?Dios cre¨® al hombre o el hombre cre¨® a Dios?
Cient¨ªficos de Oxford investigan la estructura cerebral que aloja la creencia religiosa - Y Einstein aviva el debate desde la tumba
Si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente m¨ªstico, sepa que la inmensa mayor¨ªa de la humanidad est¨¢ en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente, es usted, en t¨¦rminos estad¨ªsticos, un raro. Si la demostraci¨®n de la existencia de Dios se basara en el n¨²mero de fieles, la cosa estar¨ªa clara. No es as¨ª, aunque en lo que respecta a este art¨ªculo eso es, en realidad, lo de menos. Creyentes y no creyentes est¨¢n divididos por la misma pregunta: ?C¨®mo pueden ellos no creer/creer (t¨¢chese lo que no corresponda)? Este texto pretende resumir las respuestas que la ciencia da a ambas preguntas.
Los f¨ªsicos est¨¢n plet¨®ricos este a?o porque gracias al acelerador de part¨ªculas LHC, que pronto empezar¨¢ a funcionar cerca de Ginebra, podr¨¢n por fin buscar una part¨ªcula fundamental que explica el origen de la masa, y a la que llaman la part¨ªcula de Dios. Los matem¨¢ticos, por su parte, tienen desde hace m¨¢s de dos siglos una f¨®rmula que relaciona cinco n¨²meros esenciales en las matem¨¢ticas -entre ellos el famoso pi-, y a la que algunos, no todos, se refieren como la f¨®rmula de Dios. Pero, apodos aparte, lo cierto es que la ciencia no se ocupa de Dios. O no de demostrar su existencia o inexistencia. Las opiniones de Einstein -expresadas en una carta recientemente subastada- valen en este terreno tanto como las de cualquiera. S¨ª que se pregunta la ciencia, en cambio, por qu¨¦ existe la religi¨®n.
No es ni mucho menos un tema de investigaci¨®n nuevo, pero ahora hay m¨¢s herramientas y datos para abordarlo, y desde perspectivas m¨¢s variadas. A soci¨®logos, antrop¨®logos o fil¨®sofos, que tradicionalmente han estudiado el fen¨®meno de la religi¨®n o la religiosidad, se unen ahora bi¨®logos, paleoantrop¨®logos, psic¨®logos y neurocient¨ªficos. Incluso hay quienes usan un nuevo t¨¦rmino: neuroteolog¨ªa, o neurociencia de la espiritualidad. Prueba del auge del ¨¢rea es que un grupo de la Universidad de Oxford acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundaci¨®n privada para investigar durante tres a?os "c¨®mo las estructuras de la mente humana determinan la expresi¨®n religiosa", explica uno de los directores del proyecto, el psic¨®logo evolucionista Justin Barrett, del Centro para la Antropolog¨ªa y la Mente de la Universidad de Oxford.
Meter mano cient¨ªficamente a la pregunta 'por qu¨¦ somos religiosos los humanos' no es f¨¢cil. Una muestra: experimentos recientes identifican estructuras cerebrales relacionadas con la experiencia religiosa. ?Significa eso que la evoluci¨®n ha favorecido un cerebro pro-religi¨®n porque es un valor positivo? ?O es m¨¢s bien el subproducto de un cerebro inteligente? Sacar conclusiones es dif¨ªcil, e imposible en lo que se refiere a si Dios es o no 'real'. Que la religi¨®n tenga sus circuitos neurales significa que Dios es un mero producto del cerebro, dicen unos. No: es que Dios ha preparado mi cerebro para poder comunicarse conmigo, responden otros. Por tanto, "no vamos a buscar pruebas de la existencia o inexistencia de Dios", dice Barrett.
?Desde cu¨¢ndo es el hombre religioso? Eudald Carbonell, de la Universidad Rovira i Virgili y co-director de la excavaci¨®n de Atapuerca, recuerda que "las creencias no fosilizan", pero s¨ª pueden hacerlo los ritos de los enterramientos, por ejemplo. As¨ª, se cree que hace unos 200.000 a?os Homo heidelbergensis, antepasado de los neandertales y que ya mostraba "atisbos de un cierto concepto tribal", ya habr¨ªa tratado a sus muertos de forma distinta. De lo que no hay duda es de que desde la aparici¨®n de Homo sapiens el fen¨®meno religioso es un continuo. "La religi¨®n forma parte de la cultura de los seres humanos. Es un universal, est¨¢ en todas las culturas conocidas", afirma Eloy G¨®mez Pell¨®n, antrop¨®logo de la Universidad de Cantabria y profesor del Instituto de Ciencia de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid.
