El test de Taguas
El p¨²blico de a pie anda siempre fij¨¢ndose en los dirigentes; los quiere ejemplares. Examina su comportamiento y destila despu¨¦s de ellos qu¨¦ conductas de las que tiene a su alcance directo quedan homologadas. Los mayores recordar¨¢n aquel verano en que el presidente Felipe Gonz¨¢lez subi¨® a bordo del yate Azor para hacer una breve traves¨ªa. La decisi¨®n parec¨ªa irreprochable y su entorno oficial insisti¨®, adem¨¢s, en que lo hac¨ªa de modo deliberado para romper el tab¨² del franquismo. Pero sucedi¨® como si se hubiera decretado barra libre y enseguida algunos cargos electos del mismo signo pol¨ªtico que el del presidente se sintieron autorizados para subirse cada uno a lo que ten¨ªa m¨¢s cerca, empezando por el alcalde socialista de Segovia, quien opt¨® por celebrar su boda poco despu¨¦s en el Alc¨¢zar. Se trata de un peque?o detalle pero viene a confirmar c¨®mo hay cuestiones que aunque sean de intachable legalidad deben evitarse, habida cuenta del alcance de su onda expansiva.
?se es tambi¨¦n el caso de la pasarela por la que ha transitado David Taguas, ex jefe de la Oficina Econ¨®mica del Presidente del Gobierno, hasta llegar a la presidencia de Seopan, Asociaci¨®n de Empresas de Obras P¨²blicas de ?mbito Nacional. Podr¨¢ decirse que el tr¨¢mite preceptivo de consulta con el Ministerio de las Administraciones P¨²blicas se ha salvado sin objeciones. Los incondicionales arguyen adem¨¢s con otros precedentes donde estuvieron incursos altos cargos salientes de Gobiernos del PP como Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, Alfredo Timermans, Rafael Arias Salgado y por ah¨ª adelante. Aqu¨ª ha faltado la elegancia m¨¢s elemental en el proceder de Taguas y excusarse buscando analog¨ªas con el PP carece de sentido porque comportamientos como ¨¦sos son los que debilitan la credibilidad de los populares y encaminaron las preferencias hacia los socialistas. Por eso, en las filas del PSOE cunde el malestar al que han dado ya expresi¨®n p¨²blica algunos diputados como Barrio de Penagos y De la Rocha. Su incomodidad es de tal punto que han adelantado su voto a favor de la moci¨®n planteada por IC donde se lamenta el dictamen de la Oficina de Conflicto de Intereses, se propugna a?adir entre las incompatibilidades para los altos cargos de la Administraci¨®n a sociedades, organizaciones y lobbies de las caracter¨ªsticas de Seopan y se reclama que los miembros de la mencionada oficina sean elegidos por mayor¨ªa cualificada del Congreso.
Estamos en los momentos iniciales de esta segunda legislatura de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y lo que ahora suceda y la forma en que se reaccione por parte del Gobierno tiene una gran capacidad de colorear los cuatro a?os restantes. Reparemos, por ejemplo, en la nueva actitud de las fuerzas del arco parlamentario respecto de la barbarie etarra, en los nuevos modos que se advierten entre el Poder y la Oposici¨®n, barruntos de otra cultura pol¨ªtica, pero tambi¨¦n atendamos a las conductas faltas de elegancia como la demostrada por Taguas, Seopan y la tantas veces citada Oficina de Conflictos. Encontrar¨ªamos con facilidad algunas analog¨ªas entre quienes intentan convalidar ahora el caso Taguas y los que en su d¨ªa prefirieron ahogar la denuncia de irregularidades impulsada por el concejal del Ayuntamiento de Madrid Alonso Puerta cuando formaba parte de la corporaci¨®n presidida por el alcalde Enrique Tierno Galv¨¢n. Entonces, el PSOE opt¨® por desautorizar al denunciante, aduciendo aquel principio cuasi mafioso de que los trapos sucios se lavan en casa. ?se fue el comienzo de la convalidaci¨®n de los abusos que fueron subiendo su graduaci¨®n hasta el despe?adero de los roldanes unos a?os despu¨¦s.
El portavoz parlamentario socialista, Jos¨¦ Antonio Alonso, tiene para hoy una papeleta muy dif¨ªcil porque estamos ante la primera amenaza seria de fractura de su grupo, que se har¨¢ tanto m¨¢s veros¨ªmil cuanto m¨¢s razonable se vaya mostrando el PP. Porque aquella unidad reactiva, lograda al grito de que viene el lobo aznarista, aquel cierre de filas de la legislatura anterior a la vista de la barbarie confabulada de enfrente, dejar¨¢ de ser hacedera, parece haber caducado de modo irreversible. En adelante, las disidencias no podr¨¢n quedar invalidadas como traiciones -ni las surgidas por el caso Taguas, ni las abiertas en torno a la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas, ni las que afloren sobre la relaci¨®n con los nacionalistas- sino que habr¨¢n de ser aceptadas como un ejercicio saludable y una contribuci¨®n valiosa para fijar las posiciones del grupo. En todo caso, ZP, despu¨¦s de los cuatro a?os pasados en La Moncloa, debe saber que al presidente no se le juzga s¨®lo por su honradez personal, sino que tambi¨¦n responde de la de todo su entorno. Sepamos que ninguna reforma legal ofrece garant¨ªas si falla la transparencia y flaquean las actitudes. El Poder debe sentirse vigilado.
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