¢s s¨®lidos) como Helio Pi?¨®n me advirti¨® de que Calatrava hac¨ªa "arquitectura para amas de casa" (sic) y solo mucho despu¨¦s he comprendido por qu¨¦ su estilo le va como anillo al dedo a Rita Barber¨¢. Rita es una mestressa que igual te rige la ciudad que podr¨ªa estar comprando pescado en el Mercat Central, puesto que su alma es intercambiable con el de cualquier otra comadre estent¨®rea.
Destruir El Cabanyal de Sorolla, de Blasco Ib¨¢?ez, de Benlliure, de Escalante y colocar junto al seco Turia los monigotes de Calatrava es todo un programa con el que la derecha de este pa¨ªs ha penetrado en el siglo XXI. Cuando lo abandone, ya nada ser¨¢ igual.
?Se puede estar en contra de los desvar¨ªos megal¨®manos de Calatrava y a favor de las humildes casas de pescadores de El Cabanyal? Se puede y se debe, aunque algunos me acusen de cr¨ªmenes contra la patria (o quiz¨¢ contra la matria). Han sustituido la Valencia de siempre, que ya era una ciudad hermos¨ªsima, por esas formas grotescas que solo sirven para dejar pasmados a los jubilados que no tienen otra cosa que hacer m¨¢s que votar al PP y abrir la boca bien grande delante de l'Hemisf¨¨ric. Pero todo esto se podr¨ªa obviar si, en el mismo paquete, no viniera la destrucci¨®n de El Cabanyal en nombre de ese mismo progreso.
Dicen que Rita saca mayor¨ªa absoluta en todos los barrios de Valencia -tambi¨¦n en el Mar¨ªtimo. Lo dicen- y ser¨¢ verdad. Me pregunto, sin embargo, qu¨¦ ciudad va a dejar a los que vengan detr¨¢s, porque incluso despu¨¦s del diluvio hay siempre un No¨¦ que debe ayudar a subir al arca a un par de jirafas pizpiretas.
A los que amamos de verdad a Valencia solo nos queda el recurso de pensar que tambi¨¦n Ceaucescu, en la c¨²spide de su poder, ten¨ªa los d¨ªas contados. Pero las dentelladas de los can¨ªbales no se ocultan f¨¢cilmente. Habr¨¢ que pasear ese mu?¨®n con alegr¨ªa, muchachos.
www.joangari.info
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.