Lengua, pasta e ideolog¨ªa
Algunos consumimos la vida instalados en la perplejidad de ser gallegos y ciudadanos del mundo, locales y universales o, lo que es lo mismo, de descifrar el mundo desde Galicia. Los ¨²ltimos d¨ªas nos llevan, sin embargo, a cerrar el foco de nuestro objetivo y ce?irnos a pensar Espa?a desde Galicia. El tecnicista, pero pol¨ªtico, debate sobre la financiaci¨®n auton¨®mica, la reivindicaci¨®n en las calles de nuestro derecho a vivir "en galego" y la morbosa crisis desde el PP as¨ª lo han determinado.
Pasta. Se debate sobre c¨®mo se ha de debatir la financiaci¨®n. Si bilateral o multilateralmente. Por muchos virus que se quieran introducir en la disputa, parece incontestable que para regular realidades diferentes se debe partir de marcos diferentes. La igualdad y la solidaridad en Galicia s¨®lo se pueden analizar a la luz de que aqu¨ª un kil¨®mentro de carretera cuesta m¨¢s que en Andaluc¨ªa, que vivimos esquizofr¨¦nicamente dispersos y que somos de los m¨¢s viejos de Europa, de que nuestra balanza fiscal debe contemplar que trabajadores gallegos han cotizado en muchas partes de Espa?a y Europa durante muchos a?os, pero y sobretodo, que partimos de una sitiuaci¨®n hist¨®ricamente peor. No valen los esquemas de partido (de hecho, as¨ª lo demuestran las tensiones en Catalu?a y Valencia) y tampoco valen las supersticiones pol¨ªticas e ideol¨®gicas porque la racionalidad se impone sobre realidades tan heterog¨¦neas. Pero lo peor es el tab¨² ideol¨®gico. La discusi¨®n nace viciada porque desde el centro se piensa que lo que se negocia es cu¨¢nto debe y puede ahorrar la Administraci¨®n central para seguir tolerando nuestro autogobierno y no la cuantificaci¨®n de la justicia econ¨®mica que nos permita, compense y anime a los gallegos para seguir formando parte del reino de Espa?a.
El l¨ªo del PP tiene que ver con que el nacionalismo espa?ol est¨¢ probando de su propia medicina
Lengua. A pesar del continuo crecimiento del galleguismo pol¨ªtico y cultural desde el siglo XIX, casi nunca hab¨ªa sido el idioma protagonista ¨²nico de una movilizaci¨®n. Me refiero a la reivindicaci¨®n masiva del derecho a vivir en gallego que el pasado domingo recorri¨® Compostela. Esa circunstancia invoca un bien escaso en nuestra historia: el coraje de los gallegohablantes para reclamar y ejercer nuestros derechos ling¨¹¨ªsticos. En este caso viene derivada de la virulencia in¨²til y reciente de las posiciones manipuladoras y trogloditas que quieren apreciar peligro de extinci¨®n para el castellano o espa?ol en Galicia y algunas decisiones jur¨ªdicas y laborales que han reproducido a niveles franquistas la discriminaci¨®n del gallego. Dir¨ªa casi bienvenidas sean esas contradicciones porque pueden servir para reproducir en la juventud actual las circunstancias y toma de conciencia que nos llevaron a muchos castellanohablantes a cambiar de lengua de instalaci¨®n hace ya m¨¢s de 30 a?os. Sin duda, por un instinto alternativo de pensamiento. Porque la sensibilidad ling¨¹¨ªstica es una cuesti¨®n de conciencia, m¨¢s all¨¢ de la propia historia y del origen idiom¨¢tico de cada individuo. La recuperacion del gallego pertenece al ¨¢mbito de la ecolog¨ªa, de la ecolog¨ªa ling¨¹¨ªstica. Una sociedad que se preocupa por el maltrato en el transporte de animales o el estr¨¦s de las aves, deber¨ªa entender m¨¢s f¨¢cilmente lo crucial que es la diversidad ling¨¹¨ªstica en el planeta, empezando por el cacho del mismo en que nos toca vivir.
Conciencia y modificaci¨®n de conductas ling¨¹¨ªsticas. La normalizaci¨®n del gallego no puede copiar esquemas de conducta y competencia idiom¨¢ticas tan catetas como las del monol¨ªng¨¹ismo del mundo castellanohablante, posiblemente unos de los m¨¢s perezosos y fracasados para el conocimiento lenguas extranjeras. Quiz¨¢s la mejor superaci¨®n de la diglosia sea una Galicia de individuos pol¨ªglotas.
Crisis del PP. Uno asiste a esas intrigas con el morbo de observar qu¨¦ pasa en la casa de enfrente y de seguimiento de un thriller de final incierto. Lo ¨²nico que se entiende del l¨ªo, adem¨¢s de las ambiciones de poder, tiene mucho que ver con que el nacionalismo espa?ol est¨¢ probando de su propia medicina. Despu¨¦s de acusar a los nacionalismos perif¨¦ricos de siempre pedir m¨¢s, buena parte de la derecha espa?ola tambi¨¦n pide m¨¢s: en este caso, la revocaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas. A lo mejor, ha llegado el momento de la sinceridad sin tab¨²es: o nos federamos o confederamos, o nos vamos de Espa?a o nos diluimos en Europa.
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