?Por qu¨¦ esto es as¨ª? Para Carbonell hay un hecho claro: "La religi¨®n, lo mismo que la cultura y la biolog¨ªa, es producto de la selecci¨®n natural". Lo que significa que la religi¨®n -o la capacidad para desarrollarla-, lo mismo que el habla, por ejemplo, ser¨ªa un car¨¢cter que da una ventaja a la especie humana, y por eso ha sido favorecido por la evoluci¨®n. ?Qu¨¦ ventaja? "Eso ya es filosof¨ªa pura", responde Carbonell. Est¨¢ dicho, las creencias no fosilizan.
As¨ª que hagamos filosof¨ªa. O expongamos hip¨®tesis: "Un aspecto importante aqu¨ª es la sociabilidad", dice Carbonell. "Cuando un hom¨ªnido aumenta su sociabilidad interacciona de forma distinta con el medio, y empieza a preguntarse por qu¨¦ es diferente de otros animales, qu¨¦ pasa despu¨¦s de la muerte... Y no tiene respuestas emp¨ªricas. La religi¨®n vendr¨ªa a tapar ese hueco".
Esa visi¨®n cuadra con la antropol¨®gica. La religi¨®n, seg¨²n G¨®mez Pell¨®n, da los valores que contribuyen a estructurar una comunidad en torno a principios comunes. Por cierto, ?y si fueran esos valores, y no la religi¨®n en s¨ª, lo que ha sido seleccionado? Curiosamente, se?ala G¨®mez Pell¨®n, "los valores b¨¢sicos coinciden en todas las religiones: solidaridad, templanza, humildad...". Tal vez no sea mensurable el valor biol¨®gico de la humildad, pero s¨ª hay muchos modelos que estudian el altruismo y sus posibles ventajas evolutivas en diversas especies, incluida la humana.
Tambi¨¦n coinciden Carbonell y G¨®mez Pell¨®n al se?alar el papel "calmante" de la religi¨®n. "La religi¨®n ayuda a controlar la ansiedad de no saber", dice el antrop¨®logo. "Cuanto m¨¢s se sabe, m¨¢s se sabe que no se sabe. Y eso genera ansiedad. Adem¨¢s, el ser humano vive poco. ?Qu¨¦ pasa despu¨¦s? Esa pregunta est¨¢ en todas las culturas, y la religi¨®n ayuda a convivir con ella, nos da seguridad". Lo constatan quienes tratan a diario con personas pr¨®ximas a situaciones extremas. "Es verdad que en la aceptaci¨®n del proceso de morir las creencias pueden ayudar", se?ala Xavier G¨®mez-Batiste, cirujano onc¨®logo y Jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario de Bellvitge.
Por si fueran pocas ventajas, otros estudios sugieren que las personas religiosas se deprimen menos, tienen m¨¢s autoestima e incluso "viven m¨¢s", dice Barrett. "El compromiso religioso favorece el bienestar psicol¨®gico, emocional y f¨ªsico. Hay evidencias de que la religi¨®n ayuda a confiar en los dem¨¢s y a mantener comunidades m¨¢s duraderas". La religi¨®n parece ¨²til. Eso explica que el ser humano "sea naturalmente receptivo ante las creencias y actividades religiosas", prosigue.
Naturalmente receptivos. ?Significa eso que estamos org¨¢nicamente predispuestos a ser religiosos? ?Lo est¨¢ nuestro cerebro? En los ¨²ltimos a?os varios grupos han recurrido a t¨¦cnicas de imagen para estudiar el cerebro en vivo en "actitud religiosa", por as¨ª decir. "Son experimentos dif¨ªciles de dise?ar porque la experiencia religiosa es muy variada", advierte Javier Cudeiro, jefe del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de Coru?a. Los resultados no suelen considerarse concluyentes. Pero s¨ª se acepta que hay ¨¢reas implicadas en la experiencia religiosa.
En uno de los trabajos se ped¨ªa a voluntarios -un grupo de creyentes y otro de no creyentes- que recitaran textos mientras se les somet¨ªa a un esc¨¢ner cerebral. Al recitar un determinado salmo, en los cerebros de creyentes y no creyentes se activaban estructuras distintas. No es sorprendente. "Se da por hecho", explica Cudeiro; lo mismo que hay ¨¢reas implicadas en el c¨¢lculo o en el habla.
