La ineficacia de las Oficinas de Extranjer¨ªa
Quiero hablar por todos aquellos que callan por miedo a que sus papeles no sean tramitados, por todos aquellos que deambulan con su carpeta debajo del brazo de oficina en oficina y tras largas horas de espera se van a su casa cargados de impotencia e ira sin haber conseguido el papel que les permita vivir, trabajar o estudiar dignamente. Y lo hago desde mi privilegiada condici¨®n de ciudadana espa?ola.
Hace ya ocho a?os y medio que Noelia vive aqu¨ª en Espa?a conmigo en r¨¦gimen de acogimiento familiar indefinido. Ahora tiene 17 a?os, es brasile?a y lleg¨® a Espa?a con un visado de estudiante. En 1999, para obtener la tarjeta de estudiante, pas¨¦ toda la noche en vela en la calle de Los Madrazo para que luego la funcionaria, sin mirarme a la cara, me comunicara que me faltaba la tarjeta sanitaria, as¨ª que romp¨ª a llorar (fue la primera vez que llor¨¦, y desde entonces lo hago todos los a?os en las oficinas de extranjer¨ªa). Nueve a?os despu¨¦s no hemos mejorado nada, ahora te dan un n¨²mero de tel¨¦fono para conseguir cita, este n¨²mero comunica las 24 horas del d¨ªa y al final terminas pasando de nuevo la noche en vela solamente para que te den una cita para dentro de dos o tres meses.
Este a?o he solicitado el permiso de residencia por arraigo social, permiso que necesito para que Noelia pueda hacer las pr¨¢cticas de peluquer¨ªa, imprescindibles para obtener el t¨ªtulo. Me deniegan el permiso de residencia alegando que no tengo la patria potestad y me miran como si haber acogido a un ni?o extranjero fuese un delito.
A¨²n me queda otra posibilidad: permiso de residencia para menores nacidos en el extranjero y tutelados por un residente. Cuando llego a la Delegaci¨®n del Gobierno me dan un n¨²mero, pero esta vez con una letra, la F. Los funcionarios est¨¢n en una sala contigua, hay ocho mesas, pero s¨®lo est¨¢n funcionando cuatro. Desde las diez de la ma?ana la letra F no se ha movido. A la una de la tarde, desesperada, me meto en la sala contigua y le pregunto a un funcionario: ?qu¨¦ pasa con la letra F, que no avanza? Hay un problema con el ordenador central, me dice, y que es mejor que hable con la jefa de servicio, ocupada en esos momentos. Son ya las 13.40. Cansada de esperar y a punto de irme, me levanto y pregunto que cu¨¢nto tengo que esperar. Justo en ese preciso momento llega la jefa, que ha estado de compras, pues trae unos tiestos con flores y algunas bolsas del s¨²per, y me dice que espere. Yo espero, espero y desespero. A las 14.30, cargada de rabia e impotencia, abandono la oficina con las manos vac¨ªas, dejo mi n¨²mero de tel¨¦fono y todas las fotocopias. De nuevo me deniegan la residencia, pues la ley a la que yo me quiero acoger es para menores hijos de residentes, y no de espa?oles.
Me encuentro ante todas estas dificultades para conseguir que una ni?a que lleva aqu¨ª desde los nueve a?os pueda terminar sus estudios con los mismos derechos que sus compa?eros, desde una situaci¨®n de igualdad. ?No es esto un acto discriminatorio?, ?no es un acto de marginaci¨®n.
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