La pregunta es si esas estructuras fueron seleccionadas a lo largo de la evoluci¨®n expresamente para la religi¨®n. Cudeiro no lo cree. "La experiencia religiosa se relaciona con cambios en la estructura del cerebro, y neuroqu¨ªmicos, que llevan a la aparici¨®n de la autoconciencia, el lenguaje... cambios que permiten procesos cognitivos complejos; no son para una funci¨®n espec¨ªfica". O sea que la religi¨®n bien podr¨ªa ser, como dice Carbonell, un efecto secundario de la inteligencia.
Otros estudios de neuroteolog¨ªa han estudiado el cerebro de monjas mientras evocaban la sensaci¨®n de uni¨®n con Dios, y de monjes meditando. Uno de los autores de estos trabajos, Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, aspira incluso a poder generar en no creyentes la misma sensaci¨®n m¨ªstica de los creyentes, a la que se atribuyen tantos efectos beneficiosos: "Si supi¨¦ramos c¨®mo alterar
[con f¨¢rmacos o estimulaci¨®n el¨¦ctrica] estas funciones del cerebro, podr¨ªamos ayudar a la gente a alcanzar los estados espirituales usando un dispositivo que estimule el cerebro ", ha declarado Beauregard a la revista Scientific American.
Lo expuesto en este texto sugiere que la cuesti¨®n no es tanto por qu¨¦ existe la religi¨®n, sino por qu¨¦ existe el ate¨ªsmo. Con todas las ventajas de la religi¨®n, ?por qu¨¦ hay gente atea? "El ate¨ªsmo actual es un fen¨®meno nuevo y queremos investigarlo, s¨ª", dice Barrett por tel¨¦fono. ?Tiene que ver con el avance de la ciencia, capaz de dar al menos algunas de esas tan buscadas respuestas? Varios estudios indican que, en efecto, los cient¨ªficos son menos religiosos que la media. Pero hay excepciones; los matem¨¢ticos y los f¨ªsicos, en especial los que se dedican al estudio del origen del universo -?precisamente!-, tienden a ser m¨¢s religiosos. No hay consenso sobre si un mayor grado de educaci¨®n, o de cociente intelectual, hace ser menos religioso. "El ser religioso o no seguramente depende de muchos factores que a¨²n no conocemos", dice Barrett.
"Las supersticiones m¨¢s infantiles"
Las opiniones de Albert Einstein sobre el hecho religioso han sido objeto de pol¨¦mica entre los expertos. Una carta in¨¦dita que remiti¨® al fil¨®sofo Eric Gutkind en 1954 muestra ahora al genio m¨¢s esc¨¦ptico. Los siguientes son extractos de la misiva, publicada por The Guardian.(...) "La palabra Dios, para m¨ª, no es m¨¢s que la expresi¨®n y el producto de las debilidades humanas, y la Biblia una colecci¨®n de leyendas dignas pero primitivas que son bastante infantiles. Ninguna interpretaci¨®n, por sutil que sea, puede cambiar eso (para m¨ª). Tales interpretaciones sutiles son muy variadas en naturaleza, y no tienen pr¨¢cticamente nada que ver con el texto original. Para m¨ª, la religi¨®n jud¨ªa, como todas las dem¨¢s religiones, es una encarnaci¨®n de las supersticiones m¨¢s infantiles. Y el pueblo jud¨ªo, al que me alegro de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad diferente, para m¨ª, a las de los dem¨¢s pueblos. Seg¨²n mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, si bien est¨¢n protegidos de los peores c¨¢nceres porque no poseen ning¨²n poder. Aparte de eso, no puedo ver que tengan nada de escogidos.Me duele que usted reivindique una posici¨®n de privilegio y trate de defenderla con dos muros de orgullo, uno externo, como hombre, y otro interno, como jud¨ªo. Como hombre reivindica, por as¨ª decir, estar exento de una causalidad que por lo dem¨¢s acepta, y como jud¨ªo, el privilegio del monote¨ªsmo. Pero una causalidad limitada deja de ser causalidad, como nuestro maravilloso Spinoza reconoci¨® de manera incisiva, seguramente antes que nadie. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza no est¨¢n, en principio, anuladas por la monopolizaci¨®n. Con semejantes muros s¨®lo podemos alcanzar a enga?arnos (...) a nosotros mismos, pero nuestros esfuerzos morales no salen beneficiados. Al contrario (...)".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.